"A través de sus crónicas y sus cuentos, Leandro Perdomo (1921-1993) construye una auténtica guía integral de Lanzarote, plantea una mitología realista de la Isla, y lo hace reuniendo en su voz la voz de la colectividad. Su palabra es una palabra coral, como la de un juglar en la que resuena el latido comunitario del pueblo. Perdomo es el juglar de Lanzarote, y su testimonio deja por escrito la memoria antigua de la Isla. Pero al mismo tiempo, fue un observador crítico, sagaz e independiente de su tiempo y de su circunstancia". Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique (FCM) y autor de varios libros sobre Leandro Perdomo no duda en destacar la importancia de uno de los referentes culturales de Lanzarote.

Escritor y periodista, Perdomo funda y dirige en 1946 el semanario Pronósticos en los años duros de la posguerra española, que apenas dura un año y que en sus últimos números llegó a publicar en papel de envolver.

Entre los años 1952 y 1957 publica 59 crónicas en Falange (Plumas de las islas) y Diario de Las Palmas y en 1953 escribe diez cuentos marcados por el signo de la posguerra y la penuria. Dos años después en 1955, publica El puerto de La Luz, dedicado "a los humildes, a los miserables, a los enfermos y a todos los inútiles, locos y desesperados del puerto de La Luz.".

Al igual que muchos lanzaroteños el único futuro para Leandro Perdomo y su familia (tenía cinco hijos) fue el de la emigración. En 1957 emigra a Bélgica a trabajar en las minas de carbón, durante tres años perfora el fondo de las minas hasta que enferma y se le autoriza a realizar trabajos al aire libre.

Fue en ese país cuando funda el primer periódico español-canario en Bruselas. En abril de 1963 salía el primer número del semanario Volcán, que se editó en cien ocasiones hasta junio de 1968. Un repentino ataque al corazón durante un viaje a Lanzarote hace que decida quedarse en su tierra.

Se instala en su vieja casa de la Villa de Teguise y comienza una época de reciclaje y observación de las nuevas corrientes costumbristas isleñas y surgen obras que rayan el surrealismo como Nosotros los emigrantes (1970), un libro de 16 relatos con dibujos del pintor Julio Viera; Lanzarote y Yo (1972) dedicado "a todos los lanzaroteños que aman la Isla de verdad y no negocian" ; Desde mi cráter (1975), una compilación de crónicas; y Crónicas isleñas (1978).

Además, en 1981 empieza a escribir un artículo semanal en el periódico Lancelot hasta su fallecimiento en 1993 y en la década de los 70 publica también en LA PROVINCIA una serie de artículos.

Para Gómez Aguilera, "en el periodismo y la literatura de Leandro Perdomo se advierte u protagonista central: el hombre. En torno a su eje gravita el universo narrativo del escritor sus pasiones, sus frustraciones y sentimientos".

Su hija Alejandra Perdomo destaca sobre todo la humanidad de su padre. "Era capaz de dar todo lo que tenía a los demás, recuerdo los enfados de mi madre cuando llegaba a casa sin alguna prenda de vestir porque se le había dado a un hombre más pobre que él", relata.

"Conocí a un hombre abatido y maltratado por la vida, que nunca dejó de crecer en dignidad y entereza moral. Un hombre con una vida intensa y desgarrada, humilde y olvidado, que seguía aferrándose a la escritura para sobrevivir y para sobrevivirse. Leandro fue una víctima más del ninguneo de una sociedad injusta y superficial permanentemente confundida por el deslumbramiento de la apariencia y la banalidad", señala Gómez Aguilera.

Perdomo fue un verdadero cronista de su tierra. "A veces hay que hablar de la historia pequeña, la callejera, la que no trasciende los textos académicos y libros de enseñanza, la que se compone de hechos y sucedidos y comportamientos de hombres, que, sin ser ilustres, tuvieron una vida digna y si no paradigmática, sí ejemplarizante en el quehacer humano y social del pueblo que los vio nacer y fenecieron", escribía Perdomo en uno de sus artículos.