Necesito oír la voz, el espíritu me habla y no va a revelar ningún secreto". La voz y la experiencia de la médium canadiense Marilyn Roosner, una mujer que goza del "privilegio de estar entre dos mundos", parecía invocar a los seres ausentes vinculados a todas y cada unas de los varios centenares de personas, unas 600 según la organización, que arroparon ayer tarde en ExpoMeloneras la demostración en directo de sus facultades en la clausura del I Congreso del Misterio. Un éxito en esta primera convocatoria por la que han pasado expertos de distinto signo, y que tendrá su continuidad en el sur grancanario al menos durante otras tres ediciones, según confirmaba anoche la organización, de cara a fidelizar un turismo de congresos vinculados a las ciencias ocultas.

Roosner, toda una institución internacional en la materia, se ganó la confianza del público en la primera parte del acto donde habló de la vida después de la muerte, y de la necesidad de buscar la paz interior cuando "atravesamos un momento crítico, con mucha gente que habla del fin del mundo". Y como quiera que "la muerte no es el final" abundó con verbo suelto en "este fenómeno que es el puente entre la religión y la ciencia".

La médium, fundadora del Instituto Internacional de Ciencias Humanas Integrales de Montreal (IIIHS), en ningún momento se desprendió de sus gafas de sol y quiso que la iluminación de uno de los auditorios de ExpoMeloneras fuese la máxima durante el acto. Reiteró a un aforo que no perdía detalle de cada palabra que "los espíritus vienen con ustedes, ellos quieren comunicarles que no están muertos y nuestro espíritu decide cuándo quiere venir". Con estas premisas y advirtiendo que "somos un espíritu que vivimos en un cuerpo" y que tras la muerte el espíritu "tarda tres semanas en salir del cuerpo", Marilyn Roosner quiso demostrar a la audiencia que es posible, sin truco ni artificio alguno, trabar comunicación con los ausentes.

En sus palabras, "separar la verdad de la mentira, experimentar paz en la tierra, el respeto entre nosotros y los otros". Con micro en mano y asistida por su ayudante y traductora, lanzó una pregunta a la audiencia antes de recorrer el patio de butacas: "¿Saben a dónde van a ir después de morir? En el mundo espiritual nadie irá al infierno, nadie va a ser quemado,..., y cuando morimos, regresamos con algunas señales".

Esas señales, en forma de aura según puntualizaba la médium, comenzaron a manifestarse en el público. "¿Quién tiene un mensaje?", cuestionó a los espectadores, y casi todos los presentes alzaron la mano. Roosner fue eligiendo personas al azar en busca de esos mensajes y tras pedir autorización a cada uno decía "hay un hombre detrás de ti". De su boca brotaban mensajes que definían con tremenda exactitud el perfil, situación, miedos y preocupaciones de cada uno de los participantes. El dolor por una pérdida familiar reciente y lo que éste transmitía desde donde quiera que estuviese; que sus problemas de salud eran pasajeros; que habría tiempos mejores para las relaciones de pareja o para los negocios; o la preocupación por la herencia de unos terrenos, entre otras cuestiones. Y en todos ellos acertó de pleno entre el asombro del público.

"Aura inusual"

En medio de la sala y "rodeada de los espíritus de todos los seres queridos", detectó un "aura inusual" en una persona a la que recomendó que tuviera cuidado; y "una vibración muy fuerte" en otro hombre que, a su juicio, suponía que "has venido a la tierra con un poder de sanación muy fuerte, no tengas miedo". Una sonora ovación, más intensa que la que recibió a la médium a su entrada, en la que se mezclaba la perplejidad de unos y el asombro de otros por lo revelador del encuentro, puso el broche de oro a dos días de misterio.