Celebraciones, gastos en ropas, comidas y regalos. Todo ello se prodiga en la fiestas navideñas, una época en la que se crea en los consumidores la necesidad irracional de que la compra de todo tipo de objetos va a dar la felicidad. Sin embargo, los expertos psicólogos coinciden en que el amor no se demuestra con regalos materiales, y que la crisis puede ser una oportunidad para formar a las nuevas generaciones en hábitos de consumo responsables.

"La creencia del 'nunca es suficiente' establecida en la cultura familiar y social, puede llevar a una compra compulsiva de regalos para querer demostrar nuestro afecto hacia nuestros seres queridos. Pero es adecuado acomodarnos a la realidad de nuestras posibilidades económicas, pues las consecuencias pueden ocasionar deterioros en las necesidades básicas personales o familiares", asegura José Carlos Suárez, psicopedagogo y miembro del Gabinete de Atención Piscopedagógica de la Universidad de Las Palmas (ULPGC).

El especialista indica que las necesidades básicas (alimento, casa, trabajo, afecto) tienen que estar cubiertas en primer lugar antes de pasar a un escalafón de bienes diferentes, ya que gastar más de lo que se tiene puede acarrear que peligren. "Que nuestros gastos nunca superen nuestros ingresos ni nos falte dinero para llegar a fin de mes".

Entre las razones que inducen a muchas familias a gastar más de lo que se tiene, Suárez destaca el querer mantener la imagen social y familiar de "prestigio y felicidad"; así como la carencia de estima al sentir culpa o inseguridad por no demostrar el afecto mediante el obsequio de regalos materiales tal como el sistema (publicidad, centros comerciales, películas...) bombardea en estas fechas.

"Aún sin tener dinero, nos podemos sentir fracasados si no podemos complacer las peticiones y deseos materiales de nuestros seres queridos. También hay que tener en cuenta la presión ejercida por los hijos, que no entienden de nuestras explicaciones y muestran sufrimiento por no recibir todo tipo de regalos".

El especialista aconseja enseñar a los hijos un consumo responsable. "Hay que marcar límites en las compras diciendo 'no' acompañado de explicaciones reales que busquen entendimiento de la decisión tomada. Esta forma de intercomunicación con nuestros seres queridos nos lleva a que se recuperen valores perdidos como el esfuerzo del trabajo y a la demostración intangible del amor".

Asimismo recuerda que jugar con los hijos y hablar con ellos es un factor básico tanto en su desarrollo intelectual y afectivo como en el de la salud física. "El juego es más que un entretenimiento, conlleva compartir tiempo, interés, esfuerzos, atención, afecto, y genera que el vínculo entre padres e hijos se acreciente".

En familias de padres y madres separados recomienda actuar con madurez para colocar a los hijos en primer lugar, y no ver en el regalo material una fórmula para comprar su afecto. "Valemos por lo que somos, no por lo que tenemos. En estos momentos donde muchas familias carecen de medios económicos suficientes para excesos en gastos, es adecuado ver la oportunidad de enseñar y reconstruir la vida en valores relacionados con " saber vivir con menos" acorde a nuestras posibilidades.