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José Luis Valle: "Imitar a Hollywood es un error, como un cocinero que copia a McDonalds"

"Me interesan las historias de la gente ordinaria para la que la industria del cine no tiene espacio", indica el cineasta

José Luis Valle: "Imitar a Hollywood es un error, como un cocinero que copia a McDonalds"

Hace dos años se presentó el documental Workers

Traigo dos propuestas diferentes pero que parten de un mismo interés narrativo y una manera personal de contar historias. En El milagro del Papa me llamó la atención la vida de un muchacho supuestamente salvado por Juan Pablo II de una leucemia. No me interesa si hubo o no milagro sino la vida actual de este hombre como metáfora de la situación en México. La idea es que aunque te toque el Papa y te salve, estás igual de jodido. El protagonista acaba preso de un circo de intereses mediáticos, económicos y políticos donde todo el mundo medra con él y sale adelante mientras él queda sumido en la marginalidad. Todo esto, sin denuncia y sin un discurso explícito. Es más sutil y cómica.

¿Y Las búsquedas

Fue un cambio radical de registro y de estilo. Es en blanco y negro y habla de temas como la venganza y la redención. Es, a su modo, una historia de amor pero en la gran y hostil ciudad de México. Me interesan las historias de gente ordinaria, que tienen mucho que contar pero que no tienen espacio en la industria del cine. Siempre se habla de gente bonita y exitosa. A mí me interesa mostrar otra cara.

Esta película contó con un presupuesto de 1.500 dólares. ¿Cómo se afronta un rodaje con recursos tan limitados?

Nosotros queríamos experimentar esa vía. Queríamos demostrar que es posible hacer cine con pocos recursos y encontramos una libertad infinita por el hecho de no tener compromisos. En el fondo, esta es la verdadera definición de cine independiente. Pero la película que estamos preparando ahora cuenta con un presupuesto de cinco millones de dólares e intento rescatar lo mejor de la anterior experiencia: la flexibilidad, los equipos pequeños, el espíritu documental, etc. Creo que no se trata de tener mucho dinero o no, sino dónde lo pongas y cómo lo utilices. Eso sí, intentamos conservar por completo la independencia.

¿Existe un equilibrio presupuestario entre la libertad y los compromisos?

Es increíblemente difícil y hay que buscar rutas alternativas. Yo sé que no siempre es posible pero hay que intentar encontrar ese punto en el medio. Además es complicado porque hay mucho cretinismo en este oficio. Es así. Hay mucha gente que se cierra a sus ideas y otra que tiene terror al riesgo o a la mirada personal del cineasta. Entonces, lo que sí se valora en otros espacios de la cultura, como son la capacidad de riesgo y esa mirada personal sobre el mundo, son cosas ante las que los productores tradicionales sienten pavor. Estos tienden a apoyarse en una fórmula que supuestamente garantiza un ingreso en taquilla. Eso a mí no me interesa. Tampoco voy a perder el tiempo denostándolo. Simplemente entiendo que son caminos paralelos y propuestas diferentes.

El cine de autor que se factura en América Latina cuenta con un gran prestigio. ¿Qué sensaciones le produce cuando ve que se intenta imitar o repetir los modelos de Hollywood?

Considero que es caer en un error. Mi análisis va más allá del discurso ideológico o antiamericano, que me parece una bagatela a estas alturas. Yo lo entiendo desde el pragmatismo, porque creo que si queremos hacer cine, éste debe hacerse desde nuestra personalidad y por nuestros propios caminos. Lo otro es realmente rarísimo. Es como si un cocinero se olvida de su gastronomía porque McDonalds vende más. Está claro que McDonalds vende más, pero es basura. Ojo, está bien para un domingo pero no para sustituir todo un recorrido cultural por un espíritu eminentemente mercantilista. Es muy raro, pero el cine ha sido relegado al entretenimiento puro y duro. Eso ha ocurrido por su vocación industrial y porque genera mucha plata. Eso está bien, pero considero que debería haber una mayor amplitud de miras y, sobre todo, espacio para que coexistan una variedad de miradas. Pero sí, está claro que existe una imitación acrílica del modelo Hollywood. Se entiende porque es el dominante, pero si queremos hacer nuestro cine debemos seguir nuestro camino.

