"Eran pocos, pero daban su guerrita". Francisco Laína era gobernador civil de Las Palmas -recién nombrado por el ministro de la Gobernación, Manuel Fraga- cuando el primer artefacto explosivo del Mpaiac, una bomba casera, estalló en el exterior del edificio de Galerías Preciados de la calle Mesa y López, en Las Palmas de Gran Canaria, el 1 de noviembre de 1976. Fue ésta una historia, la de la actividad terrorista (de baja intensidad) del Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, que duró dieciocho meses, hasta el atentado contra su líder, Antonio Cubillo, en Argel en abril de 1978, por encargo de los servicios de inteligencia españoles.

Y lo chapucero fue la tónica dominante; se trataba en la mayoría de los casos de bombas de fabricación casera y luego de la utilización de algunos kilos de goma dos en cada acto terrorista; aunque comparado con los que por aquel entonces perpetraban ETA o los Grapo tal vez cueste llamarlos así. En realidad, de unos sesenta artefactos colocados sólo exploraron veintiocho. A esto habría que sumar robos, pequeños atracos y el intento siempre fallido del cobro del impuesto revolucionario a empresas en las Islas.

A falta de una militancia mínimamente relevante en número y preparación terrorista, este grupo canario debió nutrirse en gran medida entre el lumpen insular, reclutando a delincuentes. Y, sin embargo, hubo derramamiento de sangre: un muerto y casi una decena de heridos, algunos de ellos de consideración. Y una acusación de enorme calado: la responsabilidad indirecta en el escalofriante accidente aéreo de Los Rodeos en 1977, que aún hoy está considerado el peor de la historia de la aviación.

Secuestro de un barco

Aquel primer atentado en el entonces edificio de Galerías Preciados causó solo daños materiales, pero representó un gran impacto social pese a lo nimio de su factura material. La Transición política acaba de comenzar en España y las Islas vivían un momento crítico: una grave situación económica (la primera gran crisis turística) y el abandono español del Sahara y, con ello, que dio al traste de golpe con la actividad pesquera en el banco canario-sahariano y con la reexportación comercial a África, que era la segunda pata de los llamados puertos francos.

Y a ello se le sumaba el intento de venganza de Argelia contra España por la entrega del Sahara a Marruecos, sustanciada en el activo apoyo argelino a Antonio Cubillo y al Mpaiac para desestabilizar a las Islas. Con todo antes de aquel primer atentado en Galerías Preciados, el terrorismo canario se estrenó con el secuestro finalmente fallido de un pequeño barco mercante canario en alta mar. Dos militantes independentistas enrolados a los efectos intentaron desviarlo al puerto de Orán. Pero las autoridades argelinas se negaron a admitir el atraque del barco, con lo que el Mpaiac optó por abortar aquella operación. Los secuestradores se tiraron por la borda y ganaron la costa argelina a nado. No fueron detenidos.

Sabotaje al turismo

Tras lo de Galerías Preciados, que preocupó más por lo que potencialmente podía implicar que el terrorismo canario que se estrenaba fuera a más, el Mpaiac provocó un gran incendio en el hotel Beverly Park, en Gran Canaria. No hubo heridos, la línea estratégica de la violencia de este grupo quedaba marcada: el sabotaje al turismo. No en vano unas semanas después explotan otros siete artefactos en Las Palmas de Gran Canaria, esta vez en las agencias de viajes Fernando Poo, South África, en las oficinas de Iberia en la Avenida Marítima y en los antiguos Almacenes Simago, junto a la calle Triana. Y ya el 27 de marzo de 1977, otra bomba casera causa indirectamente el peor accidente aéreo de la historia, en Los Rodeos, cuando dos jumbos chocan en pista con un saldo de casi 583 muertos.

El Mpaiac hizo explotar dos bombas en la floristería del Aeropuerto de Gran Canaria, hiriendo a una empleada, Marcelina Sánchez, que estuvo dos años convaleciente, tuvo importantes secuelas. Esas explosiones y las amenazas telefónicas de que había más artefactos, recuerda Francisco Laína, provocaron el cierre del aeropuerto y el desvío del tráfico a Los Rodeos. Ese mismo año, 1977, otros ataques con bomba del Mpaiac se cebaron, entre otros, en las oficinas de Información y Turismo del Puerto de la Cruz, donde estallaron 16 cartuchos de goma 2, en el hotel Valle Mar del Puerto de la Cruz, en la residencia de verano del Capitán General de Canarias, en La Laguna, en la Mutualidad Laboral y en Galerías Preciados de Santa Cruz de Tenerife, en el hotel Botánico del Puerto de la Cruz, donde una turista británica resulta herida, y en el Banco Central, en La Laguna, cuyo inmueble fue destrozado. En Madrid también actuaría el Mpaiac, colocando bombas en el exterior de Galerías Preciados, del Ministerio de Asuntos Exteriores y en la estatua de Isabel la Católica, en la Plaza de España.

Un artificiero muerto

En febrero de 1978, el artificiero Rafael Valdenebro Sotelo, de 27 años, muere días después de que le estallara una bomba que intentaba desactivar en el entonces Banco de Vizcaya, en La Laguna. Pero para entonces las autoridades policiales españolas, en colaboración con el servicio secreto alemán, ya habían decidido matar a Cubillo en Argelia. El intento de asesinato se produjo el 5 de abril de 1978; pocas horas después la última bomba del Mpaiac estallaba en la actual sede de la Delegación del Gobierno, en la capital grancanaria.