El aumento de los niveles de contaminantes tóxicos detectados en los delfines que habitan o circulan por las aguas de Canarias eleva el riesgo de enfermedades en los cetáceos. Así lo recoge los resultados de un estudio realizado por el Instituto de Sanidad Animal de la Universidad de Las Palmas, financiado por Loro Parque Fundación.

"Si aumenta la contaminación es previsible que empiecen a aparecer cada vez más enfermedades", apuntó el catedrático de la ULPGC y director del Instituto de Sanidad Animal Antonio Fernández, coordinador del estudio junto con el investigador responsable de asuntos medioambientales de Loro Parque Fundación Javier Almunia. El trabajo alerta sobre las graves consecuencias de los altos niveles de contaminantes tóxicos en los sistemas endocrino, inmunológico y reproductivo de los delfines de Canarias.

"Uno de los objetivos del estudio ha sido comprobar en qué medida la contaminación media en el estado de salud de los animales, y hemos visto que en una población muy contaminada, aumenta el riesgo de padecer enfermedades, de tipo infeccioso fundamentalmente. La contaminación debilita el sistema inmune del animal y pueden enfermar con mucha más facilidad", indicó Fernández.

El catedrático de la ULPGC asegura que hasta ahora se tenían datos del Mediterráneo y del Atlántico en las aguas de Estados Unidos y el golfo de México, donde la contaminación ha alcanzado niveles significativos. Sin embargo, es la primera vez que se lleva a cabo un chequeo científico en Canarias.

El estudio es fruto de la tesis doctoral realizada por la licenciada en Veterinaria Natalia García, investigadora del Instituto de Sanidad Animal (IUSA), bajo la dirección de los profesores de la ULPGC Octavio Pérez Luzardo, Luis Boada y Antonio Fernández. Asimismo, han contado con la colaboración de la Red de Varamiento de Canarias, y en particular con las biopsias cedidas por Vidal Martín, investigador de la Sociedad de Estudio de Cetáceos en Canarias (Secac).

Uno de los aspectos más novedosos del estudio, realizado entre 2010 y 2013, es que por primera vez se han empleado muestras tomadas de ejemplares vivos y en libertad, vitales para conocer la presencia y el impacto de los residuos en las poblaciones naturales; y se combinó con los análisis de los animales varados, enfermos o muertos. "Las muestras son de un gran valor porque los cetáceos son bioindicadores marinos, por tanto miden la salud del medio, en este caso, de esta zona del Atlántico".

Antonio Fernández anunció que el IUSA continuará trabajando en esta línea de investigación, extendiendo la colaboración a nivel nacional e internacional (Italia, Alemania, Gran Bretaña...) Asimismo, los investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Loro Parque Fundación tienen previsto extender el estudio a otras especies como es el caso de las comunidades de calderón tropical y de delfín listado.

Cáncer y mutaciones

El estudio revela una importante concentración de sustancias químicas que persisten en el medio ambiente y se "bioacumulan" a través de la cadena alimentaria. Los investigadores han encontrado niveles elevados de muchos contaminantes orgánicos considerados persistentes, como diferentes bifenilos clorados (sustancias hoy prohibidas, pero que aún aparecen en algunos aparatos electrónicos y químicos antiguos) e hidrocarburos aromáticos policíclicos, presentes en el petróleo, el carbón, los depósitos de alquitrán y otros combustibles. Algunos de estos elementos han sido identificados como propiciadores de cáncer, mutaciones y alteraciones embrionarias. Según los investigadores, "uno de los datos más preocupantes de cuantos presentan estos resultados es el progresivo crecimiento experimentado durante los años de observación, concentrados entre 2003 y 2010, en los índices de presencia de contaminantes orgánicos halogenados. La mayoría de ellos contienen cloro, una sustancia presente en la mayoría de los plaguicidas usados durante décadas en la agricultura".