Después de 60 años de la muerte de la Pequeña Notable, los brasileños recordaron ayer a Carmen Miranda, la artista de origen portugués que hizo retumbar su voz en las emisoras de radio, conquistó América y eternizó el "tropicalismo". La muerte de Carmen Miranda, el cinco de agosto de 1955 en Los Ángeles, a los 46 años de edad como consecuencia de un infarto, entristece hasta ahora a los brasileños, incluso a los de las nuevas generaciones que la identifican como uno de sus símbolos musicales y veneran su estilo único en el escenario.

Criada en el barrio bohemio de Lapa, en medio de los artistas que daban vida a la samba en las primeras décadas del siglo XX, Maria do Carmo Miranda da Cunha, como era su nombre verdadero, comenzó a los 14 años a tener contacto con la música callejera y su voz a escucharse desde una tienda de corbatas en la que trabajaba. En las calles de Lapa, la artista aprendió el lenguaje de barrio, con expresiones y costumbres que años más tarde afianzaron su acento "tupiniquim" (brasileño en portugués coloquial) por toda América.

Éxito

Primero Buenos Aires y después Estados Unidos, el público internacional comenzó también a rendirse a la voz y a la contagiosa alegría sobre el escenario de Carmen Miranda, famosa también por su característico lápiz de labios rojo, accesorios extravagantes y coloridos vestidos y turbantes. Miranda se casó pero no tuvo hijos y su sobrina y heredera, Maria Paula Richaid, comentó a Efe que la "Pequeña Notable" -por su baja estatura- dejó de ser parte de la familia para tornarse en una "divisoria de aguas para la música, el arte y las costumbres brasileñas".

"Ella huyó de la generación que había en la época y perpetuó una nueva generación", enfatiza Richaid. Con más de 260 canciones, 160 discos, 24 películas, 12 programas de televisión, dos musicales, libros, estudios, documentales, dibujos animados de Disney y hasta una muñeca, Miranda es recordada al son de su Chica-chica-boom-chic, una percusión que inmortalizó con su voz y retumba desde hace seis décadas.