Excelentísimo señor Presidente del Gobierno de Canarias, Excmo. Sr. D. Mario Vargas Llosa, distinguidas autoridades, miembros de la Corporación, Hijos Predilectos, Hijos Adoptivos y Medallas de Oro de la Ciudad.

Señoras y señores.

¡Muy buenas noches!

Hablar antes o después del Maestro es un ejercicio de alto riesgo. Confío en su benevolencia y les ruego sean indulgentes.

Precisamente por eso, no encuentro mejor forma de comenzar que utilizando sus propias palabras. Concretamente aquellas con las que definió magistralmente a la Literatura al recibir su Premio Nobel en diciembre de 2010:

"Es aquella que tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan".

Pero, ......no les parece que bien podía haberse estado refiriendo a Las Palmas de Gran Canaria. Si me aceptan el guiño, creo que no me equivoco al afirmar que eso es precisamente nuestra ciudad, un lugar que tiende puentes, un lugar capaz de unir a pesar de las lenguas, religiones o costumbres. Un lugar en mitad del Atlántico, cuyas aguas han sido capaces, a lo largo de nuestra historia, de conectarnos con territorios tan distantes en el mapa, pero tan cerca en el corazón, como el propio continente americano que vio nacer a nuestro ilustre Hijo Adoptivo y dentro de aquél con Perú, al que llegaron las primeras cepas procedentes de nuestras Islas y que dieron vida al pisco, hoy bebida nacional peruana.

Estoy seguro de que algo de este carácter abierto al mundo, distendido y exento de prejuicios, supo ya ver y reflejar Vargas Llosa en "El sueño del celta". Una obra, basada en hechos reales, en la que el cónsul británico Roger Casement recala en nuestro Puerto de La Luz para descubrir una ciudad de principios del siglo XX que, pese a distar mucho de esta Las Palmas de Gran Canaria de nuestros días, sí demostraba ya su afán de libertad vital y de pensamiento.

Cuando en enero de 1913, Casement pasea por el Parque de Santa Catalina, lo percibe, según escribió nuestro homenajeado, como un "barrio lleno de tabernas, bares y hotelitos prostibularios". No seré yo quien entre a discutir si esta afirmación se correspondía con la realidad de la época o si se trata de un recurso estilístico de la obra. Lo que sí me atrevo asegurar es que el diplomático británico, que sirvió de protagonista a Vargas Llosa, pudo sentirse libre en nuestras calles; pudo reencontrarse consigo mismo, con sus más profundos sentimientos y comenzó otro viaje muy distinto al que le había movido hasta llegar a nuestra tierra: un viaje hacia su interior, alumbrado por la Luz de nuestro Puerto, siempre protagonista en la historia de nuestra ciudad.

Porque esa es Las Palmas de Gran Canaria, la que ha sido siempre y la que seguirá siendo: una ciudad de Luz, capaz de iluminar el camino tanto de propios como de foráneos.

Sin embargo, 100 años han dado para mucho y, desde aquella Ciudad que conoció Casement hasta la de nuestros días, esta capital insular no solo ha multiplicado por diez su población, sino que además ha evolucionado hasta convertirse en un referente para el mundo: en una capital abierta, cosmopolita, crisol de razas y de culturas que, desde todos los confines de la tierra, han arribado a nuestras costas, arrastradas por este mar que tanto nos define y que no solo moldea la silueta de nuestra costa, sino también el carácter y la idiosincracia de nuestras gentes. Una ciudad que aspira, en este complicado siglo XXI y siguiendo esa estela de hospitalidad a convertirse en un lugar estratégico en las nuevas relaciones internacionales en las que el desarrollo de África constituye uno de los grandes objetivos.

Nuestra españolidad, nuestra historia nos avalan como un lugar seguro, una ciudad en la que se puede confiar.

Personajes ilustres, como el cónsul que inspiró "El sueño del celta", o como Ágatha Christie, Churchil y otros muchos quizá menos conocidos pero igualmente importantes en nuestra historia, contribuyeron a sentar las bases de esta ciudad que hoy conocemos, de su turismo, de su amplitud de miras, de su interculturalidad y de sus enormes posibilidades de crecimiento. Una ciudad a la que si hoy regresara Casement, quizás no habría podido abandonarla nunca.

