Adargoma.

De este noble grancanario se recuerda su extraordinaria fuerza y su corpulenta complexión. De hecho, el nombre bien podría significar "espaldas de risco". Su resistencia física dejó huella en una serie de gestas. Así, se desempeñó valerosamente en la batalla de Guiniguada (junio de 1478), hasta que fue herido por Juan Rejón, capturado y enviado a Sevilla, donde se convirtió en esclavo.

Doramas.

Tampoco le faltó fuerza y robustez a este originario de Telde, que pertenecía a la clase dependiente, no a la nobleza de la isla. Su gran carisma y capacidad de liderazgo le permitieron ascender socialmente. Al inicio de la conquista castellana fue nombrado guayre y a partir de entonces dirigió varios enfrentamientos contra los castellanos, hasta que en 1481 murió en la batalla de Arucas. Su cabeza fue llevada al Real de Las Palmas para que sirviera de escarmiento.

Tanausú.

Fue el último caudillo auarita en someterse a las tropas castellanas, frenando en varias ocasiones los intentos de Fernández de Lugo por penetrar en la Caldera de Taburiente. Fue convocado a una reunión para tratar la paz. Acudió de buena fe acompañado de sus hombres, pero fue emboscado y apresado. Se decretó su traslado a Castilla. Durante el trayecto en barco se negó a comer, muriendo de inanición.

Dácil.

La mayoría de historiadores niegan todo valor histórico a la figura literaria de esta princesa tinerfeña, supuesta hija del mencey Bencomo, cuya relación amorosa con el conquistador castellano Gonzalo del Castillo fue descrita por Antonio de Viana en sus Antigüedades de las Islas Afortunadas. A pesar de su poca fiabilidad histórica, el mito de Dácil se ha convertido en todo un icono de la tradición literaria insular

Tibiabin.

Esta sacerdotisa de Fuerteventura hablaba con los demonios y sus decisiones eran muy tomadas en cuenta. Era una mujer fatídica, que profetizaba cosas que después resultaban verdaderas. Tal era su autoridad, que decidía las controversias y disensiones entre los principales de la isla.

Tenesoya.

Sobrina del guanarteme de Gáldar, fue apresada por Diego de Herrera en la playa de El Bañadero mientras se bañaba con otras dos mujeres. Herrera la llevó a Lanzarote, donde fue bautizada como Luisa. Poco después se casó con Maciot, sobrino de Jean de Bethencourt. Tuvo una participación decisiva en la liberación de rehenes castellanos apresados en Gando.

Bentejuí.

Fue el último guanarteme de Gáldar, liderando la resistencia ante las tropas de Pedro de Vera. El empuje de éstas lo obligó a retirarse a Tirajana. Cuando la superioridad de los castellanos no dejó otra opción que la rendición de Benetejuí, optó por el suicidio ritual, despeñándose desde la fortaleza de Ansite.