Respire hondo... En serio, respire. Todas las moléculas de oxígeno que acaba de inhalar han sido producidas por organismos microbiológicos, por microalgas. "La vida, tal como la conocemos, está sostenida, mantenida y conservada por estos benefactores invisibles al ojo humano, que aún tienen mucho que aportar a la supervivencia del planeta". Así lo asegura Guillermo García Reina, director del Banco Nacional de Algas, cuyas flamantes instalaciones se han inaugurado hoy en Taliarte, con la presencia de Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación.

El catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria cree firmemente que la industria agrícola basada en macroorganismos como cereales, frutales, etc, ya no es suficiente. "Eso no nos va a salvar, no va a producir la biomasa que necesitarán las 3.000 millones de personas más que seremos dentro de 30 años, si seguimos a este ritmo. Ya no hay suelo fértil y estamos pagando el precio de haber quemado demasiado fósil de microalga", señala, aunque no quiere caer en el pesimismo. "Hay una esperanza, la agronomía marina", que, por cierto, lleva promocionando, contra viento y marea, desde hace 30 años, cuando se gestó el proyecto que hoy se consolida.

Pero, ¿cuáles son esos grandes beneficios? ¿Qué se puede hacer con las microalgas? "Van a producir los biocombustibles que permitirán seguir trayendo turistas; van a ser la fuente de proteínas, el alimento necesario para nuestra supervivencia; van a absorber el CO2 que hemos quemado, y paliarán el cambio climático, etc", enumera el experto, que vio hace tres años como "cambiaba el viento, cuando el Gobierno nacional lanzaba el programa de microalgas como una alternativa y una estrategia a nivel nacional".

El centro, que tiene la última tecnología en investigación, "tras muchos años trabajando con muebles de Ikea", empieza con esos treinta años de experiencia en biotecnología de microalgas, pero también con un equipo elegido meticulosamente y un contexto inmejorable. "Estamos en una de las mejores regiones del mundo en lo referente a la diversidad de microalgas. Si nuestras Islas están consideradas el Jardín del Edén por tener tanta flora endémica, cuando arañemos un poco más la riqueza de microalgas, nos vamos a quedar asombrados. Canarias es la región europea con mayores ventajas y potencial del nuevo agrosistema industrial que el mundo necesita imperiosamente", advierte el científico.

En todas partes

Las microalgas, al contrario de lo que pueda parecer, no viven sólo en el océano. "Están en todas partes, en aguas dulces, salobres y saladas; en el suelo, flotan en el aire, colonizan el hielo, hay una diversidad tan enorme, que es imposible abarcarla". De hecho, todas las plantas de la Tierra, desde la secuoya a una gramínea, forman lo que en taxonomía se llama una división; pues bien, si se habla de estos microorganismos, hay que contemplar 12 divisiones y dos reinos. "Sólo alongarte a este mundo, da vértigo", continúa, muy expresivo.

Todo el petróleo que se usa para fabricar plásticos o poner combustible a los coches, no son más que microalgas destiladas. Las catedrales, los castillos, las universidades están construidas con bloques de calizas, que son exoesqueletos de microalgas prensadas. Pero ahora se abren nuevas oportunidades en campos tan delicados como la alimentación. Guillermo García Reina, que asegura que, si les dejan trabajar, en cuatro años pueden poner el Banco entre los tres primeros puestos a nivel mundial, asegura que pretende "reverdecer el Sahara", donde ya hay una granja de microalgas, que se exportan a otros países más avanzados en el aprovechamiento de estos microorganismos que salvarán el mundo.