Aunque, echando la vista atrás, fueron probablemente los años en los que por primera vez recaló Vargas Llosa en nuestra tierra, entre los 60 y los 70, cuando comenzaba una de las etapas de mayor crecimiento de esta ciudad. Estoy seguro de que nuestro invitado recuerda aquellos años de despertar turístico de Las Palmas de Gran Canaria y, en sus muchos regresos a ella, pudo comprobar por sí mismo cómo ha crecido y evolucionado. Quizás, incluso, -¿por qué no?- algún día nos honre haciendo viajar a otro de sus personajes a estas tierras y nos haga disfrutar con él tanto como hemos disfrutado desde que descubriéramos sus novelas. En mi caso, a través de mis profesores y entre ellos tengo que nombrar a Eugenio Padorno.

Un profesor, Padorno, cuya labor tiene también mucho que ver sobre la relación entre Vargas Llosa y nuestra isla. Fue la aventura editorial, "Inventarios Provisionales", en la que Eugenio Padorno se embarcó en los años 70, la que hizo posible que tuviéramos el honor de contar con nuestro hoy Hijo Adoptivo como jurado del "Premio Canarias de Literatura", que otorgaba precisamente aquella editorial.

Desde entonces han sido varias las citas profesionales en las que Vargas Llosa nos ha honrado con su presencia. En 1979 tuvimos la suerte de contar con él en el I Congreso Internacional de Escritores.

Posteriormente, en 2003, el ciclo "Conferencias de la Libertad", que impulsara el Alcalde JMS nos brindó nuevamente la oportunidad de disfrutar de su intelecto. Debo señalar que, primero como Alcalde y más tarde como Presidente del Cabildo, Jose Manuel Soria se empeñó en acercar a nuestra Isla al universal escritor, mucho antes, por cierto, de la concesión del Nobel. "El adorna al Nobel y no al reves" le he oido decir muchas veces al hoy Ministro del Gobierno de España. Así en 2007 puso en marcha el Foro Literario Vargas LLosa; siempre apoyado y asesorado por nuestro también Hijo Predilecto, Juan José Armas Marcelo. Entonces, el autor de "La ciudad y los perros " nos deleitó con la conferencia "Viaje a la Ficción", con una clase magistral sobre el teatro, en la que manifestó su admiración por la obra de nuestro querido Pérez Galdós, quien da nombre a este teatro en el que nos encontramos. Este Foro, fue inexplicablemente interrumpido, dejando a la Isla sin una de las iniciativas culturales más ambiciosas de los ultimos tiempos.

En fin, los ejemplos anteriores son algunas de las innumerables ocasiones en las que hemos podido admirar, no solo su dominio de las letras y oratoria, sino, su extraordinario carisma e inalterable sencillez. Porque más allá de la indudable maestría de su pluma, Vargas Llosa es un hombre de fuertes y arraigados valores, cuyas ideas sobre la religión, la política y la vida han sido inspiración para muchos, desde luego, para el que les habla.

En el mismo discurso que les citaba al principio, con el que recogió su Premio Nobel, nuestro Hijo Adoptivo aseguraba que la Literatura es capaz de crear "fraternidad dentro de la diversidad humana". Y ese mismo concepto fraternal se manifiesta en su forma de vivir, en su ideal de un mundo sin fronteras que tanto lo identifica con esta ciudad.

Vargas Llosa se confiesa "ciudadano del mundo", un hombre orgulloso de sentirse heredero de tradiciones, creencias, razas y culturas distintas, "procedentes de los cuatro puntos cardinales".

Creo que cualquier ciudadano de Las Palmas de Gran Canaria puede sentirse identificado con estas palabras, tanto como me siento yo al escucharlo proclamar su españolidad y su defensa a ultranza del patriotismo. Sus ideas sobre el nacionalismo, o como él lo califica, "esa ideología – o más bien religión- provinciana, de corto vuelo y excluyente", nos da la pista de la altura intelectual de un hombre que nos enseña cada día el valor del respeto y la tolerancia.

Vargas Llosa ha compartido siempre sus ideas y nos ha dicho lo que piensa sobre el amor a su país, un sentimiento que califica como "sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron sus primeros sueños", y que nada tiene que ver, por tanto, con la exclusión y el aislamiento que proclaman los independentismos y nacionalismos radicales que a menudo contaminan la paz de nuestra sociedad.

