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Entrevista

Carlos Morán: "La crisis del matrimonio es la más grave que vive el hombre occidental"

"La Iglesia tiene que hablar hoy más de amor y menos de obligaciones e imposiciones", afirma el juez decano del Tribunal de la Rota

Carlos Morán Bustos. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Cuáles son los aspectos más importantes que se van a abordar durante estas jornadas?

El primer aspecto es la capacitación natural al matrimonio, indagar en que la vivencia del amor en el matrimonio es algo que al hombre o a la mujer le nace en la configuración de su ser. Y vamos a analizar cómo está capacitado para vivirlo, de dónde surge, los elementos naturales, la experiencia del amor, el vivir con uno para siempre, la educación a los niños. Partiendo de todo eso, vamos a analizar algunas situaciones de incapacidad que son las causas de muchas nulidades, y veremos las novedades principales de las nuevas normas procesales que el Papa acaba de dar y que entran en vigor el 9 de diciembre. También trataremos la madurez psicológica y afectiva, y la inmadurez para consentir.

¿Una parte amplia de la población actual ha perdido el interés hacia el matrimonio?

Una de las grandes características de la cultura que vivimos es la crisis de los matrimonios. Es una realidad nueva en la historia de la humanidad. Se puede hablar de una epidemia. Cualquier observador debe hacer una pregunta. ¿Por qué esto es así?, ¿qué está ocurriendo para que el hombre de nuestros días, que tiene más bienestar y desarrollo técnico, tenga que vivir la crisis del matrimonio que, en el fondo, es la crisis del proyecto de dos personas, y más cuando están involucrados los hijos? Ante esta realidad se trata de analizar y hacer una propuesta para el hombre de nuestros días, que es lo que más necesita en la cultura moderna.

¿Hasta qué punto afecta todo esto a la sociedad en general?

Hoy se habla mucho en Europa de la crisis de la economía, de los mercados de valores, y se producen muchas soluciones. Pero la más importante que vive el hombre occidental es la de matrimonios. Y no se puede dejar en nuestros días solo a ese hombre, sino proponerle sistemas psicológico, afectivos, espirituales, que le ayuden a vivir el matrimonio y superar dificultades. El matrimonio es válido incluso para el hombre de ninguna confesión religiosa, porque tiene un valor de verdad, porque es una institución mediante la cual se vive el amor, se genera la familia, se engendra a los hijos. Y en última instancia, todos podemos decir que la realidad más importante en nuestra vida es la familia.

¿Cuáles son las medidas que se van a tomar desde la iglesia?

Hay que anunciar la verdad del amor conyugal, y no hablar tanto de obligaciones e imposiciones, sino de mostrar que el que un hombre y una mujer se quieran es un desafío, y hacerles descubrir cómo es ese amor, qué es bello en sí, que está el rostro de dios que les ayuda en las dificultades, que les bendice en los momentos buenos. El Evangelio de la familia es el más importante que la iglesia tiene que anunciar, y quizás el servicio más importante que la iglesia necesita es que le sigan anunciando la verdad de la familia. Después, la iglesia tiene que acoger a los que pasan por dificultades, intentar mostrarle las herramientas jurídicas para saber si el matrimonio ha sido válido o no, a ver si la persona puede tener una segunda oportunidad. Hoy se ha vulgarizado el amor, se ha hecho como canto de la modernidad el provisionalismo en el amor. Pero realmente eso no es bello en sí ni tampoco es algo moderno. Porque no hay nada más bello que el compromiso de la entrega de una vida. Y esto, yo lo digo como jurista que lleva 25 años de su vida estudiando estos temas y viendo las miserias de mucha gente, que lo que las personas necesitan es una propuesta de amor que se base en proyectos y no en el presente, que se base en la voluntad y no en los sentimientos, que se base en el respeto a la otra persona y no en la posesión de la otra persona, que se base en el amor al otro y no en amarme yo a mí en el otro.

Pero, a veces es complicado, porque la sociedad te muestra constantemente lo contrario.

Yo soy capellán en el Colegio Mater Salvatoris de Madrid. Estoy en contacto todos los día con adolescentes. Y, cansado de estos mensajes, cuando les haces una propuesta del amor verdadero o amor bello, se queda fascinados. Siempre existe esa respuesta de "qué hermoso, y ojalá yo pudiera vivir un amor así". Pero es un amor que no se propone. Al contrario, lo que se propone es el 'disfruta', 'pásatelo lo mejor que puedas'. Yo siempre digo que uno de los grandes problemas del matrimonio es que quieren ser felices, entendiendo como tal el disfrute psicológico y afectivo. Y la clave del matrimonio no es ser feliz, sino comprometerse en un proyecto de vida conjunto que en el futuro les hará feliz.

