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Entrevista. Director de LPAFilm Festival 2015

Luis Miranda: "Este es un Festival de cineastas y para el público, no de caras y famosos"

"El ciclo mayúsculo es el de Alex Ross Perry, es descubrirlo en España y será grande dentro de un tiempo", vaticina el crítico

Luis Miranda: "Este es un Festival de cineastas y para el público, no de caras y famosos"

Se estrena en la dirección del Festival de Cine tras realizar una intensa labor como programador y responsable de contenidos. La línea programática se mantiene fiel a la filosofía fundacional, si bien usted se ha propuesto sacar el Festival a la calle y reforzar la apuesta por el cine independiente, el que no llega a las salas comerciales.

Lo cierto es que cada Festival que hacemos es casi un experimento. Siempre hemos echado en falta la posibilidad de trabajar con un grado de estabilidad económica, y eso hace que cada ocasión tengamos que ir probando cosas nuevas. Lo que es inamovible es el concepto de lo que entendemos que debe de ser un festival y lo que representa hoy en día en la cultura cinematográfica. Ya no son las meras antesalas de los estrenos, que es lo que eran los grandes festivales en su momentos cuando eran pocos y muy grandes, sino que son un circuito paralelo con vasos comunicantes con los demás circuitos, el comercial y otros. Lo característico del Festival es que puede acoger propuestas muy diversas, pero su núcleo fundamental es abrir espacio para lo que no lo tiene. A sabiendas de que esto implica ofrecer un producto que no es convencional, precisamente por ello, y porque necesita de apoyos y de un arraigo en los espectadores. Todo festival necesita hacerse notar, que sea visible, porque el Festival contrae una deuda con la ciudad desde que es posible hacerlo. No es nada fácil, porque un festival digamos barato como el nuestro es muy costoso.

¿Qué presupuesto maneja el Festival este año?

Tenemos un presupuesto de 300.000 euros, un ligero repunte respecto al pasado año, y es lo que nos está permitiendo unos niveles de producción para hacer actividades en la calle, con proyecciones que tienen una vertiente más popular, como lo que haeremos en Miller con la noche Otaku o La Noche más freak; que nos permitirá proyectar al aire libre en el Quegles, variar la actividad con una parte formativa, lo que llamamos El cine por dentro, entre cursos y las jornadas Rodar en Canarias, que hacemos el 21 de marzo, último día del Festival. Que nadie se lleve a engaño, porque el presupuesto puede sonar fuerte, pero un festival internacional fuerte, no una muestra, que presenta estrenos, películas a concurso, invitados, es de una austeridad tremenda. Los festivales de alfombra roja rondan los dos millones de euros, y el escenario hay que tenerlo claro conforme a la escala de la ciudad. Tenemos un Festival modesto, no pequeño, y con muchas ganas de que la ciudad lo viva.

¿La apertura de nuevos espacios como el Quegles, o Miller, es la apuesta por ampliar el radio de acción más allá del entorno natural de Vegueta y por captar nuevo público.

Siempre tenemos el dilema, y no ocurre solo con el cine, que con la gente joven no sabes que hacer. Cómo movilizar a la gente joven lo tenemos presente desde hace años. Además, pensar en públicos mayoritarios para cualquier evento cultural es una falacia, pero si un público potencial que está ahí. El espacio de Miller nos permite hacer una actividad más dinámica, distinta a la mera proyección de las películas. Seguimos teniendo claro que el eje del Festival sigue estando en Vegueta, en el eje que arranca del Quegles y llega hasta los Monopol. El propio edificio, más allá de que sea la sede del Festival, de CreActiva, y todo lo que podamos hacer, es un lugar que hay que aprovechar. Y la dinámica del Festival se apoya en todo ello. La inauguración se hará en el Cicca, porque es un espacio que tiene un aforo adecuado, donde haremos la presentación de contenidos, jurado, invitados y demás, y la entrega del palmarés será en Miller. Todo es un poco experimental y queremos que tenga un punto divertido. Este no es un festival de caras conocidas y famosos, aunque alguno hay. El nuestro es un festival de cineastas y para el público. Ese es el reto. Y esa parte formativa es una oportunidad de acercar al cine al espectador.

