Con su hermetismo, su culto al líder y las extravagancias del régimen de Kim Jong-un, Corea del Norte suscita en Occidente una mezcla de terror y fascinación. Álvaro Longoria trata de averiguar qué hay más allá en The Propaganda Game, programada ayer en el Festival de San Sebastián. "El documental profundiza y supera la imagen grotesca que a menudo trasladan los medios de comunicación", dice a Efe el director de Hijos de las nubes, película sobre el Sahara narrada por Javier Bardem, que logró un Goya en 2012.

"Esto no es una película de James Bond, hay muchos intereses en juego. Kim Jong-un no es el malo malísimo, un Doctor No aislado del mundo, jugando con el botón de la bomba atómica. Es todo mucho más complicado", señala el productor y realizador. El origen de la película se remonta a su etapa de productor de una serie de documentales de Oliver Stone en torno a líderes mundiales como Fidel Castro, Yaser Arafat o Hugo Chávez. Querían entrevistar al líder supremo norcoreano, pero nunca consiguieron acceder a él.

De aquel intento, Longoria (Santander, 1968) se quedó con el contacto de Alejandro Cao de Benós, un catalán que trabaja como delegado de relaciones culturales para el gobierno norcoreano, y lo persiguió hasta conseguir una invitación para entrar en el país. "El concepto era imaginar que aterrizas en un planeta desconocido y sus habitantes te llevan a conocerlo, sin ideas preconcebidas. Luego enfoqué el tema hacia la propaganda, porque he visto cómo la información es manipulada por todas las partes implicadas; los norcoreanos, sí, pero también otros", señala. Narrador de la historia cámara en mano, Longoria permaneció diez días en Pyongyang. En la práctica, ni un segundo estuvo solo. "Estás constantemente observado, eres un pez fuera del agua. No puedes salir del hotel sin vigilancia", explica. Y mucho menos grabar a escondidas.

"Yo no soy Jon Sistiaga. No quería encontrar un niño famélico ni rodar un campo de concentración. Lo que quería era entablar una relación de confianza para que me contasen todo lo posible", dice. El contrapunto crítico lo ponen los testimonios de corresponsales extranjeros, portavoces de organizaciones de defensa de derechos humanos y ciudadanos norcoreanos que han huido del país.