El Fondo Kati, un legado documental formado por 12.714 manuscritos que constituyen el tesoro bibliográfico andalusí más importante fuera de España, permanece desde 2012 disperso y fuera de su espacio natural, la Biblioteca de Tombuctú (Malí), a salvo de los islamistas y rebeldes que mantienen el conflicto armado en el país africano.

Ismael Diadié, historiador, filósofo y guardián de ese legado, explicó ayer en Casa África cómo se está protegiendo ese fondo y qué se está haciendo para ponerlo definitivamente a salvo. Diadié es el último descendiente de Alí ben Ziryab al Kuti, ciudadano de Toledo expulsado de la ciudad en 1468 e instalado en Tombuctú, origen del fondo cuando abandonó la localidad española con miles de manuscritos que se llevó a Malí.

De Toledo a Tombuctú: el periplo del Fondo Kati, fue la conferencia que pronunció Diadié, director del Fondo Kati en la Biblioteca Andalusí de Tombuctú, con la que ayer finalizó el VI Encuentro de Biblioteconomía y Documentación que bajo el título Cultura y Sociedad se desarrolló en Casa África.

"Desde 2012 dispersar la biblioteca ha sido una cuestión de seguridad porque Tombuctú está ocupada por movimientos rebeldes e islamistas. Era lo único que se podía hacer por todas las turbulencias políticas que había también en el sur del país, en donde hubo un golpe de estado", explicó ayer el director de la Fundación Fondo Kati.

El propio Diadié está desde entonces exiliado en España y tras la intervención francesa en su país, hace ahora casi un año, no ha regresado por cuestiones de seguridad personal. Pero salvar el Fondo de su familia, patrimonio no solo de Malí y España sino asimismo para el área del Magreb, "es un trabajo costoso".

El apoyo financiero y especializado lo ofrece por el momento la empresa DKV Seguros, que se ocupa de que las decenas de cajas que encierran los miles de documentos que se depositaban en la Biblioteca de Tombuctú, en un edificio levantado por la cooperación española y financiado por la Junta de Andalucía, se mantengan en condiciones óptimas de conservación y fuera del alcance de las milicias en Malí.

Diadié tuvo que trabajar contrarreloj para poner a salvo los documentos cuando arreció el conflicto armado sobre Tombuctú. "Hubo que montar los manuscritos en cajas; después localizar sitios donde la biblioteca pudiera quedarse sin peligro y, en una tercera fase y muy rápido, en horas puntuales sacar el fondo del edificio".

Ese esfuerzo es titánico y la preservación de ese patrimonio documental una lucha diaria para evitar que acabe pasto de bombas o de cualquier otra forma de destrucción. "Llevamos prácticamente casi 447 años conservando esta biblioteca en Tombuctú, y nadie quiere ver cómo cualquier loco puede llegar y prenderle fuego". Según Diadié la protege poniendo en riesgo "mi propia vida, pero el trabajo de preservación "es más de DKV" que insufla la financiación necesaria para ese propósito.

Con ese apoyo económico, la Fundación reunirá en noviembre en España a técnicos especialistas para proponer ideas que salven el patrimonio bibliográfico. Se trata de digitalizar, restaurar y conservar los manuscritos en lugares fuera de Tombuctú, en Toledo, Jerez de la Frontera o Tarifa, ayuntamientos que han ofrecido espacios para ello. También se están elaborando convenios con la Universidad de Almería, la Universidad de Granada y la Biblioteca de Cataluña que aportarían asimismo soluciones técnicas al Fondo Kati.

"Trabajamos pensando en el futuro. Si hubiésemos hecho esto antes de los acontecimientos de 2012 no estaríamos ahora con tanta angustia", manifestó Ismael Diadié.