¿Cómo se anuncia la muerte de quien se comía la vida a mordiscos? ¿Cómo se explica que a los 27 años se acabe todo y que el adiós llegue de una forma inesperada? Iballa Socorro Díaz (Las Palmas de Gran Canaria 1986), nuestra Iballa, murió ayer en el hospital San Juan de Dios de San José, Costa Rica, donde pasaba sus vacaciones. Hoy debía ser su primer día de trabajo. Pero no volverá. Hace apenas unos meses, en las semanas previas al fallecimiento de su madre víctima de un doloroso cáncer, ella misma explicaba que ante lo imposible sólo cabe un milagro que cambie las cosas "y yo no creo en los milagros".

Con esa misma realidad inmutable nos enfrentamos sus compañeros y sus amigos (porque Iballa nos englobaba a todos en un mismo paquete) a su pérdida. Con ella se va la sonrisa permanente, las ganas constantes de aprender, de búsqueda de nuevas emociones, ganas muchas ganas. Casi hasta la extenuación de los demás. "Pregunta algo", le decíamos de broma cuando no paraba de interrogar sobre los antecedentes de cualquier información, intentando ser lo más rigurosa posible.

Pura Vida, el lema de Costa Rica, era también el suyo. Todo para ella era una aventura. Lo fue cuando en mayo cubrió por primera vez en pleno del Parlamento de Canarias. A su regreso lo contaba como si en vez de una crónica política hubiera estado en plena franja de Gaza; un acuerdo pesquero en Estrasburgo lo convirtió casi en un acuerdo de paz en la ONU y su salto en paracaídas sobre las dunas de Maspalomas en un paseo por la estratosfera. Era así. Ponía el alma en todo, quizá por ello su corazón acabó por romperse. "¡Ánimo Iballa que tú puedes!", se decía a sí misma cuando un tema se le ponía cuesta arriba, en el exterior del periódico se encendían la farolas y las líneas de la información se hacían interminables. Y siempre podía.

Iballa estudió Ciencias de la Información en la Universidad Carlos III de Madrid y llegó por primera vez a esta redacción, a la edición digital, en el verano de 2008, ilusionada con la profesión, ávida de aprender, con los ojos abiertos como platos, como sólo los abren los que no quieren que se les escape nada. Siempre dispuesta para todo. A escribir, a mover una información en las redes sociales o a coger una cámara para grabar cualquier acontecimiento.

De sus comentarios verdes de entonces nació Sex or not sex un blog que escribió con elegancia desde Madrid una vez acabadas las prácticas. Continuó su formación en los informativos de Televisión Canaria y finalmente en 2012 regresó a LA PROVINCIA, donde se integró en la sección de Canarias y Economía.

Era experta en poner cara a cualquier situación. Todo lo que sucede le atañe a alguien y ella era capaz de hallar ese alguien en Tombuctú si era necesario. Un joven que hubiera firmado su primer contrato, un emprendedor a punto de abrir un negocio, canarios en medio de las revueltas de Venezuela, en Egipto, en Túnez... En Facebook se puede leer aún una solicitud suya buscando "contactos de canarios en Nueva York para hacer un reportaje sobre el huracán Sandy". No había nadie que se resistiese a su simpatía.

Se murió ayer, después de ser intervenida de urgencia del corazón, haciendo lo que más le gustaba: viajar. Entre aviones apuraba la vida. Allí acudió "a ver bichos" con tres amigos.

Compartimos con su padre, Camilo, su hermano, Dailos y su novio, José, la pena y la misma incomprensión. ¿Por qué muere alguien que empieza a vivir? ¿En qué cabeza cabe?