La experimentación animal siempre ha sido estado rodeada de polémica. Son muchas las voces que apelan por el bienestar animal, pero hoy por hoy, pocos los que discuten el papel de los animales de laboratorio para mejorar la salud de los seres humanos y la creación de fármacos más seguros y eficaces. En el afán de conciliar ciencia y ética, se ha ido evolucionando a una legislación cada vez más restrictiva que garantice la protección de los animales utilizados para la investigación.

En este nuevo marco se mueve el Bioterio de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) que coordina el doctor Manuel Zumbado Peña desde 1998. El servicio, que ha ido adaptándose a todos los cambios legales exigidos, acaba de ser acreditado por el Ministerio de Economía y Competitividad como Órgano Encargado del Bienestar Animal (OEBA), para la evaluación a nivel estatal de proyectos en los que se utilicen animales.

El Bioterio de Ciencias de la Salud de la ULPGC, que pertenece al Comité Ético de Bienestar Animal del Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo e Innovación, es el lugar físico donde se crían, mantienen y utilizan animales de laboratorio. Al año acoge entre 1.300 y 1.500 roedores, la mayoría ratas y ratones. En ciertos períodos alberga conejos pero su misión se limita a la obtención de anticuerpos.

Se trata de animales modificados genéticamente para la investigación, que generalmente se compran a empresas de la Península, al igual que todo lo necesario para su bienestar, desde el pienso -unos tres mil kilos anuales de mantenimiento y mil kilos para crías-; o el serrín especial para las jaulas.

"Los animales que se utilizan aquí fundamentalmente son las dos especies básicas, rata y ratón. Con el tiempo se tiene pensado poner otras especies, sobre todo una que está ganando cada día más adeptos en investigación, que son los peces, fundamentalmente el pez zebra", indicó el veterinario designado en el Bioterio de la ULPGC.

Manuel Zumbado apuntó que los peces tenderán en el futuro a sustituir a la rata de laboratorio. "El manejo de la rata, que es más grande, siempre es complicado y de ahí que a medio o largo plazo se sustituye por los peces, ya que se ha visto que son perfectamente válidos para muchos tipos de estudio, la mayoría relacionados con genética o con ciertos tipos de cáncer. El mantenimiento de los peces es más sencillo y cómodo, y el coste no es superior, por lo que ofrece más ventajas que las ratas".

El Bioterio está dividido en dos zonas, una de trabajo y otra de investigación, y además del veterinario designado al frente del mismo, los operarios Francisco Martín González y Natalia Santana se ocupan del cuidado diario y bienestar de los animales. Se trata de personal formado y acreditado para la manipulación y cuidado de estos animales.

Las ratas y ratones están distribuidos en jaulas, en las que se aplican el concepto de enriquecimiento ambiental con juguetes, casas, ruletas... fabricadas por empresas especializadas en este tipo de artículos para animales de laboratorio. "Este tipo de artilugios favorece el bienestar de los animales, su actitud y ello redunda favorablemente en los resultados de los estudios".

También hay una parte de boxes para los animales que están inmunodeprimidos, son jaulas selladas, con sistemas especiales de ventilación, filtros de aire..., que garantizan un ambiente estéril que evite que el animal enferme. Asimismo disponen de un cuaternario para las especies que llegan nuevas.

Este servicio, cuyo coste anual asciende a unos 15.000 euros, está ubicado en el sótano del antiguo CULP, aunque se trasladará una vez que esté finalizado el nuevo edificio del Campus de Ciencias de la Salud en San José, donde sus instalaciones se triplicarán en espacio.

Según apuntó el doctor Manuel Zumbado, las principales líneas de investigación para las que se utilizan estos animales de laboratorio en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, son principalmente las que se llevan a cabo en la Facultad de Ciencias de la Salud en cáncer, enfermedades metabólicas como la diabetes, o en inmunología. También hay algunas líneas de investigadores de Veterinaria, sobre todo en el marco de las enfermedades infecciosas, el estudio de parásitos y el desarrollo de vacunas. También en la Facultad de Veterinaria hay un animalario para la experimentación con cabras, fundamentalmente.

Una de las novedades que ha introducido el nuevo Real Decreto 53/2013 es el de la experimentación animal para la docencia. En este sentido, la ULPGC desarrolla programas de formación, como el que dirige en la Facultad de Veterinaria el doctor Enrique Rodríguez Grau-Bassas con cerdos. "Se trata de un programa de formación avalados por la Sociedad Internacional de Traumatología y Ortopedia, para especialistas médicos en Traumatología.

Desde que Manuel Zumbado se puso al frente del Bioterio de Ciencias de la Salud en 1998, la legislación en experimentación animal ha evolucionado de una forma drástica. "En estos 15 años el cambio ha sido radical, sobre todo desde el punto de vista de la presión social, que cada día es más importante, y se ha sumado la presión sobre todo de los países del Norte de Europa, que son mucho más restrictivos en este campo. Al final, la Unión Europea ha sacado una normativa buena, avanzada, que ha llegado a un nivel muy alto de respeto del bienestar animal, sin renunciar a la investigación y a la experimentación", subrayó el investigador, "porque es inevitable que tengamos que utilizar animales de experimentación ya que hay determinados tipos de estudios que no puedes hacer en humanos".

La estrategia de las 'tres erres'

Sobre la nueva normativa europea, Zumbado destacó la estrategia de las "tres erres": el reemplazo, la reducción y el refinamiento de los procedimientos, fomentando el uso de métodos alternativos a la experimentación con animales vivos.

"La reducción significa que si antes utilizabas 50 animales para un experimento, ahora te obligan a que utilices el mínimo posible, y obligan a los investigadores a hacer y justificar el cálculo sobre el mínimo necesario", indicó.

El reemplazo obedece a la sustitución de unos animales por otros con menos altura evolutiva. "Por ejemplo, en lugar de ratas utilizar peces, moscas mejor que ratones... es decir, si lo que se intenta conseguir se puede hacer con un crustáceo mini es mejor que con un ratón".

De ahí las complicadas medidas que hay que seguir para experimentar con primates, "se necesitan tantas autorizaciones que casi ni se solicita, en muchos casos para el investigador no tiene sentido tanta burocracia para obtener el permiso y además tener que someterse a una fiscalización muy estricta".

La tercera erre es la del refinamiento, o lo que es lo mismo, aplicar a los animales los procedimientos menos dolorosos e invasivos y procurarles el mayor bienestar posible, de forma que si hay que pinchar a un ratón para sacarle sangre, se debe sedar primero al animal para que no sufra estrés, por ejemplo.

"No se quiere eliminar la investigación en animales, porque hoy por hoy, eso no es posible si se quiere seguir progresando en el mundo de la medicina, tanto humana como veterinaria; pero evidentemente, las condiciones en las que se hace este tipo de investigación son cada día más favorables para el animal", concluyó Manuel Zumbado.