La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista. Oftalmólogo

Luis Fernández-Vega Cueto-Felgueroso: "El fármaco de mi abuelo era el 'ciencoa': ciencia, cariño, comprensión y ánimo"

"Estoy casi seguro de que algún día podrá corregirse la ceguera absoluta. Se investiga mucho sobre ello", apunta el médico

Luis Fernández-Vega Cueto-Felgueroso. MARCOS LEÓN

¿Usted, cómo se ve?

Como un oftalmólogo, de 29 años, nacido en una familia de médicos de la misma especialidad. Mi tatarabuelo, Adolfo, comenzó la saga en 1880, pero sus descendientes todos se llamaron Luis. Las cosas han cambiado mucho desde entonces; curiosamente mi bisabuelo hizo la especialidad en un mes, en París y yo llevo seis años en ella al crearse superespecializaciones. La mía es en córnea, cataratas y cirugía refractaria. Aparte me considero alegre, metódico, trabajador y muy ordenado.

¿De pequeño con el ojo de quién jugaba?

A los ocho y nueve años iba con mi abuelo y mi padre a la consulta, me daban un chupa-chups y veía algunas cirugías. Me interesó aquel mundo, y más tarde en el momento que supe que no podía ser un buen futbolista, elegí esta carrera. Siempre crecí con ella, participando de la pasión que se vivía en casa.

¿Así que no tuvo dudas?

Nunca. Hice Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Mi padre, al ser catedrático no quiso que permaneciéramos debajo de su falda, sino que nos buscáramos la vida en una ciudad grande. Me refiero a mi hermano y a mí. Hice la especialidad en Barcelona y ahora me iré un año a Miami, al Hospital Bascom Palmer, en centro más valorado del mundo en Oftalmología en el año 2015.

¿No es una gran responsabilidad coger el testigo de tanto éxito?

Sin duda, pero iremos entrando poco a poco. Nos hemos formado en los mejores sitios para estar muy preparados.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Ayudar a la gente, ver sus caras de satisfacción después de una cirugía; es emocionante. Ésta es una especialidad muy agradecida.

¿Llegará un día en que pueda corregirse la ceguera absoluta?

Estoy casi seguro, puesto que se está investigando mucho sobre ello. La peor ceguera es la que depende del nervio óptico, que une el ojo con el cerebro. Ahora mismo es una frontera insalvable, pero pienso que algún día se encontrará la solución.

¿Cree que habrá una sexta generación de oftalmólogos Fernández-Vega?

Sí, aunque he de decir que a nosotros nunca jamás nos presionaron, libremente elegimos. Una sexta ya son palabras mayores.

¿Está definitivamente incorporado al trabajo clínico?

Desde hace un año.

¿Recuerda al primer paciente que tuvo entre las manos?

Sí, fue en urgencias de Barcelona, era un señor que sufría una conjuntivitis en un ojo. Se lo arreglé y él no supo que era mi estreno individual. Acompañado había visto muchos casos.

¿Qué hace en su tiempo libre?

Leo, hago deporte, escucho ópera, disfruto con los amigos... No dispongo de mucho tiempo porque hay que viajar, asistir a congresos. Este mes nos vamos al congreso europeo de Barcelona, y al nacional de Sevilla, que será el último de mi padre como presidente de la Sociedad Española de Oftalmología.

¿A quién admira?

La máxima admiración la siento por mi padre y mi abuelo, por su espíritu de trabajo, que no les impedía llegar siempre a casa con una sonrisa.

¿Y a quién le sacaría tarjeta roja?

A los políticos en general, aunque ahora parece que se están corrigiendo errores para ofrecer una imagen de España menos corrupta.

¿Qué le preocupa?

Quisiera cumplir con las expectativas puestas en mí, espero conseguirlo. Tengo muy avanzada mi tesis doctoral, sobre una enfermedad llamada queratocono, que afecta a la córnea, y creo que la terminaré antes de irme a América. Y me gusta el trabajo que realiza la Fundación Fernández-Vega para ayudar a la gente. Este año, junto a la Fundación Barraquer, estuvimos en Ruanda, Angola, donde realizamos alrededor de 523 cirugías de cataratas en apenas una semana. Trabajábamos trece horas diarias devolviendo la vista a personas que estaban ciegas. Éramos dos cirujanos de Barraquer y dos de Fernández-Vega. Fue un proyecto muy bonito que pensamos repetir.

¿Siempre en Angola?

No, lo hemos hecho también en Camboya, en las misiones de Kike Figaredo [sacerdote y destacado misionero español por su labor humanitaria en el país asiático]; la primera vez fui con mis padres, y mi padre trabajó. A su vez colaboramos con entidades españolas. También este año la Fundación ha hecho tres expediciones al extranjero, incluido Perú.

¿Qué nota se atribuye en sentido del humor?

La máxima. Tendría que decirlo la gente, pero creo que así es.

¿Y en bondad?

Ésa si que deberían dármela los demás, aunque espero que sea buena. Humor y bondad son muy importantes para el paciente, junto a la Ciencia. Era el fármaco del abuelo, que él llamaba 'ciencoa': ciencia, cariño, comprensión y ánimo.

¿Y en ambición, cómo andamos?

Muy alta. Si queremos salir, estar en vanguardia, y no pensar que lo sabemos todo, hay que continuar estudiando, leyendo e investigando. Deseo que junto a mi hermano y mis primos sepamos responder a lo que se espera de nosotros.

¿Qué le llena de energía?

Mi madre constituye un pilar fundamental para nosotros, es una mujer alegre, muy positiva y extremadamente inteligente. Es presidenta de la Fundación Fernández- Vega para las ayudas, ya que hay otra para la investigación.

¿Es usted consciente de su suerte, cuando media España busca trabajo?

Sí, pero también sé que he de seguir buscándola, no debo relajarme en ningún momento, sino trabajar para que la suerte se mantenga.

Compartir el artículo

stats