La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) no se libra de los contratos de escasa retribución, los de los profesores a tiempo parcial. Tiene a unos 700 profesores como personal docente e investigador laboral, en una plantilla que suma alrededor de 1.700 efectivos.

Una veintena de tipos de contratos estipulan las retribuciones del personal laboral, dependiendo de su propio estatus y el tiempo de dedicación en horas de docencia.

A todos ellos les dividen, sin embargo, dos categorías que diferencian el trabajo a tiempo completo (el profesorado con contrato indefinido se incluye en este grupo) y a tiempo parcial.

En este último grupo se encuentran los profesores ayudantes (ATP), que son quienes cobran menos y tienen menor estabilidad laboral. Ellos son los primeros a los que se les puede enseñar la puerta de salida del sistema cuando se aplique el nuevo decreto de ajuste presupuestario en el sistema universitario.

Una situación que se viene produciendo en los últimos tiempos en algunas universidades españolas, en las que los ATP ya no son tan numerosos, y que también se viene constatando en algunos departamentos de la Universidad grancanaria, según fuentes docentes.

"Un número significativo del personal laboral tiene este tipo de contrato", afirma Inmaculada González Cabrera, presidenta del comité de empresa del personal docente e investigador no funcionario de la ULPGC.

Este tipo de contrato, originariamente en la ley para permitir la incorporación de profesionales de reconocido prestigio a la docencia universitaria, se ha ido desvirtuando con el tiempo hasta convertirse en la salida para dar cobertura a distintos tipo de situaciones: cubrir desde una jubilación a una baja prolongada de un docente.

"Se ha pervertido su uso", según González Cabrera. "Las universidades españolas, en mayor o menor medida, utilizan ese contrato con esta finalidad".

Desde tres a seis horas a las semana, los sueldos son mínimos para profesores a los que se les permite la compatibilidad con otro trabajo.

De hecho, para acceder a este tipo de contrato en la universidad hay que acreditar que se es profesional, aunque eso no signifique que se tienen otros empleos y, por tanto, otras vías de ingresos en la práctica.

"Yo me pago mi seguro como autónomo", explica un docente ATP que prefiere guardar el anonimato. "Realizo trabajos a terceros pero reconozco que con 700 euros no se puede hablar de un empleo como tal".

Sin embargo, este docente, con varios años ya de experiencia en la ULPGC, confiesa que "la universidad te da más de lo que realmente cobras: puedes hacer doctorados, asistir a congresos y otros eventos que te ofrecen más formación y se abren otras puertas".

"Estamos muy mal pagados. Así que si no tienes vocación no sobrevives en la universidad", afirma Inmaculada González Cabrera. "El trabajo para lograr la estabilidad es ingente y una lucha contra reloj", añade.

De hecho, acceder a un puesto de docente a tiempo parcial ya dice de la dureza de la carrera docente. Hay que sumar horas, investigación y méritos de todo tipo para competir por un contrato, cuando se abren convocatorias, para después poder ir progresivamente escalando en otros que ofrezcan más estabilidad y mejores retribuciones.

A eso aspiran los ATP y los que aún no han logrado el estatus de profesor a tiempo completo con contrato indefinido (las modalidades de contratado doctor y profesor colaborador) en el personal laboral.

"No tengo miedo a que me echen. Si me tengo que ir, me voy. Pero con estos despidos van a cortar el relevo generacional en la plantilla de la universidad".