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Cine 'Marte (The Martian)'

Robinson Crusoe en Marte

Robinson Crusoe en Marte

A pesar de que se pueden contar con los dedos de una mano, las películas del espacio no son precisamente una novedad en la filmografía de Ridley Scott. Títulos como Alien, el octavo pasajero, Blade Runner y Prometheus dan fe del buen hacer del director inglés cuando se trata de ponerse el brillante traje espacial. Lástima que no podamos decir lo mismo de sus películas históricas: 1492, la conquista del paraíso, El reino de los cielos o Exodus: dioses y reyes, donde lo único que brilla es la vieja retórica hollywoodiense. Sin duda una de las mayores virtudes de Scott es la de haber sabido integrarse muy bien en el cine de Hollywood, aunque no siempre haya sabido donde está la delgada línea que separa el cine personal del de estudio, el cine de autor del de género.

Marte (The Martian), vaya por delante, se sitúa en un territorio intermedio. Por momentos resulta una película de estudio, a la que se le ve enseguida el truco: recrear un planeta que no pertenece a este universo, sino al imaginario cinematográfico, algo parecido a lo que hizo Robert Zemeckis con Robinson Crusoe en Náufrago. En otros momentos, en bloques enteros, Scott da con un tempo y una precisión visual digna de sus mejores logros, aunque albergo serias dudas sobre si las intenciones del director de Thelma y Louise eran realizar un divertimento o una obra de madurez apuntalada en el artificio como forma expresiva.

Basada en la novela El marciano de Andy Weir, Marte (The Martian) narra la odisea de Mark Watney (Matt Damon), un astronauta de la NASA que tras quedar varado, y dado por muerto por sus compañeros de expedición, en el planeta rojo tiene que ingeniárselas para sobrevivir mientras aguarda un plan de rescate desde la Tierra. Casi sin agua, sin oxígeno, sin comida, Watney tendrá que arreglárselas con lo que tiene más a mano, al más puro estilo MacGyver (cinta americana incluida), si quiere regresar algún día a casa.

En Marte (The Martian), Scott demuestra que las películas que miraron nuestra infancia, por utilizar la feliz expresión del teórico Jean-Louis Schéffer, son ahora el pasto de nuestros sueños de adultos. Al contrario que Interstellar de Christopher Nolan, en Marte (The Martian) hay bastantes secuencias que son más para ver que para pensar; la mirada es más material y tangible, más precisa, como la de un turista cinematográfico, alguien que todo lo ve desde fuera. Si bien no está a la altura de las legendarias Alien, el octavo pasajero y Blade Runner (donde avisó de que el futuro, aunque pareciese broma, iba en serio), tampoco podemos negar el peso específico que tendrá en unos años para las nuevas hornadas de espectadores.

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