La conversación con el actor Pablo Carbonell (Cádiz, 1962) comienza bajo la solana, en la terraza de un hotel de Avilés y concluye en el salón de desayunos del palacio en el que el artista se hospedó. "Es que me estoy torrando aquí", se excusó. Recientemente, estrenó la comedia Venecia bajo la nieve, un espectáculo que se presentará en Madrid, en el teatro Maravillas, el próximo día 24. Carbonell da vida en el espectáculo a Ramón, un hombre meticuloso que se encuentra con su pasado un día por sorpresa.

- 'Venecia bajo la nieve' supone su regreso a la escena después del éxito de 'La curva de la felicidad'.

-Sí, pero esa sensación no la tengo yo. Dejé de hacer La curva de la felicidad hace tres meses, no, menos, hace dos meses...

-Pero estuvo usted un porrón de tiempo.

-Siete años. Un éxito.

-Un éxito, sí... y eso que no frecuenta demasiado las tablas.

-Cantando ya hago mucho teatro... y teatros. Hice La curva de la felicidad por probar a ver... y funcionó tan bien que no he podido hacer nada más en estos años. De repente, me di cuenta de que quería hacer otro espectáculo para aprender a montar una función desde el principio; se me había olvidado. He trabajado con Gabriel Olivares, que es el director, y he aprendido un montón.

-¿A los cuarenta años hay demasiados tipos con complejo de Peter Pan?

-Bueno, he conocido alguno. He conocido a algún compañero de curso mío que me lo he encontrado después de muchos años y estaba exactamente igual que cuando la Universidad. Prácticamente me pedía que nos vistiéramos de tunos. Y eso que yo nunca he sido tuno. El complejo de Peter Pan se sufre sólo cuando tienes 40 años; a los 30 todavía eres un adolescente. Esto te lo digo yo, que tengo 48 y soy un niño. El prodigio de esta obra que hemos hecho, si me lo preguntas...

-Se lo pregunto, sí.

-Pues te lo respondo. Gabriel Olivares, el director, nos ha hecho un traje a cada uno de nosotros.

-¿El teatro da caché?

-Eso me preocupa muy poco. Antes la gente necesitaba hacer algo de televisión o cine para hacer teatro, que es donde estaba el pan.

-Y ahora el pan está en las pantallas de televisión.

-El pan suculento, el pan grande, sí, está en la televisión. El teatro, miguita a miguita... es trabajo diario y no hay cosa que conserve mejor a un actor que el trabajo diario. Mira qué estupendos están Arturo Fernández o Paco Valladares.

-¿Se tomaría un cubalibre con Ramón, su personaje?

-Sí, sí me cae bien. Dijiste que era metódico. A mí la gente me gusta y yo a la gente siempre la perdono. Tiene esa cosa medio machista de ningunear a su esposa, se burla de ella, esa cosa habitual de los cobardes... y acaba pagándolo. Hay algo de mí en eso: me gusta mi independencia.... Y eso que no soy nada independiente: vivo en pareja, tengo hijos, pero por lo menos puedo querer ser independiente. Y sí, me tomo copas con casi todo el mundo. No tengo problemas.

-Actor, humorista, pintor... ¿El que mucho abarca poco aprieta?

-En eso te voy a dar toda la razón. Me gusta mucho trabajar, cuando no lo hago, malo. Malo para mí. Pintar era algo que hacía cuando era más joven, luego me convertí en los propios muñequitos que creaba.

-¿Cómo era Pablo Carbonell cuando era una estrella del rock?

-Voy a ser muy sincero: en aquella época estaba bastante salido. Ahora no tanto. Los palos de la noche te hacen ir pronto al hotel. Yo me divertía mucho. A ver, también me lo paso muy bien en la actualidad, pero de una forma más pausada. Antes era un trueno. A mí no había quien me acostara. Llegaba a las habitaciones de los hoteles y decía: "Qué pena, no voy a usarla porque voy a cerrar el último garito de este pueblo".

-¿Ha recibido ya la última liquidación de la SGAE?

-Sí. Fui corriendo a por ella. (Risas)... antes de que se declaren en suspensión de pagos. Fui a cobrar hace tres días e iba con esa idea en la cabeza. Sí, me pagaron.

-¿Va a votar en la refundación?

-Nunca he votado... y eso que tengo derecho a voto.

-¿Qué le parece el lío que se montó allí?

-No estoy muy informado: me pilló en Colombia, cantando con Los Toreros Muertos. ¿Sabe lo que pasa? ¡Es tal el mareo! ¡Hace tanto tiempo que no escucho una verdad completa! Echo de menos a Dios, que diga: "Usted es el que ha robado, usted es el que tiene que ir a la cárcel". La Sociedad General de Autores tiene mala prensa, pero la gente tiene que comprender que las canciones no nacen en las macetas: las hace un tipo que se sienta, que las sufre, que las llora. La gente debe pagar por disfrutarlas, aunque suene mal.

-La última novedad de la política nacional es el movimiento de los indignados.

-El 15-M lo entiendo como la visibilidad de un problema, pero los portavoces del movimiento son personas que no superarían una entrevista de trabajo... tienen unos representantes poco representativos. Respeto la imagen de cada cual, pero es difícil pensar que esta gente tiene alta capacidad para trabajar. Esto puede sonar un poquito reaccionario, pero es mi sensación. Parece que sólo salen perroflautas y no gente que tiene serios problemas para alimentar a sus familias, para pagar sus hipotecas. Son los que faltan en ese movimiento.