"El traslado de los niños con cardiopatías congénitas a otros hospitales de la Península pone en riesgo su vida". Así lo aseguró ayer el jefe de Servicio de Cardiología Pediátrica del Hospital Materno Infantil, Pedro Suárez, que confesó que el personal y los familiares se sienten "perplejos" y "desvalidos" ante el cierre de la Unidad de Cirugía Cardíaca Infantil. Una decisión que la Consejería de Sanidad justifica por la disminución del número de intervenciones, lo que repercute, a su entender, en la calidad.

A partir del 1 de enero de 2013 la unidad, la única del Archipiélago, dejará de funcionar y los menores afectados por estas patologías deberán ser enviados a los centros de referencia españoles. Esto afecta también a las mujeres embarazadas con diagnóstico prenatal de cardiopatía compleja que, en algunos casos, se les aconseja salir fuera a dar a luz para que su bebé pueda ser intervenido.

Familiares y médicos expusieron ayer públicamente la "gravedad" de esta medida tomada "de manera unilateral" por la consejería. "Los niños cuando son enviados en avión llegan críticos, si llegan. Esto ya lo he vivido yo. Significa un retroceso de veinte años. Conozco casos de niños que han llevado hasta el aeropuerto de Gando y han vuelto. Y otros que fallecen al llegar a los hospitales de la Península", subraya Suárez, que defiende la calidad de la Unidad de Cirugía Cardíaca Infantil, cuyo índice de mortalidad es del 4%, entre "los mejores resultados de España".

Los familiares de los pequeños también mostraron ayer su malestar y preocupación por la desaparición de la unidad, abierta en 2001. "La decisión parece tomada hace tiempo a espaldas de familiares y sanitarios. Esto crea ansiedad, perplejidad y angustia a todas las familias. Ningún padre elige esta situación. Se enfrenta a esto porque la naturaleza les obliga", dijo Gonzalo H. Martel, secretario de la Asociación Canaria Tricontinental de Cardiopatías Congénitas, que remitirá el caso a Fiscalía.

Gabrielle Iacona, responsable de Cirugía Cardíaca Infantil, explicó que en los once años de vida de la unidad se han realizado unas 1.000 intervenciones. "Tenemos una gran calidad comparable a los centros donde se realizan más de 300 intervenciones al año. Deberíamos tener un 15% de mortalidad y en cambio sólo tenemos un 4%. El objetivo no es el volumen, sino la calidad", señaló.

Los especialistas proponen que si el problema es que hay poco volumen de intervenciones se podría operar a los 40 adolescentes con la misma patología que esperan su turno para ser operados en la Península. La mayoría han sido operados hace poco por los cirujanos de esta unidad, pero al cumplir 14 años son enviados fuera para ser asistidos. Además, otra opción es convertir al Materno-Infantil en una especie centro de referencia zonal, de manera que así pudieran venir niños de países africanos que carecen de estos recursos.