La erupción submarina en El Hierro terminó a principios de 2012 tras cinco meses de actividad, pero la presión acumulada bajo los fondos marinos donde surgió el volcán ha seguido liberando emisiones de CO2 inapreciables en superficie, que brotan a pulsos por siete conos diferentes. El equipo científico que regresó al lugar de la erupción en marzo en el buque Ramón Margalef, del Instituto Español de Oceanografía, para desarrollar la campaña Vulcano El Hierro completa en estas semanas el análisis de los datos que se recogieron durante sus 15 días de exploración del Mar de Las Calmas.

El grupo Vulcano, conformado por investigadores del IEO, las dos universidades canarias, el Banco Español de Algas y el Museo de Ciencias Naturales de Santa Cruz de Tenerife, tiene previsto volver a La Restinga en octubre, coincidiendo con el segundo aniversario del inicio de la erupción, para seguir estudiando cómo se encuentra el volcán y tomar nuevas muestras del estado del medio marino.

Su coordinador, Eugenio Fraile, del centro del IEO en Canarias, explica que "en la primera de las tres campañas Vulcano encontramos cosas impresionantes, así que estamos como locos por ver qué explicación científica podemos darle", señala Fraile.

La batimetría de la zona y las 36 estaciones hidrográficas realizadas por el Ramón Margalef sobre el volcán confirmaron algo que ya se suponía: que el magma formó varios conos alineados sobre una misma falla transformante, como sugerían las manchas que se vieron en el Mar de Las Calmas.

Ahora se sabe que se formaron seis pequeños conos secundarios, además del principal, el que fue creciendo bajo el mar durante meses, hasta quedarse a solo 87 metros de la superficie. Y también que todos ellos son monogenéticos: es decir, que el magma brotó una sola vez y no volvió a salir cuando la erupción se agotó en ellos.

El análisis de los datos recopilados en esa primera campaña ha revelado, además, que el volcán seguía emitiendo gases y provocando anomalías en el mar pasado un año del fin de la erupción, aunque solo en profundidad, en la zona en contacto con los conos.

"Constatamos la existencia de un aumento significativo de la temperatura del agua ligada al fondo de hasta 3 grados sobre uno de los conos secundarios. Además, el pH medido ha sido de 7.4, lo que supone una acidificación de 0.5 puntos con respecto a condiciones normales. La salinidad, la alcalinidad y el carbono inorgánico total presentaban también valores altos", apunta Eugenio Fraile.

Sin embargo, en ningún caso se detectaron concentraciones significativas de compuestos de azufre, y las comunidades de zooplancton parecían haber recuperado la normalidad.