¿Y en la práctica cómo se materializa todo eso en el día a día?

En la felicidad del padre de ver al hijo crecer, en la del esposo y la esposa que se aman entre sí tras haber superado numerosos problemas y envejecen juntos. Hace poco estuve en las bodas de plata de una pareja que lo celebraban con un gozo muy grande. Es ponerse ante dios y decir, "hace 50 años construimos una historia personal, hemos pasado por tentaciones, pero nos acogimos a la gracia de dios, nos ayudamos, y hoy estamos aquí". Yo creo que esto es lo moderno, porque he visto a gente triunfadora en lo social que te dicen "soy un desgraciado, porque en el proyecto matrimonial, el más importante de mi vida, he fracasado".

¿Usted cree que la industria del ocio está convirtiendo a los jóvenes en infelices?

No creo que haya ninguna serie o anuncio donde se proponga la fidelidad, la renuncia, los sacrificios, los valores. Y cuando el matrimonio se desprende de la trascendencia se queda muy corto. Yo oí a un laico decir que el matrimonio es uno más uno igual a tres, porque dios está presente. Yo creo que la belleza del amor siempre será moderno, y al mismo tiempo antiguo. Y esto, cuando se lo propones a los jóvenes, de verdad lo desean.

¿Qué le ha parecido la nueva reforma del Papa?

El Papa tenía una inquietud en la lentitud de los procesos. Todo proceso jurídico tiene sus tiempos y plazos porque se trata de averiguar la verdad, y los procesos tardan. Por otra parte, formar un jurista requiere muchos años, muchas horas de esfuerzo, y este campo es muy ingrato. Consciente de esta realidad el Papa tenía la idea para reducir las formalidad y aligerar los tiempos. Habían muchas propuestas y se ha optado por las reformas de ciertas instituciones procesales. Ha suprimido la necesidad de dos sentencias conformes, ha modificado los criterios para acceder a un tribunal u otro, que se hace ahora según el domicilio de las partes, y ha revalorizado la confesión de las partes en el proceso ordinario. También se ha creado el proceso breve ante el obispo, en el que todo se instruirá con la mayor celeridad, y acabará con una decisión que será materialmente del obispo. En todos casos cabe la posibilidad de apelación al tribunal superior. Es una ley procesal importante porque afectará a mil millones de personas.

Se suele acusar a la Iglesia de que la gente pudiente consigue la anulación más rápidamente.

Eso es una tontería porque yo he sido juez ponente en unas 4.000 causas y he tenido un porcentaje irrisorio de famosos, seis o siete casos. Algunos han saltado a los medios de comunicación y parecía que yo sólo había hecho esa sentencia. El acceso a la justicia en la iglesia no depende de condiciones personales. En la Rota tenemos un 35 % de justicia gratuita.

¿Y qué le parece que, en el sínodo de la familia, un sacerdote presente a su novio a los medios de comunicación?

Me pareció una idiotez y un escándalo por su parte. Yo no entro en las condiciones sexuales de las personas. Pero creo que si tú tienes una condición sexual y la quieres vivir, tu tienes tu propia consciencia. Pero un sacerdote ha optado por un estilo de vida, una vocación personal que te involucra ante dios. Y eso es más que hacer un espectáculo ante las cámaras. La reivindicaciones las debió de hacer cuando decidió su vocación. Nadie le obligó a ser sacerdote. Él prometió vivir con obediencia a su obispo, vivir la castidad y el celibato. Y ha incumplido una promesa. Él es noticia, no porque sea homosexual, sino porque es sacerdote. ¿Qué demanda de mí la sociedad? Pues lo mismo que yo demando de un policía. Yo sería un ingrato si utilizara esto para otros fines.

El Papa ha pedido perdón por los casos de pederastia.

El sacerdote que, utilizando su condición, abusa de alguien, está cometiendo el peor crimen. Y eso hay que perseguirlo. Yo soy juez y sigo proceso penales. Te parte el alma, como hay profesores o padres que abusan de sus hijos. En los procesos penales, en la mayoría de los casos, además de una personalidad delictiva, hay una personalidad gravemente enferma. Pero también es verdad que la noticia no es que sea una persona perversa que abusa, sino que sea un sacerdote, y por eso se pone en la primer página del periódico. En España hay muchos miles de sacerdotes que se dedican a hacer el bien.

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