El tinerfeño Toni Figuero no paraba ayer de besar la pulsera de plata que su abuela le había regalado hace ya varios años después de haber sido rescatado en la tarde del pasado martes por la embarcación Al Nair de Salvamar cuando el velero en el que viajaba junto a otros cuatro tripulantes se encontraba a la deriva en medio de olas de más de ocho metros. "Me pasé gran parte del tiempo rezándole a la pulsera de mi abuela", destaca ayer Figuero nada más pisar tierra en el muelle de Puerto Naos en Arrecife.

Y es que la odisea de los cinco tripulantes del velero Sabir (de 13 metros de eslora) empezó en la madrugada del martes cuando la tormenta que azota a las islas se cruzó en su camino. "Fue una especie de tormenta perfecta" destacaba ayer uno de los marineros de Salvamar que reconoció las dificultades que supuso el rescate del velero a 37 millas de La Graciosa con vientos de casi 40 kilómetros y fuerte marejada con mar gruesa.

"Llegó un momento en que nos metimos todos en el camarote y nos miramos sin decirnos nada", relata Figuero. Y es que las olas convirtieron al velero en una especie de juguete. "Veía una ola enorme que nos mandaba a la derecha y otra a la izquierda", asegura Figuero. Un temporal que rompió primero las velas, luego el motor y el timón y provocó pequeñas vías de agua. Estaban a la deriva.

Lo que iba a ser una travesía de placer desde Ibiza hasta el Caribe a punto estuvo de convertirse en una tragedia. Tras salir de Ibiza, el velero arribó primero en Cartagena y posteriormente en Gibraltar desde donde tenían previsto viajar hasta Tenerife. Y de ahí poner rumbo al Caribe.

El patrón de la embarcación destacó ayer que tras detectar la tormenta intentaron desviarse hacia la costa africana pero "nos fue imposible porque no podíamos avanzar a más de cuatro nudos". Un patrón que recibió un fuerte golpe en la cabeza pero que no tuvo que ser atendido por los servicios de emergencia en la isla.

Figuero reconocía ayer que éste había sido el primer viaje de estas características que había realizado. "Apenas pude ayudar a mis compañeros porque no me mantenía ni en pie", señala. "Ahora me iré en avión a Tenerife", sonreía.