Manuel Pimentel no oculta su pasión por la huella andalusí en el mundo del Sahel y muy en concreto en la zona de Tombuctú (Malí). Ello le ha llevado a indagar sobre las bibliotecas privadas del África subsahariana, algunas de las cuales entroncan con familias que se desplazaron desde Andalucía hasta Tombuctú y que llevaron con ellos sus libros, fueron comprando otros por el camino, y dejaron constancia de todo eso en los márgenes de las obras. El interés de Pimentel por este mundo le ha llevado a publicar a través de la editorial que preside, Almuzara, algunos de esos libros para dar a conocer el legado español escondido durante siglos en el Sahel.

¿Qué es lo que le atrapó de la biblioteca de Tombuctú, que ha presentado en el Salón SILA?

Lo peculiar de esta biblioteca es que se puede singularizar la historia de una saga familiar. Es una familia que arranca desde finales de la Edad Media en España, llega hasta Tombuctú, se hace africana y va teniendo una biblioteca que con sus peripecias llega hasta nuestros días. Posee manuscritos de valor, y muchas otras cosas del siglo XIX que tiene un valor más relativo a efectos bibliográficos, pero sí historiográficos. Su interés reside en conocer los detalles de Tombuctú, una ciudad muy perdida, de difícil acceso hoy en día, con todo el mito de las caravanas y el mito de los comerciantes de manuscritos, que también son muy interesantes. Nos habla de esa maldición como frontera entre la aventura y lo imposible, porque Tombuctú está con una guerra que no entendemos muy bien entre tuaregs y fundamentalista. Lleva viviendo en una frontera mil años y parece que es su sino.

¿Cómo nace la obra ´El arquitecto de Tombuctú´ que escribió en 2008?

La primera vez que llegué a Tombuctú fui a ver una de sus mezquitas, que se llama Djingareyber y oye, me emocioné. Es un sitio precioso con una carga espiritual muy hermosa, muy pura. Me contaron que el arquitecto había sido un granadino que se llamaba Ishaq Es Saheli, paisano mío, andaluz, y me llamó la atención. No comprendo por qué no conocía a este genio, la persona más destacada de lo que llaman arquitectura sudanesa, que es la más importante, y a raíz de ahí empecé a investigar la vida de Es Saheli, me pareció increíble y por eso escribí la novela.

¿Cuáles son las diferencias y similitudes entre la literatura de Cabo Verde y la española?

Lo que más me llama la atención en general son las dificultades que tiene el escritor africano para entrar en Europa. Actualmente hay algunos éxitos destacados, sobre todo en El Cairo, como el Premio Nobel Naguib Mahfuz, o en Argelia con Yasmina Khadra..., pero del África Subsahariana cuesta mucho que el lector español entre, y no cabe duda que hay que hacer un esfuerzo entre todos, porque hay una literatura maravillosa.

¿Qué frena la difusión de la literatura subsahariana a pesar de su cercanía con España?

Yo creo que el español en general asocia mucho el concepto africano a que van a ser novelas tristes, reivindicativas, o de queja anticoloniales; cuestiones que tienen su sitio, pero que no atrae al lector medio. Y es una pena porque realmente te encuentras con la gran literatura que es la vida, cosas divertidas, disparatadas, amenas, trágicas €

¿Desde el punto de vista editorial, cuáles son las claves para difundir este legado?

En Canarias, las universidades o iniciativas como SILA, hacen un esfuerzo en traducción de obras, aunque bien es cierto que a pequeña escala y que a veces se queda en el ámbito académico, sin las tiradas que un escritor normal necesita para llegar a las librerías, y ahí debemos hacer un esfuerzo entre todos. Pero los libros para mi son alquimia, no son ni ciencia ni historia, y si un libro por lo que sea conecta con el estado anímico de la sociedad, entonces la gente lo demanda y lo lee. Realmente el gran libro africano todavía no ha llegado a España, pero llegará. Yo lo tengo claro, aunque se editen 300 ejemplares, como un libro conecte y emociones, va a ser demandado.

Hábleme del papel de Canarias en la transmisión de la cultura africana a través de iniciativas como el Salón SILA.

Aquí se conjugan dos temas, primero la cercanía y una cierta relación histórica, pero también hay que ver lo que se hace y a los hechos me remito, porque el Gobierno de Canarias, los cabildos y la sociedad están demostrando un gran interés hacia África. Se denota en la organización de SILA, en la realización de tesis doctorales específicas, en las relaciones comerciales o de cooperación... No solamente hay una línea política favorable al acercamiento a África que comparto y que es importante, sino que también percibo que a los ciudadanos le interesa. Cuando hablamos de Canarias como plataforma entre Europa y África no es un tópico.