La familia Suárez Hernández recibió el pasado siete de enero un regalo de Reyes especial, una carta del Servicio Canario de Salud (SCS) donde instaba a José Suárez Gil a presentar la documentación requerida para evitar el cobro de una prueba médica que le habían realizado el 8 de marzo de 2013, en el servicio de Neurología del hospital Materno Insular de Gran Canaria.

Este hecho no supondría problema alguno, lo que resulta "inaudito y casi de risa", señala Aarón Suárez Alonso, miembro de la familia y nieto de José, "es que mi abuelo falleció el uno de marzo de 1990, con lo que nos quedamos impactados, y más mi padre que fue el que abrió la notificación. Al principio nos lo tomamos a cachondeo, después quisimos investigar y dar a conocer este error increíble", manifiesta Aarón, portavoz de la familia.

Elena Suárez, hija del fallecido, también declara que "más que nada me indigna y molesta la actitud del Servicio Canario de Salud. En la primera llamada para ver qué ocurría, los administrativos se comportaron de manera muy prepotente, diciendo que teníamos que ir nosotros hasta sus oficinas para llevarles unos documentos, que ellos han de tener; no es culpa nuestra que no sepan o no quieran contrastar los datos".

Elena continúa explicando que "si es su error no tenemos que arreglarlo nosotros. Ni siquiera se han disculpado ni nos han dicho nada. Igual es que aún la tarjeta sanitaria de mi padre sigue activa y no lo sabemos. Ellos lo único que hacen es difuminar su responsabilidad".

La señora explica con indignación, "el susto al recibir una carta certificada a nombre de mi padre, fue mayúsculo. Y ahora, que queremos saber el jefe o responsable de ese error, todo es oscurantismo y no dar la cara. El hospital Insular fue el que emitió y certificó el fallecimiento de mi padre. Esto, ¿qué significa, que no tienen control sobre las personas que tienen tarjetas, o que hay alguien usando la tarjeta sanitaria de mi padre? Porque no entiendo cómo aún sigue de alta en el SCS su nombre".

Aarón Suárez quiso conocer la cuantía de la factura y llamó al servicio de facturación del hospital para verificar que no era una broma. "Mi sorpresa fue que se ratificaban en el hecho. El empleado de administración me confirmó que debía abonar una prueba neurológica realizada a José Suárez Gil, el 8 de marzo de 2013".

Él insistió y cuestionó cómo podían cobrar un servicio al que su abuelo no había acudido. La respuesta fue: presentar la documentación de la persona para evitar el cobro. Tras esto, Aarón comunicó al centro hospitalario que el implicado no sólo no pudo acudir a dicho examen, sino que había fallecido. "Y ahí, ya fue más sorpresivo, primero hubo un silencio, y luego añadieron que lo más probable es que mi abuelo hubiera fallecido fuera del hospital, de ahí que no constara el certificado de defunción, que debía presentar en el centro hospitalario", explica el nieto de José Suárez.

El desenlace de este desaguisado "y para enredar más el asunto, es que mi abuelo no sólo falleció, sino que lo hizo en el hospital Insular tras una larga enfermedad. Con lo que es inexplicable que no constara su defunción, cuando está firmada por ellos", expone Aarón. Desde la administración del hospital le expresaron que "a efectos administrativos, el expediente quedaba cerrado, salvo que recibiéramos más notificaciones. Lo que no entiendo, ¿cómo pueden llegar más si está cerrado?"

El problema, señala Suárez Alonso, "es que tengamos que perder el tiempo y que la molestia sea para nosotros, que seamos los que constatemos y confirmemos que mi abuelo no pudo ir a la cita médica por la que pretenden cobrarle, cuando el error ha partido, de manera evidente, de ellos".

Además, "en la familia barajamos varias teorías, como si esto fuera el Cuarto Milenio: que por su enfermedad necesitara dicha prueba, y se le citara, con veinte años de retraso, lo que es absurdo, pero visto lo visto todo es posible. También, pensamos que otra persona se realizara la prueba y haya habido una confusión en el nombre, sin verificación alguna, las teorías son múltiples. Lo más grave, y que señala mí tía Elena, es que aún no se haya dado de baja a la tarjeta sanitaria de mi abuelo y se pueda estar usando", declara Aarón.