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Canarias, al margen de la Agenda de la Inmigración aprobada por la UE

La crisis del Mediterráneo acelera la creación de una política común

Imagen de los últimos inmigrantes que llegaron a Fuerteventura el pasado día 6 de mayo. GABRIEL FUSELLI

La avalancha migratoria que se ha producido en el último año en el Mediterráneo, y también en la frontera este con el incremento de los refugiados por las guerras de Oriente Medio, ha llevado a la Unión Europea a cambiar de estrategia y enfrentarse al drama de la inmigración como un problema global y que afecta a todos los países europeos. Ante la presión de Italia, Grecia y España, situados en lo que comienza a denominarse como front line o "línea de frente", Francia y Alemania han reaccionado y obligado al Reino Unido y los Países Nórdicos a acelerar la construcción de una política migratoria común, más allá de las competencias que ya aplican cada uno de los Estados miembros.

Para ello, se celebró hace tres semanas un Consejo Europeo de urgencia que, además de tomar las primeras medidas para afrontar la crisis migratoria, exigió la aprobación de una Agenda de la Inmigración. Prevista inicialmente para junio, acaba de ser aprobada sin embargo en este mes de mayo ante la gravedad del problema y el número de muertos que está provocando el conflicto de Libia.

Se trata de un extenso documento que pretende aportar una visión integral, y a medio y largo plazo, de la cuestión migratoria, a la que califica como "uno de los grandes problemas de nuestro tiempo". Con esta Agenda de la Inmigración, la UE se enfrenta a la tragedia de la inmigración con criterios comunes, más allá de la consideración de que era un fenómeno coyuntural que afecta a algunas regiones.

El documento comunitario habla, por primera vez, del "declive demográfico" y utiliza el envejecimiento de la población europea como argumento para aceptar cupos legales de inmigrantes: hasta 20.000 refugiados de terceros países al año (el 9,5% corresponde a España, mientras Reino Unido se opone frontalmente a integrarlos). Para los restantes inmigrantes propone acuerdos bilaterales con los países de origen para su devolución. La agenda apuesta también por una cooperación mayor en "asistencia técnica", sugiriendo incluso misiones militares además de la vigilancia de las fronteras.

Canarias no figura ente las front line o regiones especialmente vulnerables al problema de la inmigración, pese a haber recibido en lo que va de siglo, es decir en apenas quince años, a más de 100.000 inmigrantes irregulares, según cifras del Gobierno de Canarias. De hecho, en los intensos debates que han tenido lugar en Europa por la cuestión migratoria, el Gobierno español ha puesto como ejemplo a Canarias en diversas ocasiones. Y es que las Islas han sido, en las dos últimas décadas, escenario de casi todos los supuestos relacionados con la entrada irregular de inmigrantes por vía marítima: llegada masiva y colapso de los centros de retenciones (sobre todo en 2005-2006); embarcaciones localizadas a la deriva con deceneas de inmigrantes vivos y muertos; ahogados en el momento del rescate o a escasos metros de las playas; redistribución de irregulares hacia otras regiones (hasta 5.473 solo en el año 2002) ; y hasta una falsa alarma de ébola por el arribo de un embarcación a Maspalomas, el pasado noviembre, con ciudadanos de Guinea Conakry. Y ello sin contar los nichos sin nombre que hay en muchos cementarios canarios.

De la patera al cayuco

De esta experiencia de Canarias como una de las fronteras del mundo con mayor presión migratoria, lo que ha destacado el Gobierno de Mariano Rajoy es el resultado de las políticas de control desde los países de origen. Desde finales de los noventa, las embarcaciones procedentes de la cercana África Occidental llegaban en cantidades y dimensiones cada vez mayores y desde lugares cada vez más lejanos. En un primer momento, lo hicieron a Fuerteventura y Lanzarotes en pateras en las que viajaban grupos más o menos reducidos. Más tarde, extendieron su radio de acción hacia islas como Gran Canaria y Tenerife. El Gobierno canario, bajo la presidencia de Adán Martín, realizó entonces gestiones con Marruecos en las que se implicó el propio Rey alauita. Producto de esas negociaciones, se desplazaron recursos y equipos de seguridad desde el norte del país hasta las costas occidentales, lo que redujo el flujo de inmigrantes que lograban salir en pateras desde esta zona. Pero el aumento de los controles provocó, a su vez, una adaptación del lucrativo negocio del tráfico de personas hacia el sur, desplazándose las salidas hasta algunas localidades costeras de Senegal. La patera fue sustituida por el cayuco, embarcaciones mayores y con capacidad para navegar más lejos, hasta el punto que algunas llegaron a arribar a El Hierro. El Gobierno español alcanzó entonces un acuerdo con Senegal en parecidos términos de colaboración a la que mantuvieron Canarias y Marruecos. El resultado ha llevado a considerar a España que el fenómeno de la inmigración en las islas ha quedado superado. Pero, ¿este éxito es estructural o coyuntural? ¿Podrían volver las pateras masivamente a Canarias?

La crisis ha sido, sin duda, un tapón al flujo de inmigrantes que llegaban, pero aún no se ha producido la recuperación y la noticia de la arribada de embarcaciones vuelve, bien es verdad que a cuentagotas. El boquete abierto por Libia en el muro de contención de la llegada de inmigrantes desde África a Europa a través del Mediterráneo podría, por otro lado, reproducirse en otros Estados fallidos del continente africano. En Nigeria por ejemplo, donde pesa la alargada sombra del terror establecido por Boko Haram.

Una de los aspectos más interesantes de la Agenda de la Inmigración es que identifica "las causas profundas" que están provocando los intensos flujos migratorios sobre la Europa comunitaria: "La probreza, los conflictos étcnicos, las persecusiones de las minorías, las epidemias, las sequías, las hambrunas y el cambio climático". Y concluye que, además de las medidas de control y persecución de las organizaciones criminales que trafican con la desesperación, es necesario consolidar y ampliar los programas de cooperación con los países de origen. "La lucha contra la pobreza" en los focos de emigración es clave para hacer frente al problema de la inmigración, según la nueva política comunitaria.

Canarias podría jugar, en este ámbito, un papel fundamental como plataforma de cooperación con África. El Gobierno español sigue, sin embargo, concibiendo esta relación desde la prioridad de la conexión a través del Mediterráneo: el sur de España y el norte de África. Canarias raramente aparece en los discursos oficiales sobre las relaciones entre ambos continentes, y cuando lo hace es como base logística militar dada su cercanía al África Occidental.

Al dar por resuelta la cuestión migratoria en Canarias en el seno de la Unión Europea, el Archipiélago podría quedar al margen de las propuestas que deberán poner en marcha en el futuro próximo los Estados miembros para hacer realidad esa mejora de la cooperación y lucha contra la pobreza. Un lucha que se actualizará a nivel global, a finales de este año, en la cumbre que Naciones Unidas ha convocardo en París para renovar los Objetivos del Milenio para el período 2015-2030.

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