"Un buen desayuno alegra el día a cualquiera", así define Carmen Bustillo, encargada del establecimiento Panaria, en la calle Constantino, en Triana, el éxito del que disfrutan en la actualidad decenas de panaderías de la Isla. Ante el asfixia que presenta la crisis económica han crecido como la espuma, consolidándose como negocios punteros en desayunos y meriendas.

"Era un sector muy tradicional y estático que está cambiando", asegura Carlos Quevedo, propietario de El Rincón del Pan, en la calle León y Castillo. "La sociedad actual se mueve muy rápido y quiere cosas nuevas, panes especiales, saludables", sostiene Quevedo, ya que el cliente "quiere comprar el pan hoy y que mañana esté perfecto, que lo pueda aprovechar". En menos de dos años, en enclaves estratégicos de la capital grancanaria han proliferado establecimientos de este tipo donde asoman vitrinas repletas de pan diverso y repostería de tentación.

La comida rápida llega al desayuno porque "el pan de toda la vida es muy costoso", tal como apunta Mario Hernández Bueno, crítico gastronómico. En su opinión, "se está perdiendo la tradición porque las nuevas generaciones no están acostumbradas a este producto artesano, no tiene tanta demanda". Estas franquicias y negocios han encontrado en esta renovación del producto tradicional, su particular mina de oro. "Es un pan asequible, barato y de buena calidad, que unido a un marketing adecuado, ha encontrado el éxito", explica Hernández Bueno. Todo ello redunda en una rentabilidad económica que oscila entre los 70.000 y 80.000 euros anuales.

Al estilo de las panaderías centroeuropeas, el modelo de local se ha hecho cargo de una demanda cada vez más creciente. "Han creado una clientela, un estilo y una necesidad, el pan que se consumía hace unos años era tan malo que esta variedad, la presentación y un establecimiento acogedor ha triunfado".

Un ir y venir de empresarios, vecinos y trabajadores de la zona, llenan las mesas cada mañana con tazas de cafés en todas sus variantes. Como acompañante, un económico tentempié de media jornada. "¿Cuándo te salen los fartons?", pregunta una clienta en Granier, franquicia de nueva adquisición en la calle Triana. Estas ensaimadas son el producto estrella del Granier. "Sacamos bandejas enormes y en cuestión de minutos se agotan", apunta Carlos Gutiérrez, encargado del establecimiento, que oferta "precios anticrisis con buena calidad, ese es el secreto".

Los paladares canarios han quedado prendidos del azúcar glass y las pulguitas saladas, y la proliferación de estos comercios lo demuestra. "El consumidor es más exigente", máxima que maneja El Rincón del Pan: "el secreto del éxito es darle al cliente lo que busca, máxima calidad y a buen precio".

Más de diez establecimientos han caído rendidos al embrujo del desayuno y la merienda. Una fiebre por el pan que en menos de un año ha sembrado en la capital grancanaria este modelo de negocio. Con ellos también cambian los hábitos. Según Carlos Gutiérrez, "desayuna fuera muchísima gente, vienen en descansos de la oficina y después de una tarde de tiendas a tomar algo de merienda".

Las franquicias del pan han apostado por la renovación de un producto tradicional porque "siempre hay dos o tres euros para tomarse un café y un dulce", manifiesta Carmen Bustillo. El perfil del cliente de Panaria "es el de una persona que le gusta y sabe disfrutar comiendo pan". Y es que en épocas de crisis, esta actividad es valor casi seguro. El crítico Mario Hernández Bueno subraya que "está comprobado que a mayor bonanza económica menos consumo de pan, ahora con la crisis ha crecido el interés, además, de un producto bien hecho y atractivo".

Este nuevo concepto revolucionario se basa en la rapidez, el trato y los precios económicos, la fórmula perfecta para dar esquinazo a la crisis. "Es un no parar, el local siempre está lleno", dice Carmen Bustillo, donde lo más que se despacha es el flautín ibérico.

Esta nueva concepción del pan tiene mucha más miga. La familia Di Nardi Ferreras acaba de lanzarse al horno hace una semana. La panadería Di Nardi apuesta por un servicio diferente, por la combinación calidad precio y el trato personal y familiar que se respira nada más atravesar la puerta. "El cliente es el centro, nuestra familia se hará cargo de que cualquiera que se acerque se sienta como en casa y como un Di Nardi más", declara Norma Ferreras, propietaria y gerente del negocio. "Apostamos por un producto tradicional y por recuperar esa tradición y contamos con panaderos locales para un producto de calidad y tartas 100% artesanales".

En familia

Esta familia de Mendoza, Argentina, no se asusta ante la competencia ni ante la crisis. "El mundo está hecho para los valientes y no hemos recibido ninguna subvención, ha sido una inversión familiar donde hemos puesto todo nuestro cariño, ilusión, empeño y más de diez años de experiencia". Mientras habla se emociona, y también su hija: "hemos puesto nuestros ahorros en un negocio muy nuestro, nos diferenciamos de las franquicias en que no somos despachos de pan, ofreceremos un producto rico, una calidad asegurada y un espacio para tomar el mejor café". Los alfajores de maizena son la especialidad de Di Nardi.

Como dice el refrán, las penas con pan son buenas, y en plena crisis el boom del pan es un refugio para la cartera humilde. "En sí mismo y con moderación, el pan no engorda tanto, el problema es lo que le ponemos dentro", recuerda Mario Hernández Bueno. En su opinión, "debe estar en toda dieta", ya que "se trata de un producto indispensable y que no debe eliminarse".