Las jornadas profesionales de las que habla, Dentro del cine

Se pueden proyectar, siempre hay espacio para ellas, y es suficiente el motivo de que se hayan rodado en las Islas. Que encajen con el ideario de éste y otros festivales, es otra cosa. No son películas de festival, son estrenos comerciales, repestables y legítimos, y de hecho son esas producciones las que permiten que haya un tejido industrial en las Islas. Para lo que somos un tanto fundamentalistas de ese ideario estético, los que vemos el cine como un arte, no se nos escapa que hace falta otro cine. No hablo de crear una internacional del cine de autor o raro, entendemos que todo está muy interrelacionado, mucho más de lo que se ve o lo que se piensa. Otra cosa es que el sector industrial puede no estar de acuerdo que películas de bajo presupuesto funcionen bien. Ahí es donde las instituciones vinculadas a la industria, no son conformes. Hay que hacer el esfuerzo para hacer ver que Canarias puede ser plató para otro tipo de cine, al igual que ocurre en otros sitios de Europa, y esto puede ser muy interesante para producciones muy diversas. Es cierto se está yendo a otra parte, porque eso es lo que arrastra todo lo demás, y el empresariado comprueba que aquí hay rodajes como El niño o Exodus, que no ha gustado a nadie, pero vino Ridley Scott. Primero atraes a peces gordos, en términos cinematográficos, y luego la cosa se vaya diversificando. Hace falta inversión y un tejido profesional que ya tenemos. Buena parte de estos profesionales hacen posible el cine que presentamos en el Festival, en LPA Film Canarias, que son estupendas, que a veces nos interesa más que las otras. Es una pantalla que va a más en número y calidad. Hay una generación muy activa con ganas de hacer cine y con ideas a la altura de las circunstancias, un cine de esta época.

La sección oficial presenta 14 títulos a concurso entre 200 que se recibieron, de los que unos 50 son de Europa; otro porcentaje similar de América Latina como Brasil, México o Argentina; una treintena de cintas de Irán, Corea del Sur e India; una quincena entre Estados Unidos y Canadá; y cinco africanas. De las llegadas de África no se incluye ninguna.

Esa parte del cine se mueve de una forma muy particular. Queríamos estrenar Timbuktu, de Abderrahmane Sissako, pero no fue posible, y no encontramos otro título. Es un circuito que apenas aporta material, al contrario que Oriente Medio, que siempre hay muchas, de las que dos o tres valen la pena. De Asia, que antes recibíamos muchísimo material, la cosa ha ido aflojando. Se sigue produciendo cine con estándares de calidad. Está Corea, con una cineasta como Soon-mi Yoo con Songs from the North, pero es una producción estadounidense, una cinta sobre el desarraigo que incluye cosas que no pueden incluirse en una película coreana. Es una película deslocalizada. El africano tiene unos circuitos muy concretos para festivales especializados, y luego está digamos el popular, caso de Nollywood, las producciones casi domésticas para un consumo local, y salvo como curiosidad es inexportable. El cine africano está siempre sobre la mesa, pero es un territorio difícil de explorar, no existen puntos de referencia como ocurre con otras cinematografías. Luego tenemos una cinta china de Lou Ye, Tui Na/Bling Massage, que es un cineasta importantísimo, grande del cine asiático y desconocido en España. Es un privilegio contar con él. Por lo demás, parece que el cine de Extremo Oriente está en una fase epigonal, de repetir cosas, los grandes lo siguen siendo.

¿Es América Latina el relevo en el tipo de cine que busca el Festival grancanario?

