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Entrevista. Periodista y escritor

Delgado: "Santa Teresa de Jesús sintió un amor obsesivo por Jerónimo Gracián"

"Me cuido de recrear sus sentimientos más allá de donde lo expresaron, pero tengo mi opinión", señala el escritor canario

Fernando G. Delgado. LA PROVINCIA/DLP

¿De dónde parte la idea de escribir una obra sobre un personaje tan poco popular como Santa Teresa de Jesús y otro casi completamente desconocido como el fraile Jerónimo Gracián?

Inicialmente lo que quería hacer hace muchos años era una novela sobre San Juan de la Cruz, el mayor poeta en español y uno de los más grandes de la literatura universal. Cuando se lo consulté a un amigo, que luego fue un político muy destacado de la transición, me dijo que no tendría gran cosa que escribir sobre un personaje, que llevó una vida tan contemplativa, que la única acción destacable de su existencia profana fue escapar de la prisión conventual de Toledo.

"De esta manera me olvidé de la idea, pero años después, comentándoselo a un hispanista inglés me comentó que el personaje que me interesaba era Jerónimo Gracián, del que se enamoró Santa Teresa. Él me puso sobre la pista de este fraile, indicándome parte de la bibliografía acerca de él. Como consecuencia tuve que leer sus cartas con Santa Teresa, la más grande prosista de nuestro idioma, pero a la que en el aspecto literario no le favoreció ser una santa tan notable, porque otras religiosas han tenido más relumbrón como escritoras, a pesar de ser más mediocres.

¿Hasta qué punto se ha basado en las obras de la santa y el fraile para componer la novela?

He seguido toda la producción de ambos. Me costó más encontrar la obra de él que la de ella, especialmente La peregrinación de Anastasio. Escribí la historia poniendo como marco su relación, no hay ninguna invención.

¿Cuáles son las mayores dificultades que ha encontrado en la realización de esta historia?

No escribo novela histórica, creo que las hay excelentes como El hereje de Miguel Delibes, El nombre de la rosa de Umberto Eco o varias de Marguerite Duras. Estas son profundamente literarias, pero se llama novela histórica a un modo de novelar la historia, y yo prefiero el historiador al escritor impostado o pretendido, que cuenta una historia pero se toma las licencias del novelista. Por eso no soy un amante de este género, lo que fue costoso a la hora de escribir, pero por otra parte fue muy atractivo leer a Santa Teresa y Jerónimo Gracián. Ha sido tan gratificante como oneroso.

¿Qué tipo de relación hubo entre Teresa de Jesús y Jerónimo Gracián, teniendo en cuenta que cuando se conocieron ella tenía 60 años y él tan sólo 30?

En la biografía de Gerald Brenan sobre San Juan de la Cruz, al describir el encuentro de Teresa con Jerónimo Gracián en Beas de Segura, afirma que se enamoraron. Seguí a través del epistolario entre ambos ese proceso de enamoramiento. Creo que él se fascinó con Santa Teresa porque era una mujer excepcional, y ella por su talento y cultura. Teresa se refirió varias veces a su aspecto físico de manera muy expresiva. Escribió que entró en trance y Jesús unió sus manos y le dijo que tenían que seguir así toda la vida, incluso habla de Jesús como un casamentero.

"Teresa vive desconsolada porque Jerónimo Gracián cuide su salud, que no se exceda y tenga cuidado con las monjas mozas. Cuando conoce a su madre queda deslumbrada y se lo cuenta a él, diciéndole que su madre tiene marido e hijos pero que 'esta pobre Teresa solo lo tiene a usted'. Es una frase muy expresiva, pero en el caso de Jerónimo Gracián no está tan claro que hubiera un enamoramiento sino una gran admiración.

"En la novela me cuido mucho de recrear sus sentimientos más allá de donde lo expresaron, pero tengo mi opinión de cómo eran. Pretendí hacer una novela de amor y creo que lo he conseguido, porque a pesar de que entre las calumnias con las que los acusaron está la de "compartir la cama", algo que no creo que fuera cierto, es evidente que Santa Teresa sintió un amor obsesivo por él. El amor tiene muchas vertientes, muchas formas de realizarse. Yo tengo más recuerdos de los amores no consumados que de los que alcanzaron teóricamente su plenitud, que son los que he relegado al olvido.

