El espectro gastronómico marcaba hace años una diferencia diáfana entre la comida y los vinos, una especialización de compartimentos estancos que ya tiene fecha de caducidad. La división comienza a resquebrajarse a pasos agigantados: primero se habla de maridaje, de combinar, pero ahora el chef quiere saber qué vino necesita su plato, y el sumiller a la inversa. Miguel Torres Maczassek, quinta generación al frente de la etiqueta que nació en el Penedés (allá por 1870), tiene claro el cruce o apropiación de placeres, y en ello se apoya la filosofía del Primer Foro Canario de Gastronomía y Vinos que ha convocado para el siete de mayo en el sur de la isla de Tenerife, en el hotel Abama.

La familia Torres, con un imperio que en 2012 facturó 231 millones de euros y con 2.423 hectáreas repartidas entre España, Chile y California, habla por boca de su director general: "El chef cada vez quiere saber más de vinos y el sumiller de gastronomía". Y subraya la misma idea que le llevó a enamorarse de La Geria y asociarse con Bodegas el Rubicón (nacida en el XVII) para la distribución del malvasía. Ahora le toca a lo culinario y a su combinación con el vino: "No hay duda de que la cocina canaria tiene los componentes necesarios para enamorar al visitante: variedad, riqueza de ingredientes, sencillez al mismo tiempo y una conjunción de influencias culturales que la hacen única y realmente interesante", afirma el joven Torres en un almuerzo con periodistas en Rías Bajas.

El Primer Foro Canario de Gastronomía y Vinos sigue el modelo del Wine & Culinary, una marca congresual de Bodegas Torres en Barcelona. En el caso de Canarias, estarán Martín Berasategui, con siete estrellas Michelín, y acoge para su formato de dúos gastronómicos a profesionales como José Rojano, Juan Carlos Padrón, Braulio Simancas, Jordi Esteve, los hermanos Torres y Carles Gaig.

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