La cineasta belga Chantal Akerman, que dirigió películas como La Captive y marcó profundamente el cine de la década de los setenta, falleció ayer a los 65 años en París. Precisamente su obra, que la acredita como representante de la generación post-nouvelle vague, la trajo a Las Palmas de Gran Canaria en el año 2008 para presidir el Jurado Internacional de la Sección Oficial del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria.

La artista, originaria de una familia judía, que nació en Bruselas y vivió en París y Nueva York, dirigió este año la película No Home Movie, que aún no ha sido estrenada, en la que cuenta la llegada de su madre a Bélgica en tras huir de Polonia.

Jeanne Dielman, 23, Quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), en la que cuenta la historia de una joven viuda que se prostituye en casa, está considerada la película con la que se consagró como directora, después de haber firmado otro destacado largometraje Je, tu, il, elle en 1974. Dos grandes obras consecutivos la confirman como la prometedora realizadora que fue.

Akerman probó diversos género cinematográficos como la comedia musical, con Golden Eighties (1986), la comedia romántica Un divan à New York (Romance en Nueva York, 1996), con Juliette Binoche y William Hurt, o historias de amor más intimistas en Nuit et jour. También destacó como documentalista, con trabajos como D'Est (1993) sobre la vida en el este de Europa tras la desaparición de la Unión Soviética; Sud (1999), sobre el racismo en Estados Unidos, o De l'autre côté (2002), centrado en los mexicanos que cruzan ilegalmente la frontera con Estados Unidos. D'Est, además, se convirtió en instalación en 1995, dentro de una muestra itinerante que se inicia en EE UU y pasa por París, Bruselas, Valencia y Wolfsburg. Desde entonces, realiza otras videoinstalaciones partiendo de sus filmes: Selfportrait: Autobiography in Progress (1998), presentada en el Centro Pompidou, o Woman Sitting after Killing (2001), presentada en la Bienal.

Las relaciones sexuales, la religión, el papel de la mujer en el mundo laboral, la familia y la soledad fueron los temas recurrentes de una filmografía caracterizada por la rigidez de su puesta en escena y por un estilo personal más allá de cualquier moda cinematográfica. "Al ver el cine a través de los ojos de una mujer quería mostrar algo que no se había visto antes", confesó en una entrevista a este periódico durante su visita a Gran Canaria en 2008. Así, el suyo es un cine complejo marcado por su militancia feminista y que no cedía a concesiones ni formales ni temáticas. Participó en la sección oficial del Festival de Berlín en 1989 con Histoires d'Amérique y en la de Venecia en 1991 con Nuit ey jour, además de conseguir una nominación a los César del cine francés por su documental Là-bas (2006).

En 2004, Akerman recibió la Medalla Fellini de la Unesco por su contribución a la difusión y al respeto de la diversidad cultural. Investida de estos honores en su exitosa carrera de cineasta y tras haber dirigido más de 40 películas y escrito una veintena de guiones, Akerman llegó, con su aspecto enjuto, a Las Palmas de Gran Canaria.