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Entrevista. Escritor

Jorge Fonte: "Woody Allen adora el jazz y la canción nacida de los musicales de Broadway"

"En las bandas sonoras de sus películas predominan músicos como Jackie Gleason o Erroll Garner", señala el investigador cinematográfico

Jorge Fonte. MARTA DORTA

Mañana presenta en el Club LA PROVINCIA su tercer libro sobre Woody Allen, ¿qué lo diferencia de los anteriores?

El primer libro, publicado en 1998, es un libro genérico del cine de Woody Allen. Es un análisis de sus películas una por una y es un libro que ha funcionado muy bien. De hecho, en estos 17 años ha tenido seis ediciones, porque se ha ido actualizando, pues él estrena una película por año y la reedición se hace necesaria. En Woody Allen, escritor y cineasta (2012) me centré en su faceta como escritor y en la presencia de la literatura en su cine, puesto que, aparte de ser guionista, suele escribir relatos cortos que se publican en prestigiosas revistas norteamericanas como el New Yorker o el Playboy. Además, en la mayoría de sus películas hay algún personaje escritor, que a veces interpreta él mismo. Para este tercer libro, quise hacer hincapié en otro factor relevante dentro de lo que es el bagaje artístico y cultural de Woody Allen, la música, que ha sido relevante en sus películas desde el principio. La banda sonora de El dormilón (1973) fue llevada a cabo por él y su grupo de música. Desde ahí, y sobretodo a partir de Manhattan, la presencia de la música lo envuelve todo. Adquiere muchísima importancia porque él escoge las canciones que quiere que aparezcan en sus películas y lo hace en base a su gusto personal.

¿Qué película o escena le ha empujado a escribirlo?

La filmografía de Woody Allen está compuesta por 46 películas, es muy densa, pero hay tres títulos clave que justifican y hacen necesario, a mi entender, la existencia de este libro. Días de radio (1987) es fundamental porque en ella nos encontramos con casi 40 canciones y todo el argumento del filme está vinculado a sus recuerdos de infancia, a las canciones que el oía en la radio cuando era niño. La segunda es Acordes y desacuerdos (1999), donde se relata la historia de un guitarrista de jazz, personaje inspirado directamente en Django Reinhardt, que además constituye el primer personaje músico de la filmografía de Woody Allen. La tercera es Todos dicen 'I love you' (1996), que constituye un musical al más puro estilo Hollywood de los años 50.

¿Qué cree que supone para el neoyorquino la música elegida para cada una de sus películas?

Hay un periodo dentro de la historia de la música que a él le fascina, que es el que se encuentra comprendido entre principios del siglo XX y el final de la II Guerra Mundial, hasta los años 50. Esa etapa de de la música americana es la que a él le vuelve loco, supone para él un momento histórico en el que la creatividad artística musical fue verdaderamente boyante y por eso se ve reflejada en todas sus películas. Hay muy pocos casos en los que nos topemos con otro tipo de géneros como el rock o el pop y, de suceder, siempre les acompaña una justificación argumental, normalmente en un tono de crítica o mofa. Todo lo anterior a eso, el jazz y la canción popular norteamericana, nacida o derivada de los musicales de Broadway, es un tipo de música que él adora hasta el extremo. Con su banda suele interpretar jazz dixieland, clásico, al más puro estilo de Nueva Orleans, muy complicado de tocar, muy tradicional, específico y arraigado en la cultura norteamericana.

¿Qué papel diría que juega la ópera dentro del universo de Woody Allen?

Las dos pasiones musicales de Woody Allen son el jazz y la música clásica. En ese sentido, a lo largo de su filmografía es inevitable encontrar piezas de Mozart, Beethoven, Verdi o Bach. Sí es verdad que en los últimos años, especialmente a partir de Match Point (2005), la ópera ha ido adquiriendo una mayor importancia.

¿Cómo se ha desarrollado la presencia de la música en sus filmes?

Al principio se tuvo que someter a lo que es costumbre en Hollywood, que un compositor lleve a cabo la banda sonora original. No terminó de gustarle la experiencia y prefirió utilizar las canciones que él conocía. El ejemplo más claro se encuentra en Manhattan, donde toda la banda sonora está dedicada única y exclusivamente a uno de los compositores más grandes de aquella época, George Gershwin. La evolución se produjo principalmente a partir de esta película, que empieza a marcar el ritmo de unas 15 ó 20 canciones por obra. Las anteriores, tanto Annie Hall (1977) como Interiores (1978), tienen pocas canciones, dos o tres a lo sumo cada una. Predomina el jazz clásico y se repiten nombres como Erroll Garner o Jackie Gleason, un director de orquesta que contaba con la peculiaridad de elegir temas actuales en su momento para convertirlos en versiones melódicas, que resultaron encajar muy bien con las secuencias en cine. Hay también muchos títulos de Louis Armstrong, Billie Holiday y Duke Ellington. Sin embargo, Miles Davis y Charlie Parker se han quedado fuera por las dificultades que supone introducir un tipo de jazz menos suave, no tan melódico.

¿Qué va a encontrar el lector en su libro?

El libro es una guía, un libro de consulta destinado al mitómano, cinéfilo y musicólogo curioso, a ese espectador que acaba de ver una película de Woody Allen y tiene dudas acerca de alguna pieza musical que haya escuchado: quién la compuso, cuándo, qué otras versiones existen, cuál es la historia de ese tema, quién lo interpreta... Todo eso se cuenta en el libro canción a canción. Es una enciclopedia de la música que suena en las películas de Woody Allen.

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