Esto viene ocurriendo desde hace tiempo y había producciones muy interesantes y potentes que no pudimos acceder a ellas por ser estrenos recientes, y que queríamos y debían de haber estado en la sección oficial.

La sección Panorama

Son sospechosos habituales del Festival y algunas cosas nuevas como White God, del húngaro Kornél Mundruczo, algunas menos conocidas, y otras como la última película de Roy Andersson. Es un repaso a los autores, en la que no están todos los que son ya que podríamos armar una sección de 25 títulos. Esta sección nos pone en perspectiva y da cuenta del camino que hemos recorrido, son patrimonio del festival.

Un ciclo sobre la producción del estadounidense Alex Ross Perry y homenajes a Orson Welles y Pasolini, en el centenario del nacimiento del primero y por el 40º aniversario del fallecimiento del director italiano, son parte de los platos fuertes de cara al público este año.

Había que hacerlo. Un ciclo a Welles o Pasolini era necesario pero se han hecho cosas en el Aula de Cine, y hoy un día programar películas históricas son costosos por cuestión de formatops. hemos optado por rarezas. Two Much Johnson, de Welles, no es una película como tal sino un montaje de las latas que se encontraron hace dos años en un almacén italiano. Era material de rodaje y era parte de lo mucho que rodó Welles y nunca llegó a editar. Era un obseso de la escritura y esto le impedía terminar de montar una película. Son las tomas para una cinta del año 1938, tres años antes de su entrada en la historia del cine con Ciudadano Kane. Con Joseph Cotten corriendo por los tejados de Nueva York rodaron un homenaje al cine mudo, a Buster Keaton, y ves a Welles reciclando un género antiguo, que era muy inusual. En el fondo es una película sobre el cine. Vamos a ponerle música a esa proyección que adopta una estructura casi surreal por las repeticiones. Welles también está presente en La Ricotta, un corto maravillos de Pasolino, doden Welles hace de director de cine durante el rodaje de La pasión de Cristo. Es puro Pasolini. Y luego Sed de mal, que proyectamos en la plaza del Pilar Nuevo, y creo que la película que mejro funciona de cara al público, es poderosa, con ese nervio que tiene, Será una experiencia interesante, Esto en cuanto a la sección Déjà Vu, pero el ciclo mayúsculo es el de Alex Ross Perry. Es descubrirlo en España. Habíamos oído de él a partir de referencias que lo presentaban como el nuevo Woody Allen, aunque tiene mucho más que ver con el ciclo Novísimos USA que programamos hace años. En clave neoyorquina vendría a ser a los cineastas de Austin, los Linklater y compañía, todos esos independientes de los últimos 15 años que han renovado el cine indie americano. Es actor y ha dirigido cuatro películas, asentado en Nueva York, su cine tiene una acidez, una ironía particular, sensible a los personajes, casi un condesando de la vertiente urbanita del nuevo cine americano. Al Festival le encanta como dirige. No es que presente un mundo nuevo, sino un punto hipster, se reconocen elementos propios de una determinada cultura que asociamos a Nueva York o a las grandes capitales desde el punto de vista que tiene problemas para relacionarse. El nervio con la cámara puede recordar, salvando distancias, a John Cassavetes. Estoy seguro de que será grande dentro de un tiempo.

El jurado internacional tiene a Javier Cámara, el director Lois Patiño, la actriz rumana Cosmina Stratam, el crítico argentino Quintín. ¿La presencia de Cámara es un guiño al cine español y los fenómenos de temporada?

La gente que procede del mainstream más duro ofrece perspectivas interesantes para nuestro Festival. El jurado que premio en 2005 a Lia Zhangke por The world estaba presidido por Roger Corman. Y es de esas cosas que te hacen sentir que el cien funciona. Que las cosas tienen sentido, En el caso de Javier Cámara, es un personaje conocido, que conectar con el público, hablar del Festival si le apetece.

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