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Entrevista. Psicóloga

Alba Rodríguez: "La igualdad no es ir al mismo cole sino acabar con el desprecio a lo femenino"

La licenciada y profesora de Psicología es especialista en temas de violencia de género en la adolescencia y juventud

Alba González Castellví. MIKI LÓPEZ

¿Herencia o hábitos sociales?

No podemos saber lo que hay de genética en todo esto pero sí podemos valorar lo que es social, y no somos conscientes de que los mensajes que enviamos a los niños y a las niñas son diferentes desde el momento mismo en el que nacen. Ni siquiera se les acuna de la misma forma.

Hay una realidad biológica, y es que hombres y mujeres somos distintos.

Sí, pero vemos un bebé, preguntamos si es niña o niño y a partir de ahí construimos una imagen mental que solo sirve para atribuir estereotipos. El sexo es biológico, pero el género se basa en las atribuciones que le demos a cada sexo. Son cosas diferentes.

El color azul y el color rosa.

Ves una cuna y ya sabes a qué atenerte. Pero es que además esto de los colores azul y rosa es algo relativamente nuevo. No hace tanto tiempo los bebés iban todos de blanco. La diferenciación en todo caso va mucho más allá de los colores. Hay determinadas características que esperamos de un niño y otras distintas que están más asociadas a las niñas. De los varones esperamos, por ejemplo, que sean inquietos, que se muevan mucho. No solo se lo permitimos sino que en cierto modo le reforzamos esa característica que no está tan bien vista en las niñas.

¿Las diferencias físicas se reducen?

Sí, pero eso nos da sensación de falsa igualdad. Cuando echamos una ojeada al recreo de un colegio vemos quiénes ocupan los espacios centrales: niños dando patadas a un balón de fútbol. Y quiénes ocupan las zonas periféricas: las niñas, con otro tipo de juego. Un recreo es la imagen de los telediarios, en los que los hombres copan los espacios de poder político, económico y religioso.

Y la escuela, ¿qué papel juega?

La escuela reproduce la sociedad. A los alumnos y alumnas se les envía el mensaje de que las emociones son menos importantes que la razón. Tomamos los libros de texto y están llenos de hombres: científicos, artistas... Gente poderosa. La escuela en general no ofrece una educación neutra porque los valores se miden por la cantidad de espacio y centralidad. Como en el recreo.

Pero nunca hubo tanta igualdad, aunque falte mucho por hacer.

La igualdad no es que vayamos al mismo cole, sino acabar de verdad con esa permanente subvaloración de lo femenino, ese menosprecio que lleva a muchos niños, ya a partir de los tres años, a decir eso de "yo no juego a esto porque es de niñas".

Es sorprendente teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los niños tienen en su madre, una mujer, el núcleo central de sus vidas.

El mensaje que reciben es que la madre es la que les cuida, pero no tienen por qué identificarse con ella. El papel de cuidadora está presente siempre, nos hemos encontrado con casos de niñas de tres años que les dicen a sus compañeros varones: dame la mochila, que yo te la llevo.

En la escuela las niñas se apuntan a hacer 'cosas de niños', pero no al revés.

Es verdad. Hay una relación más permeable de las niñas hacia los niños. Siempre me pregunté por qué razón las niñas no tienen problemas en este sentido y los niños sienten auténtico pánico.

¿Cuándo se comienza a dar esa diferencia entre 'lo' de niños y 'lo' de niñas?

A partir de los dos años se empieza a dar simbolismo a las cosas. Jugar a las cocinas es femenino, jugar a la pelota es masculino. Y todo a su alrededor fomenta esa diferenciación. Los juguetes de las niñas tienen que ver con la cotidianidad, una realidad en miniatura. Y los juguetes de ellos se alejan de esa realidad, son monstruos impersonales o coches fantásticos, cosas asociadas a la fuerza, a la lucha.

¿Y qué hacer en la escuela?

Lo primero que hay que decir es que la etapa hasta los tres años es fundamental, y no se le da toda la importancia que merece porque se la considera asistencial. En la escuela hay que observar e intervenir; tomar conciencia y ocupar los espacios de otra forma. Cuando cambiamos lo que sucede en el patio los roles se transforman. Los recreos no se entienden como espacio educativo y hay que superar esa idea.

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