La célebre muestra Los Caprichos de Goya se inauguró ayer en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria, para descubrir por primera vez al público isleño los 80 grabados originales con que el pintor aragonés rompió los códigos de la época para satirizar la España Negra a finales del siglo XVIII. "Si Goya no atrajese gente, creo que estaríamos todos muertos", advierte Marisa Oropesa, comisaria de la muestra, que trabaja en la exposición desde hace alrededor de 15 años. "Para mí, Goya representa el genio de todos los genios y es el pintor que mejor ha conocido la condición humana", afirma.

La colección que aterriza en Gran Canaria se corresponde con la quinta serie de las 12 existentes, estampada por la Calcografía Real entre 1881 y 1886 para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con la que el Cabildo de Gran Canaria acaba de suscribir un convenio de colaboración para que las obras de los grandes referentes del arte se exhiban en la Isla. Pero la muestra de Goya llega a la ciudad de la mano del Club Canarias que, en colaboración con la corporación insular, ha impulsado una alianza entre empresas para financiar el coste de la exposición, cifrado en unos 300.000 euros, según explicó ayer el presidente del Club Canarias, Roberto Miño.

Culminados en 1799, Los Caprichos de Goya alumbran los claroscuros y contradicciones de la sociedad dieciochesca pero, sobre todo, del alma humana, que es lo que confiere a la muestra su notable carácter de intemporalidad. "Parece mentira que todo esto se hiciera en 1799 porque todos los temas siguen estando de rabiosa actualidad", señala Oropesa, que ha comisariado la muestra en distintos lugares en el extranjero, como el Museo de Estambul o la Pinacoteca de París. "Para mí, la intemporalidad en el arte es lo más importante y Goya lo ha conseguido en su obra", afirma la comisaria.

Tras la reciente clausura de la exposición El Greco: Oro y Tinieblas, en que se exhibieron dos grandes cuadros del pintor cretense, el museo americanista ocupa tres de sus salas con las famosas 80 estampas del pintor de Fuendetodos, que pueden visitarse hasta el próximo uno de marzo, de manera gratuita.

Según Oropesa, "no es fácil montar bien una exposición de grabados" y, en este sentido, quiso felicitar ayer a la directora del centro cultural, Elena Acosta, por el resultado, que se realizó en tiempo récord tras el desmontaje de los Grecos. "Tengo que darle la enhorabuena a la directora porque me he emocionado de lo bonita que ha quedado esta exposición", celebró. En esta muestra, los Caprichos se agrupan en cinco categorías temáticas, "con el objetivo de facilitar al público su comprensión", indicó Oropesa. Las categorías son El sueño de la razón, La religión, La educación, El matrimonio y La prostitución, que se corresponden con la clasificación que acuñó Roberto Alcalá en su ensayo Literatura e ideología en el arte de Goya.

La muestra arranca en la sala principal con la sección de El sueño de la razón, que reúne aquellos grabados en que el pintor aragonés rescata el género de los sueños, tras su popularidad en la etapa medieval y su recuperación posterior por parte de Quevedo en el siglo XVII. En esta selección destaca el capricho 43, titulado El sueño de la razón produce monstruos, en cuyo Manuscrito de la Biblioteca Nacional se lee: "Cuando los hombres no oyen el grito de la razón, todo se vuelve visiones". Considerado el más emblemático de los Caprichos, el grabado número 43 fue pensado para el frontispicio de la obra pero, en su ubicación final en la posición 43, hace las veces de bisagra entre una primera parte dedicada a la crítica de las costumbres y una segunda más orientada hacia temas de brujería, si se mira de forma cronológica. No obstante, Goya alteró el orden de las estampas a propósito y también encriptó sus rótulos y representaciones para protegerse de la Santa Inquisición por su altísimo grado de crítica con el entorno.

Por su parte, la comisaria también destaca el capricho 61, denominado Volavérunt, donde Goya refleja a la famosa Duquesa de Alba sobrevolando unos toreros, así como la serie de las Asnerías, enmarcada en la categoría de las La educación, donde el pintor aragonés critica la calidad de los docentes y los métodos de enseñanza basados en el castigo físico. "Goya realiza estos grabados a partir de unos cuadernos cuando va enfermando a partir de 1792", explica Oropesa acerca de la enfermedad que aquejó el pintor y que desembocó en una terrible sordera que le acompañó hasta su muerte. Según el escultor grancanario Juan Bordes, miembro de la Real Academia de San Fernando, la serie de las Asnerías, compuesta por seis láminas desde la número 37 a la 42, representa la estupidez del burro para lanzar una crítica a distintas profesiones intelectuales.

"Todos los temas de los grabados están totalmente vigentes", señala Oropesa, "es muy triste porque no hemos avanzado nada, salvo en la forma de matarnos y en que tenemos una televisión y una tablet de la que no nos separamos". "La condición humana sigue siendo la misma", añade, con cierto pesimismo, "Goya fue su gran conocedor y, por esta razón, en Los Caprichos se ven todos los defectos y las muy pocas virtudes que tenemos los humanos". En este sentido, Oropesa afirma que también los caprichos enmarcados en las secciones de La religión y La prostitución, esta última exhibida en una única sala dentro del recinto, también tienen su eco en el presente, puesto que su discurso y problemática no ha variado a lo largo de los siglos.

Con todo, el conjunto de los Caprichos fue concebido a través de la técnica del aguafuerte y la aguatinta, que empleaba el ácido para carcomer la plancha del grabado y dotaba a las estampas de una gran riqueza de matices, según explica la historiadora del arte, Ángeles Alemán. La venta de la colección fue anunciada en El Diario de Madrid, el seis de febrero de 1799, y se pusieron en venta 300 ejemplares en una tienda de perfumerías y licores de la calle Desengaño, número uno, en el mismo edificio donde habitaba Goya. Pero ante la caída del primer ministro Godoy y el temor a las represalias por parte de la Santa Inquisición, el pintor las retiró del mercado y las regaló al Rey Carlos IV, con destino a la Calcografía Real. Los Caprichos constituyeron la primera de sus series más importantes, entre las que destacan Los desastres de la guerra, Los disparates y las Pinturas Negras. "Goya fue el primer reportero de guerra con su famosa serie de Los desastres de la guerra", destaca Oropesa, "él fue retratando la guerra de una forma que jamás se había visto en arte porque, normalmente, el vencedor es lo importante pero con Goya es al revés, y lo plasmó a través de fotogramas, que son casi como fotografías".

Desde el silencio de la sordera, su obra culminante fue la serie de las Pinturas Negras, que pintó al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de la Quinta del Sordo y donde Goya vuelve a anticipar la pintura contemporánea y los movimientos de vanguardia del siglo XX. En ellas brilla ese lado oscuro que comienza en Los Caprichos y que llevó a medio mundo a encapricharse con Goya.