Un paseo por la Luna, disfrutar de su paisaje de aspecto volcánico, admirar su materiales geológicos y asomarse a un cráter de más de 40 kilómetro de diámetro. Esta es la actividad que propone Iñaki Ordóñez, un topógrafo planetario del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que ha diseñado la primera ruta de la historia para hacer senderismo en el satélite. "A partir del estudio de un mapa topográfico se puede saber el relieve que presenta una determinada zona y también los materiales que existen en esos lugares", explica este topógrafo que realiza su trabajo en el Isaac Newton Group, del Observatorio del Roque de los Muchachos de La Palma. Así fue como analizando estos mapas se le ocurrió la idea de proyectar esta ruta única en el mundo. Este pamplonés diseñó un itinerario que recorre 90 kilómetros de la superficie lunar y culmina en el cráter Aristarco, uno de los más llamativos del satélite. Aunque a priori se pueda pensar que recorrer 90 kilómetros en un solo día es una tarea para superhéroes, este científico afirma que no se necesitaría un nivel físico muy elevado para poder finalizarla. "Tenemos que tener en cuenta que en la Luna nuestro peso sería una sexta parte del que tenemos en la Tierra, debido a la menor gravedad, por lo que podríamos recorrer una mayor distancia con menos desgaste físico", y calcula que los senderistas tardarían alrededor de nueve horas en completar el paseo.

Aficionado al senderismo, colgó esta atractiva ruta en la plataforma online Ssummon, que ofrece actividades al aire libre para aficionados a la naturaleza. En su artículo, Ordóñez realiza una descripción detallada de lo que el viajero se encontraría si realizara el sendero.

En primer lugar, habría que viajar durante dos o tres días en un módulo lunar para llegar al satélite. "Propongo que el módulo aterrice donde comienza el recorrido, una planicie de 20 kilómetros cuadrados con bloques de rocas magmáticas de diversos tamaños". Después de tres horas de recorrido por la superficie lunar, el viajero llegará a un área de cráteres de entre cinco y 100 metros de diámetro. Un poco más adelante los senderistas podrán disfrutar de los "campos de olivino", un mineral, también presente en la Tierra, que salpicará de tonalidades verdes el paisaje grisáceo de la ruta.

Desde allí, los aventureros deberán ascender tres o cuatro kilómetros para asomarse al cráter de Aristarco, de más de 3.000 metros de profundidad. "De estar ubicado en la Tierra este cráter tendría el mismo impacto turístico que el Gran Cañón del Colorado", afirma Ordóñez. Este gran agujero se originó por el impacto en la superficie lunar de un gigantesco meteorito. A pesar de ser una estructura que se formó hace 175 millones de años, es unos de los cráteres más jóvenes que existe en el satélite. Esta formación está situada en la parte visible de la Luna y es fácilmente distinguible desde la Tierra, ya que está compuesto por materiales muy brillantes.

Realizar senderismo en la Luna puede tener algunas ventajas frente a realizar esta misma actividad en la Tierra. La falta de atmósfera, según este topógrafo planetario, repercute en que no haya vientos que levanten nubes de polvo, que puedan molestar a los caminantes. Además, permite ver el cielo estrellado, aunque el viaje se realice de día. "Otra de las ventajas de preparar un sendero en la Luna es que puedes observar con un telescopio el lugar donde vas a realizar la ruta, algo que resulta imposible en la Tierra", expone Ordóñez. Sin embargo, las características propias del ambiente en la Luna pueden hacer que se le presenten al viajero algunas dificultades, que también han sido previstas por este científico. Por eso, recomienda viajar con los nuevos trajes espaciales, "que pesan alrededor de cinco kilos, y olvidar la imagen de los primeros hombres que pisaron el satélite enfundados en pesadas indumentarias que superaban los 75 kilos.

Ordóñez además recomienda llevar provisiones y agua en abundancia. "Aunque es posible que pudiéramos encontrar agua en la Luna esta no será fácil de extraer", expone. Otra de las recomendaciones que pone sobre la mesa este científico es la de eliminar completamente las pequeñas partículas del regolito lunar, una vez de vuelta en el módulo, "ya que pueden provocar problemas respiratorios".

Aunque actualmente no sea posible llevar a cabo esta expedición "soñar es gratis y ojalá encontraran la manera que hiciera viable realizar este tipo de viajes", subraya Ordóñez. Hasta que sea posible, el investigador trasladará a través de sus descripciones, basadas en las evidencias científicas, los paisajes planetarios que quizás podrán llegar a disfrutar los senderistas del futuro.