Alan Turing fue el matemático que en medio de la campiña británica logró descifrar la máquina encriptadora de los alemanes, la mítica Enigma, y acabar dos años antes con la contienda mundial, lo que ahorró 16 millones de vida, sin embargo, en vez de "levantarle un monumento" lo sometieron a castración química y un sinfín de penurias por ser homosexual, expuso la noche de este viernes 13 de marzo en el Museo Elder el ingeniero y experto criptólogo José Ramón Soler.

La vida del matemático, cuya aportación es tan fundamental como la de Stephen Hawking, despertó la curiosidad del público del Museo Elder, que gracias a la oscarizada "The imitation game. Descifrando a Enigma", se ha acercado un poco más a la figura de este genio y a la "injusticia total" a la que lo cometió la "puritana" sociedad del momento. Y ello a pesar de que su contribución a la humanidad fue enorme dadas las vidas humanas que salvó con la máquina que inventó para descifrar los mensajes de los nazis, en realidad acababa de inventar el primer ordenador de la historia, lo que lo convirtió en el padre de la computación moderna.

Los grancanarios tienen el privilegio de poder admirar en las salas del Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología la máquina Enigma hasta el próximo 23 de marzo, pues es la pieza estrella de la exposición Qwerty, que cierra sus puertas tras seis meses de estancia en la isla gracias al acuerdo alcanzado con el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología y el préstamo realizado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), propietaria de la unidad expuesta, toda una oportunidad para el público isleño, subraya la directora de Elder, Rita Hernández.

La maquina encriptadora Enigma es mundialmente conocida, con decenas de libros, documentales y películas en su haber, sin embargo el ponente dio a conocer su parte más desconocida, y es que realmente fue en España y Canarias donde primero se utilizó, donde primero mostró su gran potencial, y también donde se supo que no serviría a su propósito de guardar secretos porque pudo ser rota en 1937, lo que contribuyó a su descifrado posterior, cuando los alemanes la habían complicado exponencialmente.