¿Por qué cree que el público se interesa más por el modelo comercial frente al de autor?

Es un tema fascinante. En México dicen que la gente no ve cine hecho en México porque es aburrido y es malo. Yo siempre respondo con otra pregunta. ¿Qué hay peor en este planeta que las telenovelas mexicanas? Y las ven cientos de millones de personas. Antes de salir ya están prevendidas en cientos de países y es basura. Entonces, que no me digan que la gente no ve películas mexicanas porque son malas. Más de un periodista mal intencionado pregunta si considero a ese público como tonto. Y no. Es una cuestión de oportunidades. Si no dejas que la gente pruebe la comida exquisita que existe, por ejemplo, en España, muchos se van a ir a McDonalds a comprar una hamburguesa. Pero no es que sea tonto, es que no le has dado la oportunidad de probar otras cosas. Yo no quiero decir que el comercial es malo y el de autor bueno. Eso es una tontería. El espectro es mucho más amplio y hay cine comercial fabuloso que nos ha cambiado la vida. De hecho, la mayoría de los que nos dedicamos al cine estamos aquí porque primero fuimos cinéfilos de un cine comercial. Y al revés. Hay otro cine que está en los circuitos de arte y que nos quieren encasillar y vender como cine aburrido y esto no es así.

¿Qué tendencias se imponen en el cine iberoamericano?

El panorama actual es muy amplio. Lo es para lo bueno y para lo malo. Yo creo que es muy sano que haya espacio para todo. Si surge una comedia boba con actorcillos de televisión que rompe las taquillas y gana millones me parece perfecto. Yo no la iré a ver, pero es sano para la Industria. Lo que no puede pasar es esa tendencia que pretende sacar del circuito o limitar al otro cine porque no es negocio. Es algo que considero peligroso. Me parece que estamos poniendo el concepto de la rentabilidad en la cima de la escala de valores y eso no puede ser porque entonces cerraría esta Casa de Colón donde nos encontramos ahora. Quizás deberíamos cerrar también los hospitales y las ONG's porque no dan dinero. Yo no soy nadie para decir qué tendencias se imponen pero sí veo que predomina el concepto de cine como industria. Si lo comparamos con otras artes, nadie exige que la ópera sea negocio pero parece que el cine está obligado a ser un negociazo increíble y no creo que sea tan necesario. Puede ser también un vehículo de expresión de ideas o un diálogo entre culturas y esto no necesariamente es aburrido. A mi me gusta mucho cuando se entremezclan los estilos, un cine como el de Ciudad de Dios, Tropa de élite, Birdman, etc, que son películas para masas pero con una mirada personal.

¿Cuales son sus referentes?

Es difícil. No le diré Ciudadano Kane para quedar bien. Me gusta gente poco conocida y contemporánea como Dilini Yasundara, que es un cineasta joven de Sri Lanka; mexicanos como Enrique Rivero, Yulene Olaizola; Pablo Larraín de Chile, el sueco Roy Andersson o Ulrich Seidl de Austria. No es los únicos pero sí que son los que considero una referencia... Brillante Mendoza, también de Filipinas.

¿Qué le gustaría llevarse de su experiencia en Ibértigo?

Me interesa entablar un diálogo con el público y ver si la película gusta, porque es algo que me ayuda. La crítica e incluso el rechazo absoluto son útiles. Además, me interesa conocer el panorama canario. Un festival siempre es una oportunidad para ver otro cine, otros autores y ampliar horizontes. Me interesan mucho los cortos, especialmente los locales, y recomiendo a Celina Murga. Es una oportunidad frente a la globalización. Me parece muy triste que El hobbit se exhiba en todas las salas. ¡Que injusto! No gusta a todos.

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