La National Portrait Gallery de Londres indaga en una exposición que se inaugura hoy, viernes, en la faceta artística menos conocida del reconocido escultor y pintor suizo Alberto Giacometti (1901-1966), con 65 obras que ponen al descubierto una 'doble vida' del genio. Mucho más reconocido por sus características esculturas en bronce de figuras elongadas y hieráticas, Giacometti: Presencia pura es la primera muestra que se centra únicamente en los retratos que realizó el artista, a quien preocupaba "copiar las apariencias", según recordó ayer el comisario Paul Moorhouse.

Abierta al público hasta el próximo 10 de enero, esta selección resalta la intensidad en la estrecha relación que se forjaba entre el escultor y sus modelos, y que se aprecia fácilmente en los numerosos bustos, dibujos y pinturas.

Coincide, además, con el 50 aniversario de la muerte de Giacometti, a quien se ha calificado de artista neurótico, huraño, o solitario, "un hombre que trabajaba solo en un diminuto estudio en Montparnasse (París), creando esculturas abstractas y surrealistas", señaló Moorhouse,

"Todo eso es, hasta cierto punto, cierto, pero también se trata de una lectura incompleta de Giacometti. Y Giacometti es muchísimo más que eso", puntualizó el experto.

De hecho, esta compilación a gran escala demuestra que a partir de 1940, cuando el genio modernista y surrealista creó su primera escultura, hasta el año de su muerte, 1966, "mantuvo una continua preocupación por el retrato", agregó. "En efecto, Giacometti, en realidad, llevó una doble vida. No estuvo todo el tiempo en París -donde creó sus trabajos más experimentales-, sino que hacía visitas regulares a su casa familiar en Suiza, en Stampa, y allí llevaba una existencia completamente alternativa, en la que desarrolló su contacto con el retrato", dijo Moorhouse.

Distribuida en nueve salas, la muestra se abre con la primera escultura que Giacometti creó, en 1914, con solo 13 años, un retrato de su hermano Diego, quien con el tiempo se convertiría en su ayudante técnico y uno de sus principales modelos en sus esculturas, dibujos y pinturas.

Otros maniquíes habituales y figuras constantes en la vida del genio, presentes en bustos, dibujos y óleos, fueron su esposa, Annette, su amante Isabel Nichol -que posteriormente pasaría a ser Isabel Tawsthorne, musa de Francis Bacon- y otros amigos o conocidos del suizo, como el multimillonario norteamericano David Thompson o el filántropo Lord Sainsbury.

La última sala la ocupan retratos de quien fue otra persona inseparable en la vida de Giacometti, además de convertirse en su última modelo, la joven prostituta Caroline, "una señora de la noche con la que Giacometti se obsesionó".