"A Jerónimo Gracián lo acusaron de ser un glotón y de trajinar con monjas, y creo que lo primero pudo ser cierto, porque escribió un elogio de la comida propio de un gourmet. Estoy seguro que Santa Teresa no cayó en esas debilidades, pero él si las pudo haber tenido por su vida tan azarosa. Que el lector deduzca lo que quiera.

Su obra va más allá de la relación entre los dos, porque trata sobre las luchas por el poder eclesiástico de la época

Santa Teresa tuvo una relación con el poder, escribió al rey pidiendo ayuda y viajó a Sevilla que era la ciudad donde el dinero y la miseria convivían a partes iguales. No era lo que más me interesaba de la historia, pero era imposible escribir sin enlazarla en un marco histórico determinado. Aunque he intentado tratar este tema lo menos posible está muy vinculado a su telón de fondo.

"Santa Teresa puso sus ojos en Jerónimo Gracián para una empresa cómplice, la reforma de la Orden del Carmelo, por eso después de muerta lo hostigaron por seguir sus ideas. Sufrió toda su vida persecuciones y cárceles. Hubo un nuncio, Ormaneto, que apoyó la reforma de la Orden del Carmelo y quiso acabar con las depravaciones. Por el contrario, un segundo nuncio por poco ordena la quema de Jerónimo Gracián en la hoguera, de la que se salvó gracias a Felipe II, ya que dos de sus hermanos fueron sus secretarios.

El mundo clerical del siglo XVI es enormemente complejo y no he querido que la novela se convirtiera en una historia de conventos, pero era un aspecto fundamental para pergeñar la historia entre ellos, en la que hubo una gran complicidad en la reforma de la Orden del Carmelo. Por este motivo, queriendo escribir una novela sobre el amor, a la vez ha resultado una sobre el poder.

"Todos los procesos de renovación y corrupción en los que se inmiscuyó el poder se parecen mucho a los que ocurren hoy. Asimismo las organizaciones de poder y los intrigantes se asemejan mucho. Al final Jerónimo Gracián es vilipendiado, rechazado y abandonado por los suyos, a los que había renovado.

¿Debido a ese parecido con la actualidad también hay una historia en la novela en el siglo XX?

Quería encontrar una voz contemporánea, para ello inventé dos narradores que realizan una investigación sobre Santa Teresa y Jerónimo Gracián en los años sesenta. Son un joven que va a un convento de Segovia, porque quiere escribir un libro sobre la santa, y un fraile que le hace descartarla. Entre los dos se establece una estrecha relación, hasta el punto que el chico se hace fraile y van construyendo la historia, pero la naturaleza de su relación no se desvela hasta el final, porque están bajo sospecha de los frailes. Más que nada, esto fue un recurso literario para dotar a la obra de una voz contemporánea y no verme obligado a utilizar únicamente el lenguaje arcaizante empleado entre Santa Teresa y Jerónimo Gracián. De esta manera estos otros dos personajes introducen un lenguaje actual.

¿Ha tenido que ver con el premio el hecho de que día 28 se cumplan 500 años del nacimiento de Santa Teresa?

Mi proyecto es muy antiguo, y mientras trabajé en él durante años no especulé acerca de este quinto centenario, pero cuando lo presenté al certamen si pensé que pudiera ser un gancho. No es una novela escrita para religiosos, por lo que no creo que los lectores de Santa Teresa sean los más interesados en esta obra, aunque no descarto que entre ellos haya muchos que lean literatura no religiosa. También es probable que la mayoría de los laicos pasen de este quinto centenario, de tal modo que los que no están interesados en la figura de la santa tampoco lo están en la efeméride, que ha quedado en una serie de celebraciones litúrgicas.

¿A qué se debe este desinterés por Santa Teresa?

Al atávico desinterés nacional por la cultura y a la lamentable apropiación que el nacionalcatolicismo hizo de la santa, que junto a Isabel la Católica fue patrona de la sección femenina de Falange y Franco tuvo una particular devoción por su brazo incorrupto. Aunque la gente culta sabe que esos prejuicios no cuentan, esta vinculación ha desfigurado su imagen, lo que es una lástima porque casi parece que inventó el feminismo, fue una andariega que iba levantando conventos, una gran gestora que se entendía bien con todo el mundo, incluso con los obreros. Cuidaba mucho el dinero y la gestión, no fue una mística arrebolada.

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