Puestos en pie, los asistentes se volvieron hacia el palco que Juan José Falcón Sanabria ocupaba con su familia. Largos y cerrados aplausos, de esos que no quieren acabar, conmovieron al gran compositor, director y pedagogo, emblema internacional de la creación musical canaria. Las palabras de gratitud tras el concierto homenaje ofrecido por el Ayuntamiento de su ciudad natal quedaron cortadas por la propia emoción, compartida por muchos y desahogada en aclamaciones. Vivimos momentos de profunda identificación del artista con sus alumnos, cantores de sus coros, intérpretes de sus obras, amigos y conciudadanos que le admiran y estiman. No en vano es para todos referente central de nuestra cultura contemporánea y persona querida por su generosidad y bonhomía.
Abrió la velada un vídeo con imágenes y sonidos que resumen ágilmente su vida de artista. La Banda Municipal de las Palmas y Alfonso Maribona en el podio prosiguieron el homenaje con tres títulos de su repertorio de concierto: una alegre y moderna paráfrasis de Markowski sobre el Himno a la alegría de Beethoven, una difícil Toccata de Heaton y la espectacular Obertura 1812 de Tchaikovsky, vitoreada en la sala, como las piezas anteriores, entre los cañonazos y campaneos de su coda triunfal.
La excelentísima Coral de Cámara Ainur, dirigida por Mariola Rodríguez Suárez (apoyada en una pieza por la pianista Susamari Suárez Varona), lució su admirable virtuosismo en cuatro páginas muy contrastadas de polifonía pura, gospel norteamericano y son caribeño. Su afinación y equilibrio, la belleza vocal, el balance inmejorable de las cuerdas, el refinamiento de las onomatopeyas y las vocalizaciones rítmicas revalidaron un nivel competitivo en cualquier circunstancia.
Lo más emotivo fue la reaparición de la Coral Polifónica de Las Palmas, creada y dirigida durante décadas por Falcón. Sesenta voces conocidas y estimadas recuperaron en solo tres ensayos, bajo la dirección de Mariola Rodríguez, cuatro obras del homenajeado, entre ellas, el precioso Mediodía del Poema Coral del Atlántico que abrió en 1972 su catálogo de madurez. Estas y otras dos como introducción y bis dieron fe de permanencia de la sólida formación, la musicalidad y el estilo transmitidos por el fundador. En el entusiasmo de la sala sonaba el acento de la emoción. Quedará larga memoria de este encuentro feliz, que pide a gritos un monográfico del excepcional compositor sinfónico, maestro, didacta y gestor que a todos llena de orgullo.
