El mundo cambia todos los días. Y últimamente lo hace a una velocidad de vértigo. Ese vértigo sobresaltó este domingo a la redacción de LA PROVINCIA / Diario de Las Palmas. Falleció Iballa Socorro Díaz, redactora de las secciones de Canarias y Economía. A los periodistas, en general, no nos gusta ser noticia. Ni buenas, ni malas. Simplemente no nos gusta ser noticia. La noticia está en la calle, donde habita la gente. Nunca en las redacciones. O así creo que debería ser. Pero a Iballa la esperábamos este lunes. Y va a seguir con nosotros. De una forma distinta. Con su sonrisa, su lealtad, su sacrificio para con los suyos y para con sus compañeros, su trato exquisito, su rigor en el trabajo, sus ganas, su disposición. Intuyo que esa huella, su sello, va a permanecer dentro de los que la conocimos y aprendimos de ella. En fin. Menos mal que en el oficio al que Iballa contribuyó a prestigiar se sabe que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran.

Iballa Socorro es la cantera. El mundo que viene, que no termina de nacer, al que precede este tiempo raro que vivimos, que sucedió al mundo que conocíamos y que no termina de morir.

Durante sus estudios de Periodismo vino varios veranos a hacer prácticas y también mantenía activo su blog personal. Como periodista total estuvo en la edición impresa y en la digital. Ya entonces abría caminos. Desplegaba modos y maneras. Y no pasó desapercibida. En cuanto hubo oportunidad se le encontró hueco y se le ofreció la posibilidad de completar su proceso de formación. No lo dudó. A finales del verano del año pasado terminó por incorporarse a la plantilla del periódico, impreso y digital. En medio de la profunda crisis que atravesamos lideró el proyecto de resaltar a los emprendedores. Una serie de reportajes sobre personas que ante las dificultades evitan dejarse caer y se reinventan, sacan adelante sus proyectos y tratan de convertir sus sueños en realidad. Podía haber protagonizado alguna de esas entregas.

Este mismo año compatibilizó sus tareas periodísticas con el esfuerzo titánico de cuidar a su madre, que murió el pasado junio. Poco antes del varapalo, siempre generosa en el esfuerzo, pudo cumplir otro de sus anhelos. Acudir al Parlamento de Canarias a cubrir uno de sus plenos, lo que significa volar a Tenerife, estar atenta a lo que ocurre dentro del hemiciclo, patear los pasillos para descubrir o intuir lo que ocurre en la trastienda, escribir las crónicas desde la redacción de La Opinión de Tenerife y conocer a nuestros compañeros de allí, comer o fingir que se come en medio del ajetreo, dormir fuera de casa uno o más días, regresar molida. Hablo de una periodista de raza, una todoterreno.