Los estudiosos que acudan a partir del próximo lunes al Archivo Histórico Provincial no podrán acceder a la Sala de Investigación "hasta que no se proceda a la correspondiente redistribución de efectivos", según reza un anuncio colocado por la dirección de la institución dependiente del Gobierno de Canarias en su sede de la Plaza de Santa Ana. Bajo el tecnicismo de la justificación subyace un cierre por falta de recursos para afrontar el pago de las nóminas de los dos empleados que venían atendiendo a los investigadores hasta ahora.

Enrique Pérez Herrero, director de la entidad, aclaró ayer a este periódico que su objetivo es no perjudicar a los estudiosos, universitarios y otros interesados que acuden al Archivo para consultar sus legajos, cuyas carpetas vendrían a ocupar miles y miles de metros lineales. El responsable del centro espera, en este sentido, que las conversaciones que mantiene con los representantes de la Consejería de Cultura fructifiquen y se acuerde la contratación de dos personas para mantener la Sala de Investigación abierta.

El Archivo Histórico Provincial Joaquín Blanco se nutre principalmente de los protocolos notariales, si bien mantiene convenios de colaboración con otras fuentes documentales como son la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) o determinados servicios de la Administración autonómica. Entre sus tesoros se encuentran los documentos de Fernando León y Castillo, siendo de especial relevancia los referentes a sus etapas como ministro de Ultramar y como embajador en Francia. Otro de los legados sobresalientes corresponde al también político Leopoldo Matos y Massieu, si bien hay manuscritos que se remontan al siglo XVI. Una de las curiosidades es el original del testamento de la hija de Fernando Guanarteme, Catalina (1526). La desamortización de los bienes religiosos también supuso otra entrada de valor incalculable para el Archivo.

Para Pérez Herrero, los efectos del cierre de la Sala de Investigadores no son tanto cuantitativos como cualitativos. "Hablamos de cinco o seis estudiosos que vienen aquí todos los días a desarrollar su trabajo. Pero lo importante es que nos encontramos ante personas que no podrán seguir con sus tesis doctorales, con sus libros o con otros tipo de indagaciones. Nos referimos, por tanto, a la cultura, a la docencia, a un tiempo empleado que de pronto no serviría para nada", esgrime.

La suspensión del servicio depende de dos sueldos, de dos contratos de los llamados de servicios y obras. Una anécdota en el mar presupuestario de la autonomía, pero un golpe bajo para una institución que arrancó en 1948, primero con sedes dispersas, después en algunas dependencias de la Casa de Colón y finalmente en su edificio actual, la antigua casa de los hermanos Viera y Clavijo, a la que se llegó tras el impulso del archivero Joaquín Blanco Montesdeoca, bajo cuya gestión directiva se empezó a acometer la modernización de la conservación del patrimonio, así como el acceso a la documentación por parte de los usuarios.

El cierre de la Sala de Investigación pone en peligro otro cometido: no sólo resolver dudas o ampliar la información a los investigadores, sino también a las administraciones, que en bastantes ocasiones recurren a los legajos para sus conflictos judiciales o para aclarar litigios sobre propiedades o desarrollos de planeamientos urbanísticos. Sin ir más lejos, la reproducción de las ilustraciones para La Florida, una antigua tienda del ultramarinos en la calle Remedios, se obtuvieron de la documentación del Archivo Histórico Provincial. Los responsables de la obra de ampliación de la Biblioteca Insular, del que el antiguo establecimiento forma parte ahora, acudieron a las fotos para conocer el tipo de letra y calibrar la intensidad de los colores.

El mal momento que atraviesa el Archivo Histórico tiene su gemelo en el Museo Canario, cuya área de investigación también se vio abocada a cerrar en su momento debido a una restricción temporal de personal. La sede de Santa Ana 4, al igual que la institución promovida por el doctor Chil, tiene desde hace más de una década pendiente una ampliación tras la adquisición de un inmueble que se encuentra en la calle Espíritu Santo. El proyecto quedó estancado en la burocracia urbanística; en la actualidad la falta de presupuesto lo hace impensable. El Museo Canario, por su parte, busca dinero para conectarse con el nuevo inmueble que construyó en la manzana del desaparecido colegio Viera y Clavijo. Pendiente de equipamiento, la obra de los arquitectos Nieto Sobejano constituye todo un paradigma del atroz tiempo que corre para la cultura y sus cometidos. Ahora le toca el turno al Archivo Histórico: si nadie lo remedia, los legajos no volverán a salir de sus kilométricos estantes.