La calma que reinaba entre los habitantes de La Restinga a pesar del inicio del proceso volcánico en la madrugada del lunes ha dado hoy un giro al activarse el semáforo rojo ante la constancia científica de que el magma se acerca a la costa. Así lo demuestran los rostros y las palabras demuchos de aquellos de los que han ido llegando al campo de fútbol de El Pinar, donde se ha instalado el punto de control para la coordinación y distribución de los desalojados. Rosi y Suso, por ejemplo, han llegado llorando y con cara de circunstancias. "Estamos muy nerviosos. Tenemos a los niños en el colegio", comentaron. En el pueblo, a partir de las dos de la tarde, momento en el que se activó el semáforo en rojo, los residentes del pueblo se hacían a la idea de que la marcha era inevitable: "Nos vamos a El Pinar", se decían entre ellos mientras cogían lo necesario para pasar al menos una noche fuera del hogar. Aunque nadie les puede decir por ahora cuántos días y cuántas noches serán.