- ¿Cuál es el hilo conductor de la conferencia 'La apasionante Historia del calendario', impartida en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología?

- Se trata de describir cómo, a lo largo de los siglos, ha ido cambiando la forma de contar las fechas hasta llegar al calendario gregoriano, que es el que rige en todo el mundo.

- Nuestro calendario, el gregoriano, ¿puede decirse que va en la buena dirección?

- El gregoriano fue una reforma del calendario romano, instaurado por Julio César antes de Cristo, que pretendía calcular mejor la fecha del domingo de resurrección. Es bastante bueno dado que cumple con su objetivo, que además es respetuoso con la tradición. Si quisiéramos ser exactos con la situación de los astros pues igual no, pero eso ya se sabía cuando se hizo. Perfecto no es ninguno.

-¿En qué premisas se basa esta herramienta?

- Casi todos los calendarios a lo largo de la Historia intentan seguir el ciclo de la Luna para los meses y el movimiento del Sol para el concepto de año. Hay que tener en cuenta que no se le puede cambiar a la gente los calendarios cada dos por tres, y tener una estabilidad. Julio César lo sabía y estableció los 365 días para un año, añadiendo un día extra cada cuatro años, que es relativamente sencillo. Pero incluso así, al cabo de 1.600 años, no era suficientemente preciso y las estaciones se habían desfasado respecto de las fechas. El equinoccio de primavera, que cae el 20 de marzo, tenía lugar el 10 o el 11 de marzo. Por eso se reformó.

-¿Por qué fue necesaria la reforma?

- Ocurre que la duración de un año no es exactamente 365 días más un cuarto de día más, sino un poquito menos, cuestión de minutos. Ese desfase, en un año, no se nota, en diez años tampoco, en doscientos un poquito, pero al cabo de mil años se deja notar. Así nos ajustamos mejor al tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol, o lo que es lo mismo, cada cuánto se repiten las estaciones, que es lo que los astrónomos llaman un año trópico.

-¿Cuántas veces ha sido corregido?

- Desde que se corrigió en 1.582 no se ha vuelto a corregir, porque se estableció una regla para que ese desfase no se diera durante mucho tiempo. La reforma gregoriana modificó la regla de los años bisiestos de forma indefinida, y establece que tres veces cada 400 años se ignoren y se tratan como un año normal. Así se evita el desfase de las premisas julianas. Esto, además, es algo de lo que no nos damos cuenta, porque son periodos muy largos. Durante nuestra vida no ha sucedido nunca, dado que la última vez fue en 1.900, y la próxima vez será en el 2100, con lo que nosotros no lo conoceremos. Ahora hay que esperar casi 4.000 años para que se produzca un desfase de un día.

-Una vez cada 400 años son periodos imperceptibles durante generaciones

- Sí. Un modo sencillo de calcularlo es tener en cuenta que esas ocasiones son siempre fines de siglo, es decir: los años que acaban en dos ceros, y que no son múltiplos de 400, no son años bisiestos. Por ejemplo, no lo fue en 1.700, no lo fue en 1.800 y no lo fue en 1.900. En 2.000 sí, porque es múltiplo de 400, y no volverá a ser bisiesto en 2.100. Hemos vivido una época en la que no se ha aplicado la modificación.

-La evolución del calendario en Occidente ha tenido sus propias causas. ¿Cómo se fue extendiendo por el globo?

- El juliano se extendió en Occidente, porque fue asimilado por el Imperio Romano, y más tarde aceptado por la Iglesia. Cuando el Papa Gregorio XIII hizo esta reforma los católicos lo aceptaron, aunque el resto del mundo se opuso, de hecho los protestantes no lo aceptaron hasta el siglo XVIII, y los estados del bloque del Este, que eran ortodoxos, en el siglo XX. De hecho, en Rusia, en los años 20 del siglo pasado, concibieron un calendario con semanas de cinco días en relación a otra forma de organizarse el trabajo, para romper con la religión. Pero la gente lo tenía muy arraigado y no tuvo éxito, volvieron a los pocos años.

-Estos planteamientos astronómicos y sus correcciones, ¿han visto su reflejo en otras culturas?

- Culturas como la china o la musulmana conservan el uso de calendarios distintos por motivos religiosos. Los musulmanes no se fijan en el sol, así que sus fechas nunca son fijas respecto a las nuestras, sus años son 11 días más cortos que los nuestros y corren más rápido. En 10 años tendrán 110 días más que nosotros, y en tres décadas un año más. En la vida civil se ajustan al occidental, para evitar problemas en el mundo de los negocios o el de la comunicaciones.

-Tratándose de medir el paso del tiempo, estos desfases históricos podían ser desastrosos si se daban a niveles institucionales.

- Sí bueno, cada uno se regía por su calendario, pero por ejemplo, antes de que se aceptase la reforma gregoriana en Inglaterra, un príncipe holandés heredero de la corona inglesa, partió desde los Países Bajos hacia Gran Bretaña para coronarse, pero llegó unos pocos días antes, porque en un sitio tenían el calendario gregoriano y en el otro el juliano, que iba 11 días por detrás.

-¿Qué destaca de entre los aspectos de la astronomía y todo lo que rodea al calendario que lo puedan convertir en objeto de interés?

- Si uno conoce los detalles, el calendario nos vincula con el movimiento de los astros, pero sobre todo con muchísimos siglos de cultura. En el nuestro, aunque la mayoría de la gente no lo sabe, hay restos del calendario egipcio, o el babilonio de hace 2.500 años, de los romanos y culturas suce- sivas.