Su compromiso social, ético y político es un ejemplo para todos. Unos ideales que se despiertan como nunca en su obra "La civilización del espectáculo". Un libro que logré adquirir antes de que se agotara en las librerías de Las Palmas de Gran Canaria y que les invito a leer si aún no han tenido la oportunidad.

Creo que en los tiempos que vivimos, en los que la frivolidad y la ambición sin medida presiden muchas de las actividades humanas, leer una obra que invita a recuperar la filosofía, la literatura y la cultura como referentes de vida es un sano ejercicio que nos puede llevar a mejorar nuestra perspectiva de la realidad.

Precisamente en la presentación de esta obra, que hizo hace poco menos de un mes en Madrid, nuestro homenajeado de hoy no tuvo reparos en manifestar su confianza en la legitimidad de la Monarquía de nuestro país. Una institución que, coincido con sus palabras, "es muy valiosa y muy necesaria para España".

La monarquía, las instituciones y los responsables públicos debemos estar a la altura de lo que hoy España necesita de nosotros. Es la hora de la generosidad, de la cercanía al corazón de la patria, como diría Galdos, y de la responsabilidad. La situación que vivimos no admite atajos ni escondites que solo servirían para cangrenar los tejidos sanos de nuestro cuerpo. Es la hora de la unidad y del acuerdo, es la hora en la que los gobiernos de los distintos territorios de España y, en todo caso, los dos grandes partidos politicos nacionales demuestren su patriotismo. Es la hora de la fraternidad a la que alude nuestro ilustre paisano. Y teniendolo hoy entre nosotros, una de las voces más comprometidas y respetadas de nuestros intelectuales, yo le quiero decir que lo necesitamos más que nunca, que tiene todavía mucho que enseñarnos y le pido, y te pedimos querido Mario, que nos ayudes a encontrar la cordura entre tanto ruido que nos dispersa, que nos entretiene y que nos confunde.

Y, por todo ello, debemos sentirnos tremendamente orgullosos de tener a Mario Vargas Llosa como Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria. Su ejemplo de vida, superación y perseverancia son un regalo para cualquiera que tenga la suerte de acercarse a sus obras y a sus palabras.

Su conferencia de hoy, en la que podremos adentrarnos en los entresijos de su primera novela, "La Ciudad y los Perros", nos dará una muestra de esta altura intelectual y ética a la que me refiero. Creo que 50 años después de su publicación, esta obra maestra tiene aún mucho que mostrarnos y nadie mejor que su autor para que nos indique ese camino.

Sin embargo, no quiero concluir sin hacer la mención especial que merecen quienes recibieron junto a nuestro homenajeado de hoy el título de Hijos Adoptivos de esta Ciudad: Juan Miguel San Juan, Anastasio Travieso Quintana, Antonio Castro Feliciano, Felipe Amor Tovar, Guillermo García Alcalde, José Sánchez Rodríguez, Pedro Betancor León, Salvador García Carrillo y, a título póstumo, Enrique Sánchez Doreste, Felipe Luis Martos Bueno y José Agustín López Sánchez.

Del mismo modo, merece toda nuestra admiración y mi reconocimiento Ángel Luis Tadeo Tejera, que se convirtió a título póstumo en Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria, junto a Cristóbal Corrales Zumbado, Andrés Megias Pombo, José Alemán Hernández, Elsa Esther Chelala López, Yolanda Graziani y Sergio Alonso. Así como recibieron las Medallas de Oro la ex alcaldesa Pepa Luzardo Romano, la Comisión de Fiestas de la Naval, la Cooperativa Tres Palmas y la murga Los Chancletas.

Vaya para todos ellos mi recuerdo y renovada felicitación. Felicitación que extiendo a mi predecesor en la Alcaldía de nuestra Ciudad, Jerónimo Saavedra por su iniciativa de proponer las distinciones señaladas y entre ellas la de Mario Vargas LLosa como Hijo Adoptivo.

De este modo, los dejo con nuestro Ilustre paisano, no sin antes manifestar a Mario Vargas LLosa y a su esposa Patricia, mi profundo agradecimiento y el de toda la ciudadanía de Las Palmas de Gran Canaria por aceptar esta distinción de Hijo Adoptivo y por honrarnos con su presencia en este día, que rubrica ya un capítulo de oro en nuestra historia.

¡Muchas gracias y buenas noches!