¿Qué balance hace de esta primera campaña del proyecto Vulcano en la isla de El Hierro?

El pasado sábado finalizó la primera de las tres campañas que desarrollaremos, y en estos días pudimos realizar un mapa en 3D de todos los fondos marinos de El Hierro para estudiar las modificaciones del terreno submarino. También situamos sobre el cráter del volcán un gran bloque de dos toneladas de peso, que son los cimientos que sustenta una línea con una serie de boyas que se mantienen totalmente en la vertical debajo del océano. En esa línea van instalados una serie de instrumentos que van recogiendo datos de temperatura, salinidad, velocidad de la corriente, oxígeno... En un mes y medio aproximadamente, colocaremos la boya superficial de grandes dimensiones, en la superficie del océano, conectada en esa línea profunda para que se fije de forma permanente encima del volcán. También tiene una serie de sensores de temperatura, salinidad, pH, CO2 y va a ir transmitiendo vía satélite todos los datos a nuestra página web, se van a ir actualizando todos los días, cada dos horas, y cualquier persona los puede consultar.

¿Cuál es el objetivo final de la iniciativa Vulcano?

Hacer lo que el investigador denomina el análisis de sangre del agua. Queremos hacer un chequeo completo de mas de 40 parámetros físico-químicos del océano, y también queremos tener una visión desde la superficie hasta los 2.000 metros del fondo, de como está la calidad del agua, no solo al sur de La Restinga, sino en toda la periferia de El Hierro. Ya hemos analizado más de 8.000 litros de agua, con más de 40 parámetros físico-químicos.

¿Qué resultados están obteniendo sobre la calidad de las aguas?

Los resultados preliminares muestran que el 98 % de las aguas de El Hierro están en condiciones normales, excepto sobre el volcán submarino e inmediaciones, donde sigue existiendo una anomalía de parámetros como la temperatura, salinidad, pH, alquilinidad, CO2..., debido al proceso de desgasificación del volcán submarino.

¿A cuánto asciende el cambio de temperatura?

Hay una anomalía térmica de tres grados, pero sólo sobre el cono del volcán. Esto hay que matizarlo porque la temperatura del mar de La Restinga esta perfectamente, es normal, sólo sobre el lecho del volcán, a 87 metros de profundidad hay una anomalía térmica. Es como cuando vas a Timanfaya que todavía el suelo está caliente, pues bien, este es un volcán que se acaba de apagar hace nada, y es normal esa anomalía térmica. El proceso de desgasificación también es normal pero hay que controlarlo, ver si emite más o menos gases. Hemos hecho un análisis exhaustivo, y todo está en condiciones normales, a excepción del área volcánica.

¿Cómo definiría la oportunidad de estudiar un volcán de estas características desde su inicio?

Es una oportunidad única en el mundo. El volcán de El Hierro ha situado la ciencia canaria en primera línea internacional. Somos los primeros investigadores que podemos estar sobre un volcán monogenético, estudiándolo desde el comienzo, durante el proceso magmático y una vez finalizado el mismo. Tenemos una serie de datos que no tiene nadie, de hecho ha sido reconocida tanto a nivel nacional como internacional, porque esa serie de datos es de vital importancia para el conocimiento del estudio de un volcán de este tipo.

En Vulcano participan las dos universidades canarias, el BEA, el Museo de la Naturaleza y el Hombre, y el Instituto Hidrográfico de la Marina. ¿En qué se traduce esta unión de esfuerzos y recursos?

Ha sido determinante. Desde el momento en el que el Ministerio designó al IEO para el estudio del volcán de El Hierro yo, como jefe de campaña, pedí la colaboración de las instituciones canarias porque quería que la ciencia fuese canaria, y por lo tanto, pedí ayuda a la Universidad de Las Palmas, a la Universidad de La laguna, al Banco Español de Algas, y ellos me prestaron toda la ayuda del mundo, así que fue un gran proyecto unificado en ciencias marinas y en ciencia canaria, un proyecto totalmente multidisciplinar en el que estamos oceanógrafos físicos, químicos, biológicos, y geólogos, y la verdad es que eso ha sido determinante para que el proyecto llegase a buen puerto.

¿Qué ha sido lo más difícil de estas campañas, sobre todo de la primera, Bimbache, en plena erupción, y lo más gratificante?

Lo más difícil es que era una situación de emergencia, de muchísimo estrés, porque no solo teníamos que hacer ciencia, sino dar respuestas al Pevolca, organismo gestor de la crisis volcánica. Trabajamos 24 horas al día durante siete meses y medio de crisis, se tenían que procesar los datos en tiempo real para emitir los informes diarios al Pevolca, y que este tuviera toda la información para tomar todas las medidas de seguridad. Eso fue lo más estresante, pero también lo más gratificante, porque gracias a nuestro trabajo las medidas fueron oportunas y sólo con ver el buque oceanográfico Ramón Margalef en las costas, la población estaba tranquila.

¿Con qué se queda, desde el punto de vista científico?

Para todos Vulcano y Bimbache han sido muy gratificantes científicamente porque nos ha dado la oportunidad de publicar varios artículos en la revista de más alto índice de impacto a nivel mundial, Nature. Tenemos la serie temporal de datos única en el mundo y la comunidad científica está realmente interesada en nuestra investigación.

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