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Entrevista.

Fernando Romay: "Quiero propagar mi espíritu 'buenrollista', que es muy necesario"

"Si conseguimos que la gente que está a nuestro alrededor empiece sonreír el mundo sería mejor", afirma el miembro de la Federación Española de Baloncesto

Fernando Romay. EFE

Leva años retirado de la práctica activa pero Fernando Romay sigue siendo un icono del baloncesto español. Fue el primer gigante reconocido y se supo ganar a todo el mundo, aficionado o no al deporte de la canasta, con su carácter y su manera de ser. Fernando Romay Pereiro (La Coruña, 23 de septiembre de 1959) es un exjugador de baloncesto y uno de los mejores pívots que han pasado por la selección gracias a su altura de 2,13 centímetros. Con la camiseta española consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Participó también en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y en tres Mundobasket y cuatro Eurobasket. Jugó en el Real Madrid 17 años, uno en el OAR Ferrol y terminó en el CAI Zaragoza en 1995.

¿A qué se dedica ahora?

Estoy en la Federación Española de Baloncesto, más concretamente en la Fundación. Desde allí hacemos baloncesto pero también algo más. Nos dirigimos a todo tipo de colectivos, mayores, niños y jóvenes. Llevamos ya unos años con lo que llamamos la escuela de padres, en la que nos reunimos con los padres de los jugadores y ponemos en común cosas que pasan y que a veces no son todo los beneficiosas que debieran para los propios chicos.

¿Cómo lleva eso de seguir siendo un icono del baloncesto a pesar del paso de los años?

Lo que soy es guapo, tengo un cuerpo hecho para el pecado. Bueno, fuera bromas, yo lo que pretendo es crear buen rollo a mi alrededor, quiero propagar mi espíritu buenrollista, algo que hoy en día tal como están las cosas es muy necesario. Deberíamos practicarlo todos; si conseguimos que la gente que está a nuestro alrededor empiece a sonreír el mundo sería un poquito mejor.

Podría crear el partido buenrollista

Si es político ya no sería buenrollista.

¿Qué diferencia hay entre la selección que ganó la plata en los Juegos de Los Ángeles en 1984 y la que la logró en Londres en 2012?

El baloncesto cambió totalmente, lo mismo que el resto del mundo. Ahora mismo el mundo se ha hecho mucho más pequeño, estamos cada vez más comunicados y se sabe lo que se hace en todos lados. En aquella época los entrenadores eran casi autodidactas. Nuestro éxito fue gracias a Antonio Díaz Miguel, que empezó a ir a Estados Unidos y se trajo nuevos sistemas de entrenamiento. Así que empezaron a ir otros entrenadores como Manel Comas, Aíto García Reneses, Mario Pesquera y ahí se sentaron las bases de lo que es el baloncesto actual en España. Lo que para nosotros era impensable, que era ir a jugar a la NBA, ahora se ve con normalidad. Los jugadores van y vienen e incluso se permiten el lujo de rechazar ofertas, algo que estamos viendo.

Las diferencias entre el baloncesto de Estados Unidos y el de Europa cada vez son más pequeñas.

Los americanos son más portento físico pero creo que los jugadores europeos están mucho mejor formados, baloncestísticamente hablando, que los americanos.

Se acaba una generación. ¿Cómo ve el futuro?

Bien, no creo que sea el final de una generación. De los que ganaron el Campeonato del Mundo de Japón deben quedar un par de jugadores y seguimos entre los mejores. Lo que se produce es una regeneración continua. Siempre se habla de que se acaba el ciclo pero las incorporaciones están a un gran nivel.

Los jóvenes llegan apretando fuerte tanto en hombres como en mujeres.

Sobre todo en chicas. El deporte femenino es la gran baza para el futuro inmediato. La incorporación de la mujer al deporte desde hace algunos años hace que cada vez haya mejores resultados, es la evolución propia del interés que se ha puesto en ello. De hecho, la Federación Española de Baloncesto ha pedido la organización del Campeonato del Mundo de 2018, y a partir de eso se está haciendo un programa que se llama Universo Mujer, no sólo para el baloncesto, sino con el objetivo de dar relevancia a las féminas en el mundo del deporte.

¿Cómo afectó la crisis al deporte?

Si con la crisis muchos se constiparon, para el deporte fue una pulmonía. Al fin y al cabo hay cosas más importantes que el mero hecho de hacer deporte, aunque no siempre debiera ser así. Hay que inventar, hay que trabajar para que no se pierda el deporte de alto nivel, que es ejemplo para los chavales, y por otra parte hay que favorecer que la gente haga deporte aunque sólo sea por salud mental y física.

¿Mantiene contacto con sus compañeros de equipo y se- lección?

Por supuesto. Los del Madrid tenemos una asociación de veteranos y los de la selección también; hay un equipo de leyendas y nos vemos de vez en cuando. Todos me siguen cayendo muy bien, son tipos fenomenales, menos Iturriaga, que me cae fatal (entre risas).

Por cierto, ¿se acuerda de cómo sacó el carné de conducir?

Cómo voy a olvidarlo: fue en un Seat 133 y al examen fuimos Fermosell, que medía 2,05, yo -que mido lo que mido- y además el examinador, los tres metidos en un coche del tamaño de un 600. Pero tengo que desmentir la leyenda que dice que quitábamos el asiento del conductor y nos sentábamos en el de atrás, eso es mentira.

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