La compañía Noviembre Teatro ha encontrado en William Shakespeare un fondo infinito sobre el que cimentar una trayectoria escénica a partir de unos textos imperecederos que rebosan una actualidad que asombra. El mercader de Venecia es la última apuesta de Noviembre alrededor del dramaturgo tras montajes como Hamlet (2004), Noche de reyes (2012) y Otelo (2013), que se representa hoy viernes y mañana sábado en el Teatro Cuyás, a las 20.30 horas.

Una pieza con la que el espacio escénico que tutela el Cabildo inicia la segunda parte de la temporada, tras haber logrado un registro de público en el p'rimer tramo calificado como "histórico" por parte del coordinador insular de Cultura, Larry Álvarez.

"Nuestra tendencia no es dar la sopa con cuchara al espectador, no se le dice al espectador lo que tiene que pensar, hacemos el texto de Shakespeare sin ser tendenciosos y sin estridencias", explicaba ayer el director Eduardo Vasco en el Cuyás acerca de su forma de entender el oficio. "El teatro es el actor, el texto donde el actor está en primer plano, es nuestra marca, y no hacemos espectáculos a la medida de las modas".

El director se mostró ayer agradecido por regresar a un "teatro de referencia" y encontrarse a un "público que nos da crédito" con una propuesta shakesperiana que en 2015 fuera cercana, como un retrato que "tuviera que ver con los tiempos que vivimos, de alguien que vive por encima de sus posibilidades, y nos recuerda mucho de lo que está pasando".

En este sentido, El mercader de Venecia se antoja, se gún Vasco, como "una comedia romántica con una especie de negrura, de usura y la complejidad de la ley". Con un reparto en el que figuran, entre otros, Arturo Querejeta (Shylock), Francesco Carril (Bassiano), Isabel Rodes (Porcia) y Francisco Rojas (Antonio), la trama gira en torno al noble Bacciano que precisa una cantidad de dinero para tener los favores de su amada Porcia, y al no poder lograr los 3.000 ducados que necesita de su amigo Antonio, éste recurre al prestamista judio Shylock quien le reclama, además del dinero, una libra de carne del propio Antonio si no devuelve lo prestado.

En esta adaptación del título homónimo del "gran jefe", expresión que utilizó ayer Gonzalo Ubani, director artístico del Cuyás para refererirse a Shakespeare , y realizada por Yolanda Pallín, aflora el hecho de que "Shakespeare sentó las bases de la ingeniería financiera", en opinión de Arturo Querejeta, a quien le ha tocado "hacer de malo". Una aseveración que se manifiesta en el perverso destino que depara el citado préstamo a los protagonistas, como "un contrato complica los derechos fundamentales, en este caso el derecho a la vida". Es también El mercader de Vene"un canto a la generosidad y a la tolerancia, a la compasión de los seres humanos".