El volcán sintió ayer la llegada de los Príncipes de Asturias. Después de expulsar piroclastos por última vez hace ya tres días y estar las últimas 24 horas sin dar ninguna señal salvo el consabido burbujeo que tiñe el mar de Las Calmas, resurgió poco después de que los Príncipes sobrevolasen sus dominios.

La fiesta que vivió ayer el pueblo de La Restinga con la visita de Don Felipe y Doña Letizia comenzó pocos minutos antes, cuando un helicóptero se adivinó en el horizonte. Los herreños, que abarrotaban la avenida marítima por donde más tarde debería pasar la pareja real, estallaron en vítores. Desde que comenzó la crisis sísmica los habitantes habían visto cómo su pueblo, uno de los que más movimiento turístico tenían en El Hierro, se convertía en una sombra de lo que fue por el miedo al volcán. Al fin pasaba algo que se podía celebrar.

El helicóptero de los Príncipes realizó una primera pasada por La Restinga antes de girar y dirigirse al mar de Las Calmas. Gracias a la ausencia de un proceso eruptivo más virulento pudieron sobrevolar el lugar donde el cono volcánico tiene su boca. En las calles, la gente observaba en silencio las maniobras del aparato.

El volcán, sin embargo, quería ser protagonista. Cuando el helicóptero ya se acercaba a su lugar de aterrizaje, corrió un murmullo de asombro entre los presentes. Había despertado. Todas las miradas se giraron hacia el horizonte, donde una columna de vapor blanco ascendía con pereza. El fenómeno eruptivo que ha sumido a los habitantes de El Hierro en meses de tensión, daba muestras de seguir bien vivo y saludaba a Don Felipe y Doña Letizia.

Los dos se bajaron en el puerto acompañados por el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, y la delegada del Gobierno en el Archipiélago, María del Carmen Hernández Bento. Allí les recibió el presidente del Cabildo de El Hierro, Alpidio Armas, y se inició oficialmente la visita a la Isla.

Los cánticos de cumpleaños feliz se convirtieron en la norma. A cada paso, grupos de personas felicitaban a don Felipe por su cuadragésimo cuarto aniversario. Doña Letizia, por otra parte, no se podía apartar de los más pequeños y allí donde podía cogía bebes en brazos y hablaba con sus padres.

Varios centenares de personas se reunieron entre Arenas Blancas y la plaza de La Restinga para ver pasar a la comitiva real. El pueblo que durante tanto tiempo había estado prácticamente vacío respiraba vida por sus cuatro costados. En el horizonte, el volcán ya no era una amenaza, los Príncipes lo estaban convirtiendo en un reclamo turístico.

La primera parada que hicieron fue en el mirador de Arenas Blancas, un enclave privilegiado desde donde se divisan a la perfección los signos del foco eruptivo submarino. Dos miembros del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Carmen López y Jesús Javier Gómez, les explicaron las claves de la pesadilla de la villa marinera. Allí también recibieron como regalo un libro con las fotografías más representativas del volcán y pudieron saludar a los alcaldes de los tres municipios herreños (Valverde, El Pinar y Frontera).

El plato fuerte de la jornada se acercaba. Las nubes que habían amenazado el día desaparecieron para dejar paso a un sol deslumbrante que acompañó los pasos de Don Felipe y Doña Letizia por La Restinga. Su recorrido cruzaría la avenida marítima del pueblo pesquero donde una serie de sorpresas detendrían la comitiva. Los gritos de "¡vivan los Príncipes!", los aplausos, las lágrimas y las sonrisas fueron la tónica de un paseo de más de una hora de duración.

A mitad de camino, los bailes típicos de la Isla, representados por un tango herreño que interpretó el grupo folclórico Taicares, sorprendieron a la pareja real que, tras disfrutarlos no dudaron en saltarse el protocolo para saludar a los artistas.

Un poco más adelante, doce escolares del Colegio de Infantil y Primaria de La Restinga detuvieron a Don Felipe y a Doña Letizia con dos enormes pancartas y un regalo de cumpleaños. Un cuento elaborado por ellos en el que les contaban lo que les había pasado con el volcán y cómo habían sido evacuados hasta en dos ocasiones.

El paseo por La Restinga llegaba a su final. En una parada en el Centro de Interpretación del volcán de La Restinga, don Felipe asedió a preguntas a la directora del IGN en Canarias, María José Blanco, y se mostró visiblemente interesado en conocer todos los pormenores del proceso eruptivo, no solo actual sino del Archipiélago. Blanco guió a los Príncipes en una visita sobre el pasado, presente y futuro de los volcanes en Canarias. Además, allí pudieron ver más imágenes del volcán y sostener los famosos piroclastos llamados restingolitas.

Poco antes de terminar, los Príncipes saludaron a los representantes de los colectivos y profesionales que están implicados en la emergencia sísmica. Una vez más, los habitantes de La Restinga al saber que ya se marchaba, volvieron a cantarle el cumpleaños feliz y le pidieron que regresase algún día.

La emoción y el cariño de los herreños no podía interrumpir la visita real, que ahora se encaminaba, en un cambio de planes típico de la Casa Real por carretera hasta la Central Hidroeléctrica, Gorona del Viento, donde conocieron el futuro de El Hierro como isla energéticamente autosostenida.

Un discurso en el Cabildo (Valverde) y una degustación de los productos típicos de la Isla, fueron la culminación de una visita que nunca será olvidada por los herreños.