El papa Francisco afirmó ayer que el Sínodo de los obispos, reunido para debatir sobre temas relacionados con la familia, "no es un parlamento donde hay que negociar, pactar o llegar a compromisos". Francisco hizo esta afirmación en el discurso de apertura de los trabajos de la asamblea en el Aula del Sínodo ante los 270 padres sinodales, los que tendrán derecho al voto, y unos 90 entre expertos y auditores.

A los prelados, Francisco les recordó que se deben abrir al "Espíritu Santo" por el bien de la Iglesia y que dejen de lado opiniones personales o prejuicios.

El pontífice argentino explicó que el Sínodo significa "caminar juntos con el espíritu de la colegialidad y sinodalidad", y pidió afrontarlo con "celo pastoral, franqueza y sabiduría y poniendo por encima de todo el bien de la familia, de la Iglesia y de la suprema lex (ley suprema): la salvación de las almas". "Os quiero recordar que el Sínodo no es un convenio o un parlamento donde hay que llegar a ponerse de acuerdo. El Sínodo es una expresión eclesial, es la Iglesia que camina, para leer la realidad con los ojos de la fe y los ojos de Dios", añadió.

En otro momento de su discurso, Francisco insistió en que no puede ser un parlamento "donde hay que negociar, pactar o llegar a compromisos". El único método -agregó- es "abrirse al Espíritu Santo para iluminarnos ante nuestras opiniones personales y prejuicios por el bien de la Iglesia".