Un mes después de la publicación de A quien quiera escuchar, Ricky Martin se ratifica en las impresiones que avanzó cuando preparaba este disco: "Es el mejor de mi vida", insiste, ante el que califica como "un álbum para músicos" y, sobre todo, el mayor ejercicio de exposición sentimental de su vida.

"Hay vulnerabilidad. No le tuve miedo a sentir y dejé fluir todo en el proceso creativo", cuenta el artista puertorriqueño durante una entrevista en Madrid, en la que se muestra relajado, conectado con esa noción de "espiritualidad" que aflora en los tatuajes de henna de sus manos y a la que apela como fuente de superación de sus conflictos internos.

Esos los empezó a dejar atrás hace años, cuando en 2010 publicó un mensaje en Twitter en el que reconoció su condición sexual. Solo un año después publicó "Música + alma + sexo", pero quizás era demasiado pronto para que aflorara musicalmente el nuevo momento en el que se encuentra.

"Estaba pasando por tanto que aún estaba conociéndome. Me liberé y me despojé de todos esos miedos y ya hoy pude profundizar y buscar dentro de mí lo que de verdad soy, lo que he vivido desde entonces", cuenta el vocalista de pop latino.

Han tenido que pasar nueve discos de estudio desde Ricky Martin (1991) para llegar a la honestidad que exhibe en A quien quiera escuchar (Sony Music), casi una novela sentimental en la que se narra el ciclo del amor a través de canciones que nacieron y respiran en español.

"Es lo que necesito hoy en día", afirma Ricky Martin, que se pregunta si eso ha influido en un "nivel de sinceridad que traspasa incluso las barreras del idioma" y que ha llevado el álbum a ser el número 1 en ventas en países de Oriente Medio.