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Entrevista

Marcos Huerta: "Hay una demora de ocho años hasta que se diagnostica el trastorno bipolar"

El psiquiatra españo es especialista en esta patología, una gran desconocida para muchas personas, incluso para quienes la padecen sin saberlo

Marcos Huerta. LP / DLP

¿Cuáles son los nuevos avances en el tratamiento del trastorno bipolar?

Ese es el problema, que realmente nuevo hay muy poco. Aunque sea un poco decepcionante no hay fármacos nuevos para el trastorno bipolar desde hace varios años. Hay fármacos relativamente modernos de hace unos diez años, pero no hay avances continuos. Uno de los problemas que tiene la psiquiatría como especialidad es que hay una época de sequía de nuevas patentes.

¿A qué se debe?

A que es una investigación que requiere muchísima inversión, son patologías muy complejas y no es fácil conseguir avances significativos. Hubo una época muy buena en décadas pasadas en las que había nuevas moléculas cada dos o tres años, salían fármacos distintos. Pero esa vía se agotó y estamos en una época de cierto parón que será transitorio. Y eso no significa que no hay investigación o que no se esté aprendiendo a utilizar los medicamentos que existen de una manera más racional, con más evidencia científica, con mayor beneficio para los pacientes.

¿Qué alternativa se les abre entonces a los pacientes que tienen este trastorno?

Contrariamente a lo que se puede pensar el trastorno bipolar es uno de los trastornos mentales que, si bien es muy grave y sus consecuencias son devastadoras para la persona, responden bien a un tratamiento adecuado. Es una realidad que hay gente conocida, del mundo del cine, del espectáculo... que tiene trastorno bipolar y que lleva una vida perfectamente normal, con funcionamiento casi indistinguible del que tenía previamente. Hay que desterrar planteamientos fatalistas o pesimistas con respecto a este tipo de trastornos.

¿Cuáles son los retos que presenta este trastorno?

Uno de los principales es que tarda mucho en diagnosticarse. El motivo es que en muchas ocasiones el paciente acude a consulta únicamente cuando tiene clínica depresiva, pero cuando tiene episodios de una euforia relativamente leve, con cierta exaltación del ánimo y sin graves trastornos de conducta, y cuando realmente se encuentra muy bien, porque puede hacer muchas cosas, necesita pocas horas de sueño, está muy optimista, es capaz de desplegar mucha actividad, realmente uno no tiene conciencia de la enfermedad y a veces ni siquiera la gente del entorno. Porque se puede atribuir erróneamente un periodo de euforia a la sensación de liberación después de superar un periodo depresivo previo. Se habla de una demora de alrededor de ocho años entre los primeros episodios y un diagnóstico efectivo. Y esto es importante, porque es muy diferente el diagnóstico de una depresión bipolar al de una depresión unipolar. De hecho los antidepresivos en el trastorno bipolar cada vez se cuestionan más porque se considera que pueden favorecer los cambios de fase, la irrupción de nuevos episodios de euforia patológica. Y con frecuencia se ven casos en los que el inicio de un tratamiento antidepresivo sin conocer realmente el diagnóstico real de la persona lo que ha llevado es a mayor inestabilidad y mayores episodios de euforia y depresión encadenados.

¿Es una de las enfermedades psiquiátricas menos conocidas?

En general el conocimiento del gran público de los trastornos mentales es muy limitado. Más que conocimiento es casi una distorsión que viene en función de prejuicios y cuestiones muy alejadas de la realidad. Los trastornos mentales y por extensión la psiquiatría siguen siendo un gran desconocido.

¿Se puede llegar a hablar de cura en este trastorno?

Tiene tanta cura como la pueda tener cualquier otra enfermedad del ser humano, como el asma o la hipertensión. No tenemos por qué ver los trastornos mentales como algo extraño, porque son patologías crónicas que necesitan un tratamiento en muchos casos continuado. Lo importante no es tanto si existe una cura en el sentido de que uno toma un tratamiento, o se opera y desaparece la patología, sino que la mayor parte de las enfermedades que sufrimos los humanos se puede mantener asintomática con un tratamiento continuado. Alrededor del uno por ciento de la población presenta este trastorno, en sus distintos grados y subtipos y un alto porcentaje de gente lleva una vida completamente normal. Y seguro que muchos de nosotros conocemos a alguien con trastorno bipolar que no sabe que lo tiene.

¿Tienen alguna estimación de cuánta gente puede estar sin diagnosticar?

Es complicado de saber por la demora en el diagnóstico, pero sí se estima que mucha gente lo tiene y no lo sabe.

¿Qué tipo de trastornos atienden en su consulta?

La salud mental de los españoles no es ni mejor ni peor que la del resto de occidentales. Los grandes trastornos psiquiátricos son los mismos que en cualquier otra sociedad y en cualquier otro tiempo. La única diferencia viene dada por el consumo de tóxicos. Hoy en día tiene mucho que ver con la irrupción de trastornos mentales. El consumo de cannabis, que parece ser que es uno de los bálsamos de la modernidad, está demostrado que aumenta el riesgo de episodios maniacos. Y hay indicios suficientes para sospechar que favorece la expresión de la variabilidad genética para varios trastornos mentales, entre ellos el trastorno bipolar. Y sin embargo se plantea como algo inocuo, casi como un complemento nutricional. Y hay que tener en cuenta que vivimos más, con lo cual enfermamos más. Las enfermedades neurodegenerativas serán uno de los retos de salud mental fundamentales de los españoles en las próximas décadas. Y somos una sociedad en la que cada vez vivimos más aislados, las familias no son tan extensas como antes, con pocos hijos y mucha movilidad, y a pesar de que estamos muy conectados cada vez estamos más aislados.

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