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Alberto Coto: "La vida moderna nos lo pone todo fácil; hay riesgo de caer en la atrofia mental"

A sus 45 años, está considerado uno de los grandes calculistas de la historia

Alberto Coto García. LP / DLP

Es heptacampeón mundial y bicampeón olímpico de cálculo, atesora siete récords Guinness, ha participado en programas de televisión de medio mundo e imparte cursos y conferencias en colegios, universidades y empresas. El calculista Alberto Coto García exhibe un currículum que asusta, pero hace unas semanas tuvo que enfrentarse a su operación más difícil: recibir un homenaje. "Es difícil encontrar las palabras; todo esto me resulta muy emotivo", explicó Coto.

¿Qué supone que le rindan un homenaje?

Desde el punto de vista sentimental es una sensación bastante fuerte. Me resulta más fácil dar una conferencia para mil personas en otro sitio o batir un récord Guinness. Es más controlable emocionalmente. El hecho de que la gente cercana te haga un homenaje es algo que agradeceré infinitamente y lo llevaré guardado para siempre en el corazón.

Empezó a calcular con apenas cinco años contando las puntuaciones de las partidas de cartas de sus familiares, ¿cómo fueron aquellos primeros pasos?

Para mí es algo natural. La gente a la que no le gustan los números es la equivocada. Tendrá algo innato, pero sobre todo es práctica. De niño iba por la calle y hacía cuentas con las matrículas de los coches o repasaba la nota de la compra del supermercado. Si nos ponemos a pensar en términos numéricos podemos aplicarlo a todo en la vida.

Los aparatos electrónicos han facilitado mucho la vida, ¿corremos el riesgo de que el cerebro se oxide?

Desde mi punto de vista sí. Estamos totalmente alienados por la máquina. Está bien que haya calculadoras, pero si vas a utilizarla para multiplicar siete por cuatro hay un problema. Todo deriva de la práctica. Si no mueves un músculo queda atrofiado. Si no practicas nada el cálculo mental no vas a tener ejercitado ese lado del cerebro. La vida moderna nos lo pone todo muy fácil, pero también corremos el riesgo de caer en una atrofia mental. Eso dejando claro que tener tantos aparatos es muy bueno. Es como todo. No es lo que tengas sino cómo lo uses. Si tienes un coche está muy bien, pero si lo utilizas para hacer un trayecto de cien metros...

¿Pensaba de pequeño en que se ganaría la vida con el cálculo?

Nunca lo imaginé. En el año 1996 viendo el programa de televisión que se llamaba ¿Qué apostamos? vi que yo hacía más rápido la prueba con la que ganó el concursante. Me dije: "Aquí pasa algo". Participé en el concurso, gané y ahí empezó todo. Yo estaba preparando en ese momento oposiciones y tampoco tenía muy claro lo que quería hacer. Al ver que era bueno calculando descubrí que podía dedicarme a ello, aunque tocó picar piedra y moverse mucho.

¿Cómo se prepara usted para enfrentarse a las competiciones de cálculo?

Antes de los campeonatos mundiales practico sobre las pruebas que te suelen poner. Después, en el día a día, me pongo a jugar con las matrículas, hago promedios de velocidad cuando estoy corriendo o calculo cambios de moneda mentalmente cuando viajo a otros países. Jugar con los números es ya parte de mí.

Usted imparte charlas y cursos en muchos países, ¿le obliga su trabajo a pasar mucho tiempo fuera de su casa y de su familia?

Me he movido por toda América, pero ahora estoy más centrado en Bolivia, Costa Rica y México. En el mes de octubre iré a Bolivia y pasaré allí cuarenta días. Lo que más me gusta es el tema pedagógico, pero recuerdo que cuando empecé tenía muy claro que debía dedicarme a lo que saliera. Me llamaron de Crónicas marcianas y recuerdo que también me llamaron de un evento en Barcelona en el que compartí cartel con un grupo de hip-hop y otro de thrashmetal. Yo era la tercera pata del banco. Había que apuntarse a todas.

Después de batir tantas marcas mundiales, ¿qué reto le queda por delante a Alberto Coto?

En cualquier momento quizá intente batir un nuevo récord en esto, aunque lo cierto es que en el momento actual, a mis 45 años de edad, busco sobre todo otro tipo de retos. En Bolivia, por ejemplo, tenemos previsto organizar un campeonato de cálculo para los niños que llevará mi nombre y en el que estoy de organizador. Me apetece más inculcar el cálculo a los demás.

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