Durante su comparecencia ante los medios de comunicación, Vargas Llosa recordó sus antiguas experiencias de actor teatral y candidato a la presidencia del Perú, en unas reñidas elecciones de 1990 que perdió frente a Alberto Fujimori.

"Fue una experiencia que duró casi tres años, fue una campaña electoral muy larga, en un contexto muy difícil para el Perú, pues había una violencia política terrible, eran los años en que Sendero Luminoso y el movimiento de Tupac Amaru habían iniciado una guerra de guerrillas, que en realidad era una guerra terrorista. De otro lado, eran años muy difíciles desde el punto de vista económico debido a unas políticas populistas muy irresponsables, el Perú vivía una inflación galopante, había sido declarado inelegible para recibir créditos por la comunidad financiera internacional", comenzó recordando su tentativa política.

No volverá a repetir como candidato a unas elecciones, pero aquella fue una experiencia de la que extrajo importantes enseñanzas: "Fue una experiencia ingrata en muchos sentidos: por la violencia, por los muertos, por la inseguridad que vivimos en ese periodo, y al mismo tiempo muy instructiva. No hay nada como una campaña electoral para conocer la política en lo mejor y en lo peor que tiene. Creo que aprendí mucho: una de las cosas es que yo no soy un político sino un escritor. De ahí que mi participación en política no será nunca la de un candidato o un profesional, sino la de un ciudadano que participa en el debate público defendiendo ciertas opciones y criticando otras. Eso es lo que he hecho desde 1990".

Fue, además, un hiato obligatorio en su pasión, la escritura literaria. "Para mí significó prácticamente interrumpir totalmente la actividad literaria, que es mi vocación fundamental, ya que yo no hice política por vocación, sino empujado por ciertas circunstancias", recordó.

Odiseo

Muy diferente fue su labor como actor, precisamente en Odiseo y Penélope, la obra de teatro que coprotagonizó en 2006 junto a Aitana Sánchez Gijón y que hoy verá representada en el Paraninfo de la ULPGC por un grupo de teatro de la universidad. "Fue una experiencia muy bonita, bellísima, inolvidable y arriesgada, diría que temeraria, porque no sólo escribí esta adaptación en formato menor de La Odisea, sino que tuve el atrevimiento de treparme a un escenario para actuar en ella", dijo.

El escritor se mostró bastante escéptico respecto a sus posibilidades interpretativas de cara al futuro. "No me hago ninguna ilusión sobre mis capacidades histriónicas. Pero fue una experiencia muy enriquecedora para mí porque viví la ficción. He dedicado mi vida a escribir ficciones y de pronto, ya algo tarde diríamos, me tocó vivir la ficción como la vive un actor, y es una experiencia realmente maravillosa, difícil de describir, eso de convertirse de pronto, por un par de horas, en personaje de ficción". Aludió con minuciosidad a esas sensaciones que le deparó la actuación teatral. "Vivir la ficción, dejar de ser uno mismo, pasar a ser otro, vivir esa experiencia de transferencia, de transmutación, desde la piel de un personaje de ficción", finalizó.